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Canciones escatológicas (Vigésima parte)

10 razones por las que abandoné el dispensacionalismo.

Hemos llegado casi al final de esta serie. Ya expuse nueve razones por las que yo dejé de ser dispensacionalista. Así que en las siguientes entradas compartiré la última razón por la cual cambié mi postura en cuanto a los eventos del porvenir.

10. Porque el dispensacionalismo no brinda una correcta visión del futuro.

A continuación, compartiré diez premisas por las que creo que el Dispensacionalismo no brinda una correcta visión del futuro. Con cada una de ellas no pretendo desacreditar a quienes han abrazado dicho sistema de interpretación escatológica ni mucho menos dejar entrever que no son verdaderos hermanos en la fe. Al contrario, mis mejores amigos son dispensacionalistas y ejemplos de vidas íntegras; sin embargo, diferimos en cuanto a visión escatológica.

Aquí están:

En primer lugar, el dispensacionalismo no brinda una correcta visión del futuro porque ha solido aminorar la visión.

Cuando era adolescente me gustaban mucho los temas escatológicos; sin embargo, solo los estudiaba desde la perspectiva dispensacional. Un día estaba hablando con mi tío Juan Benavides sobre el rapto y al notar mi casi fanatismo, me preguntó: “Noel, quiero que hagas un ejercicio mental. Quiero que te imagines llevando a cabo un proyecto empresarial o ministerial de aquí a 50 años, ¿puedes hacerlo? No quiero que te imagines haciéndolo de aquí a 5 años. No, de aquí a 50 años, ¿puedes?”

Luego de pensar por un par de minutos y él esperar mi respuesta tuve que reconocer que no podía visualizarme así. Fue entonces que me dijo: “Tú problema es que a esa altura de la vida ya te ves en el cielo. Según tú el rapto de la iglesia ocurrirá antes de ese tiempo y por eso no puedes verte emprendiendo algo que dure tanto tiempo porque ya te ves en las bodas del Cordero”.

Ops.

Según el dispensacionalismo el evento escatológico más grandioso que la Iglesia de Cristo está esperando es el rapto de la iglesia. “¡Cristo viene pronto!” afirman, “¡y en cualquier momento nos vamos volando hacia el cielo”. ¡Amén a que Cristo viene pronto! Sin embargo, desde adolescente yo escuché a predicadores dispensacionalistas que nos enseñaban a esperar la venida del Señor pero no necesariamente motivándonos a influenciar con nuestros oficios y profesiones las distintas esferas de la sociedad; mas bien, las descripciones catastróficas que ocurrirían inmediatamente después del rapto eran tan atemorizantes y el tono de urgencia porque Cristo venía era tan abrumador que prácticamente lo que oíamos era: “¡qué importa lo que esté pasando en este mundo! ¡De todas formas todo esto será destruido y le quedará al anticristo! ¡Pronto la trompeta sonará y volaremos!”

Debido a esto, a mediados y finales del Siglo XX, en Latinoamérica muchos evangélicos rehuyeron a estudiar o especializarse, como “¡Cristo ya viene!”, pensaban, no entendieron la importancia de prepararse y capacitarse intelectualmente para influir positivamente en la cultura. Lamentablemente, aunque los pastores intentaban traer equilibrio con el eslogan: “vive como si Cristo fuera a venir hoy, planifica como si fuera a venir en mil años”, este se iba al suelo por el miedo que nos metían al decirnos que en el tribunal de Cristo se nos demandaría la sangre de las almas que no evangelizáramos. Al punto que muchos pensábamos: “¿cómo voy a dejar que la gente se quede en la gran tribulación y yo aquí ocupándome de mí mismo estudiando y trabajando? Además, ¡Cristo me lo va a demandar! Mejor dejo todo para ir y predicarle a los perdidos”.

Yo fui uno de ellos, cuando estaba en el bachillerato sentía que Cristo venía pronto y que necesitaba dejar de estudiar para lanzarme a las calles, autobuses y a las plazas con tal de que esa sangre no se me demandara. Mi visión se hubiera aminorado más si no hubiera sido por padres prudentes que me enseñaron la importancia de profesionalizarme. Aun así, a pesar de que durante los últimos años un buen porcentaje de predicadores dispensacionalistas han matizado su mensaje y concientizado a la gente de que sean sobrios y procuren estudiar, hubo una generación que creció creyendo que ir a la universidad, obtener una maestría o un doctorado era innecesario, y algunos cuantos… pecado.

En segundo lugar, el dispensacionalismo no brinda una correcta visión del futuro porque por definición es pesimista.

Si no lo sabías, el dispensacionalismo por default es pesimista. Si estudias detenidamente el tema de las dispensaciones descubrirás que cada una de ellas termina mal. Vamos, consulta cualquier libro o sitio de Internet y comprobarás que cuando se explica en qué consiste cada dispensación, su inicio, desarrollo y finalización, todas terminan mal. ¡Todas!

Fíjate, por definición, cada dispensación inicia con grandes expectativas sobre la raza humana y todas acaban demostrando nuestro fracaso como seres caídos. Y de remate, recibiendo el juicio divino. Cada dispensación como tal implica un período de prueba para la humanidad y al vernos imposibilitados de cumplir las expectativas del cielo, Dios tiene que intervenir concluyendo la dispensación e iniciando una nueva.

Las siguientes son las dispensaciones que esta corriente de interpretación afirma que la historia de la humanidad está dividida. Te invito a que las leas detenidamente y notes que todas terminan negativamente:

1) La inocencia: de Adán hasta su expulsión del huerto.
2) La conciencia: de Adán fuera del huerto hasta el diluvio.
3) El gobierno humano: de Noé hasta la destrucción de la Torre de Babel.
4) La promesa: de Abraham hasta el pueblo de Israel cautivo en Egipto.
5) La ley: de Moisés hasta Cristo sufriendo el martirio.
6) La gracia: de la resurrección hasta la iglesia raptada de un mundo decadente.
7) El milenio: del regreso de Cristo hasta la rebelión de Gog y Magog.

Si te fijas, todas las dispensaciones terminan mal. ¡Todas!

Por ejemplo, centrémonos por un momento en la dispensación de la gracia, dispensación en la que supuestamente estamos actualmente, ¿sabes cómo terminará? ¿Sabes cómo finalizará la dispensación en la que, según ellos, estamos en este momento? Con la iglesia siendo raptada secretamente de un mundo que cada vez más va de mal en peor. Desapareciendo del planeta porque el Señor regresó para salvarnos antes de que el mundo nos comiera vivos. Y claro, al momento de que desaparezcamos el planeta experimentará los juicios descritos en el libro de Apocalipsis.

¿Qué forma escapista de ver la vida es esta? ¿Por qué esa manera de ver la misión de la iglesia en la sociedad? Vamos, yo no estoy diciendo que las cosas están bien en el mundo y que el futuro que le espera a la iglesia será color de rosa y aroma de claveles; pero una cosa es ver la realidad con objetividad y otra quedarse de brazos cruzados sin hacer nada esperando desaparecer. Debido a la mentalidad pesimista del dispensacionalismo es que escuchas a cristianos decir: “Bueno, no hay nada que podamos hacer” o “¡Ni modo! ¡Todo esto está profetizado!”

El pesimismo dispensacionalista ha permeado de tal manera el corazón de muchos cristianos que lo que más anhelan en esta vida es el rapto. “¡Ojalá viniera ya el Señor!”, exclaman, “¡así ya no terminamos de ver cómo se corrompe este mundo!” O dicen: “¡Ojalá que Cristo nos llevara ya y así dejamos de sufrir tanto!”

Mi abuelita Isabel de Benavides decía que los cristianos que esperan de ese modo el rapto “viven con sus maletas listas para irse volando”. Con esto quería decir que los creyentes, en lugar de querer ser sal y luz en la sociedad, están más ansiosos por escapar que otra cosa. ¿Recuerdas Mateo 5:13-14? Jesús dijo: “vosotros sois la sal de la tierra… vosotros sois la luz del mundo”. ¿Sabes lo que significan estas palabras? La sal en la época del Nuevo Testamento se utilizaba para preservar las carnes en ausencia de los sistemas de refrigeración que existen hoy. Es más, hay regiones del mundo que actualmente siguen utilizando este sistema de preservación. La sal era un preservante y ayudaba a que los distintos tipos de carne no se descompusieran. Y luz, que es una analogía más comprensible, se ocupaba para iluminar cualquier lugar oscuro. Es decir, la luz sirve para desplazar las tinieblas. ¿Comprendes ahora un poco mejor lo que Cristo quiso decir al llamarnos sal y luz?

La iglesia es la sal que detiene la descomposición de la sociedad y es la luz que desplaza el mal de esta tierra. La iglesia es la solución a este mundo y la única que tiene verdadero poder transformador. ¿Pero qué pasa? Que muchos cristianos quieren huir, anhelan volar y esperan con ansias que el rapto llegue porque no soportan más seguir en la Tierra. Esta es una mentalidad estilo: “¡Misión abortada! ¡Vámonos de aquí!”

Cuán distinto pensaba el Señor, que, en lugar de alentar el pensamiento escapista, oró: no te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:15). ¡Pero cuán distinto piensa el dispensacionalismo! El cual, por default, es negativista ya que, según ellos cada dispensación termina mal. Y aunque en los últimos años algunos de sus exponentes han querido matizar su lenguaje para motivar a los creyentes a que vean los eventos del porvenir de forma más positiva, por definición, el dispensacionalismo es pesimista y espera el rapto para que Jesús nos salve de tanta calamidad.

Continuará…



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