Gucci fue la responsable y no lo hizo tímidamente sino a lo grande. Rescata del olvido más olvidado a Ese Zapato destalonado con el que ni las carreras ni las carreritas estaban permitidas y nos presenta un híbrido entre mocasín, babucha y zapatilla de peluche en su versión loafer más loca. Tan loca como una vieja actriz de Hollywood que tras años de encierro sale a buscar el pan pintarrajeada y llena de abalorios de colores. Pero Gucci puede hacer lo que le venga en gana y nuestros ojos se llenaron de ese zapato imposible y nuestra cabeza nos mandaba mensajes que decían: Sí, sí, sí….. aunque al final , claro, fue: No, no, no.
Los grandes no hacen nada que no deje huella y de toda esta explosión de mezclas, colorido y materiales refractarios, algo queda y es la vuelta al zapato destalonado o Mule en las versiones más ponibles, suaves, combinables y rentabilizables, que es lo que podemos permitirnos la mayoría de las mortales: Alucinar con Gucci y comprar en Zara… o en Befana en este caso.
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