¿Se ha preguntando en qué momento pasaron las Mascotas a ser un miembro más de la familia? ¿Cuándo es que comenzamos a hacerlas a nuestra semejanza?

Las preguntas anteriores pudieran responderse fácilmente si tomamos en cuenta que evidencias fósiles de perros domesticados con una antigüedad de 31,700 años han permitido conocer que los animales domesticados han acompañado al ser humano en gran parte de su proceso evolutivo y su presencia ha sido comprobada en todas las culturas del mundo. En sus inicios los animales domesticados, en su mayoría perros, eran utilizados como ayuda para cazar y como defensa del grupo.

Hoy las cosas son totalmente distintas, los roles clásicos de cuidado, protección del hogar y ornamentación que jugaban las mascotas han avanzado hacia la asignación de roles muchos más complejos que han transformado a las mascotas en muchos casos en miembros más de la familia, compañías irremplazables que dan sentido a la existencia de muchos seres humanos como usted y yo.

La gente se ha vuelto tan apasionada de sus mascotas que se calcula que actualmente pudieran existir en el mundo más mascotas que personas. Es una industria que va en aumento y pareciera no tener límites; sólo el año pasado su facturación anual mundial fue de aproximadamente 41.2 billones de dólares convirtiéndola en una de las más rentables del planeta. Impresionante ¿no?

Tan solo es necesario acudir a cualquier tienda de mascotas para darse cuenta de la enorme cantidad de productos y/o accesorios que existen para ellas. Desde alimentos light y orgánicos pasando por collares anti-ladridos hasta aerosoles para congelar sus heces. Basta con darse una vuelta por cualquier supermercado para darse cuenta del enorme potencial que tiene esta industria.

Quizás se pregunte en qué momento o qué factores contribuyeron a la explosión de este boom. Es muy simple.

Los cambios que ha sufrido el mercado en relación con las mascotas se debe en gran medida a los procesos de transformación sociodemográficos y culturales de los países, a la creciente predominancia de familias con bajo número de hijos o sin hijos, al incremento del individualismo así como al deterioro de las relaciones sociales cercanas.

Por esta y otras muchas razones no se sorprenda querido lector si el día de mañana observa al perro de su vecino vestido con la playera de su equipo de fútbol favorito o a un gato con las uñas hechas.

Definitivamente aún nos faltan por ver muchas situaciones relacionadas con este tema, situaciones derivadas de la constante búsqueda del hombre por humanizar a las mascotas y por algo que resulta todavía más preocupante: llenar nuestro constante vacío.