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El sistema de salud peruano: Crónicas de un fracaso anunciado.


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Me pregunto ¿que es lo que esta fallando? A veces pienso que la gran mayoría lleva puesta una venda en los ojos y lo peor es que no quieren quitársela.
Tal vez así sea mas cómodo, tal vez sea mejor caer en el precipicio sin saber que caerías.
No es un secreto que el sistema mundial de Salud pública esta fallando, porque esta ante nosotros. A veces pasan años sin que suceda nada relevante y todos incluyéndome a mi mismo caemos en un profundo sopor. Entonces cual mágica advertencia sucede algo que nos sacude, vemos de nuevo las cartas sobre la mesa y deberíamos ser nosotros quienes decidamos sobre nuestro futuro.
La disyuntiva respecto a la píldora del día siguiente nos muestra solamente la punta del iceberg.
Y parece que muchos no quieren echar un vistazo debajo del agua.
Me sorprendió ver la respuesta de Rosa María Palacios en Twitter, a uno de sus seguidores quien le pidió su opinión al respecto, ella respondió que la mencionada píldora no es abortiva (Me agradaría conocer sus fundamentos) y que debe distribuirse.
No pretendo discutir en este post respecto a la forma de actuar de la pastilla, solo diré que su distribución gratuita es para mi algo sin sentido, como una decisión tomada por fatuos, por personas que intentan tapar el sol con un dedo, es como el parche que le puse a mi colchón inflable y todo por no querer desecharlo porque era casi nuevo. Al final el aire se escapo, de una manera imperceptible, pero el colchón termino igual: desinflado.
Me pregunto de nuevo: ¿Que es la píldora del día siguiente? Me respondo a mi mismo: La solución planteada para un problema, que es la concepción no deseada.
La concepción no deseada tiene un origen al igual que otros problemas que aquejan a la población como lo son la Obesidad, diabetes, enfermedad cardiovascular, etc.
Según un estudio realizado por la Asociación Peruana de Estudio de la Obesidad y la Arterioesclerósis en el 2008 la obesidad atacaba al 26% de Hombres y al 24% de mujeres lo cual significa que mas de 6 millones de peruanos la padecían.
Por otro lado, un estudio realizado por la Sociedad Peruana de Cardiología reveló que la principal causa de muerte en la población adulta de Perú son las enfermedades cardiovasculares , ya que en nuestro país se registran alrededor de 3 infartos diarios.
El incremento de la obesidad provocará un aumento en la incidencia de la diabetes mellitus 2, además de la enfermedad cardiovascular.
La OMS estima que hoy viven en el mundo aproximadamente 177 millones de diabéticos y dentro de 20 años la cifra se multiplicará por 2.Cada año mas de 4 millones de muertes se pueden atribuir a dicha enfermedad.
Estudios experimentales recientes demuestran que reduciendo el sobrepeso e incrementando la actividad física, se previene la diabetes mejor que con cualquier fármaco.
Cuando la diabetes se desarrolla, la enfermedad cardiovascular es causante de la muerte prematura de la mitad de los que la padecen. A eso debemos sumarle las cargas médicas y sanitarias de la diabetes.
Perú se encuentra en una transición epidemiológica, estamos pasando de enfrentar las enfermedades transmisibles a enfrentar al mismo tiempo las enfermedades crónicas no transmisibles y estas últimas adquieren cada vez mas importancia sin que al parecer le importe a alguien.
Aun no hemos superado las trágicas epidemias de VIH, tuberculosis, paludismo, y ya nos vemos inmersos en la obesidad, diabetes y enfermedad cardiovascular, además de un total descontrol en la natalidad.
Y si a eso le agregamos el creciente consumo de drogas y los horrorosos accidentes de transito las cifras nos asustarían.
Si no queremos seguir acumulando fracasos , debemos adelantarnos a los factores de riesgo, buscar sus determinantes.
Sabemos que fumar cigarros incrementa en un 2000% el riesgo de desarrollar el cáncer de pulmón, pero no sabemos como erradicar el tabaco de nuestra sociedad.
Solo lograremos superar las grandes frustraciones que padece nuestro sistema de salud pública, si logramos identificar las raíces culturales y sociales de ciertos estilos de vida autodestructivos y, si actuamos sin prejuicios y con temple sobre esas raíces.
No basta con identificar los estilos de vida patógenos, (Tabaco, alcohol, conducción temeraria, conducta sexual arriesgada e irresponsable, sobrealimentación, sedentarismo), hay que buscar los determinantes de esos determinantes y actuar sobre ellos.
Eso es la prevención.
Se han identificado causas, pero falta la capacidad de ponerles el remedio para debilitarlas o suprimirlas.
Frente a la epidemia de obesidad, no son imprescindibles complejas investigaciones de genética o biología molecular, el problema es mucho mas simple: Los asesores de los Departamentos de Agricultura y Salud de Estados Unidos, en donde mas del 65% de la población sufre de obesidad, concluyeron que la estrategia para perder peso, no esta en las proporciones de grasas y carbohidratos de una dieta, sino en algo mucho mas simple: menos comida y más ejercicio. Comer menos y moverse más, eso es lo que hace falta y es prioritario.
La raíz del problema del tabaquismo es la misma, no se ha logrado un cambio en el comportamiento de la población. Parece mentira que sabiendo desde hace décadas de la relación del tabaco y la destrucción de la salud, no se haya sabido plasmar ese conocimiento epidemiológico en una política efectiva de cambio de conductas.
¿Porque no se eleva el precio de la cajetilla de cigarros de modo que su consumo se haga inasequible para la población adolescente?
Tengo muchos amigos fumadores que sencillamente dejan de hacerlo cuando viajan a países de Europa, porque les resulta demasiado caro.
Algo similar podemos decir del control de la epidemia del VIH y la natalidad. Es preciso educar para cambiar los comportamientos.
Hay pruebas irrefutables sobre cuan eficaz es la educación.
Cuando la cosa no se queda en repartir condones y píldoras, sino que se hace un esfuerzo, responsable y serio dirigido a educar con sensibilidad y respeto a la población para que cambie su conducta, se conseguirá reducir la prevalencia de la infección y de los embarazos no deseados.
Un buen ejemplo es el de Uganda que en la década de los 90, paso de un 15% al 5% de prevalencia por infección de VIH. La educación social desarrollada en dicho país ha superado en eficacia lo que hubiesen conseguido muchas vacunas y antiretrovirales.
Un informe de la OMS hecho en el 2003 señalo que en la década pasada los retrocesos en la salud pública mundial son enormes. De acuerdo a dicho informe en 14 países africanos los niveles de mortalidad por sida en niños menores de 5 años son mucho mayores que en 1990.
En Perú cada vez vemos mas campañas de sexo seguro pero su mensaje se centra en la fase última del proceso y evita referirse al comportamiento inadecuado e irresponsable de la población quizás porque algunos consideran impropio un mensaje moralizante o por razones ideológicas que llevan a prescindir de ciertas evidencias científicas.
En el año 2003 se distribuyeron en España 317 670 unidades de la píldora del día siguiente y todo indica que hay un fuerte incremento de este consumo. Se supone que dicha píldora fue creada solo para "emergencias". Un uso tan elevado supone un rotundo fracaso. Dicha cifra corresponde al 3% de las mujeres españolas en edad fértil y si restringimos el denominador a la usuaria habitual en España de dicha píldora (25 años) el porcentaje llega al 7% .
Algunas publicaciones sugieren que ni siquiera la disponibilidad adelantada y abundante de la píldora consigue reducir la incidencia de embarazos en adolescentes.
La Consejeria de Salud de Andalucía calculó que el 20% de las usuarias son reincidentes. El ministerio de Sanidad Español reconoció que los mas de 77 000 abortos en el año 2002 constituyen un indicador muy negativo y que hacen falta mas campañas de "prevención e información".
El acceso fácil a anticonceptivos no ha evitado el aumento de los abortos, ni la difusión de preservativos reduce la demanda de la píldora del día siguiente. Más bien parece que son factores que se suman e invitan a adoptar situaciones de riesgo y permanecer en ellas.
No sirve de mucho saber que conducir y beber alcohol son aliados causantes de miles de muertes cada año en las carreteras peruanas sino sabemos porque las personas conducen así y beben tanto alcohol.
¿Y porque no hacer cumplir de una vez y de verdad las normas de tráfico? Acostumbrar a los ciudadanos a ver que las normas se infringen impunemente es la esencia de la anti educación.
Buscar respuestas a dichas preguntas no es tarea fácil, es asunto mas arduo que embarcarse en sofisticadas investigaciones de biología molecular, tan de moda y tan bien financiadas.
La investigación sobre la promoción de comportamientos saludables, probablemente sea lo mas difícil pero es lo prioritario y es lo único que tendrá efectos favorables a largo plazo.
Aunque parezca que hablamos de cosas distintas: concepción no deseada, VIH/sida y ETS, obesidad, diabetes, enfermedad cardiovascular, tabaco, alcohol y carreteras, drogas, hace falta un cambio en el comportamiento. El cambio no llega y la razón parece clara: falla la fuerza de voluntad.
Es evidente que para prevenir hay que anticiparse, solo de esa manera llegaremos antes. Pero la realidad es que cuando se decide prevenir se hace prevención secundaria. Abunda el empleo de fármacos generoso y a veces con poco juicio para controlar los factores de riesgo, pero no actuamos antes, educando al que aún no se halla expuesto a estos factores para que no sea presa de ellos. La verdadera prevención no consiste en poner parches cuando ya es demasiado tarde.
No se previene con efectividad el tabaco, antes de que se empiece a fumar, ni se actúa con anticipación para prevenir el sobrepeso en quienes ya tienen 24 Kg/m2 de indice de masa corporal, ni se aconseja sistemáticamente sobre la velocidad y el consumo de alcohol antes de que hayan tenido un accidente, ni se educa en la sexualidad a los adolescentes antes de que hayan tenido relaciones sexuales para que sepan posponerlas de manera responsable.
De hecho me pregunto ¿cual será en estos días el porcentaje de personas que saben en realidad que significa ser responsable?
Este no pretende ser un discurso religioso pero, si hemos llegado al punto en el que vamos a un lugar X y sostenemos relaciones sexuales intempestivas sin tener nada en cuenta, sin pensar sobre las posibles consecuencias de nuestra acción entonces a pesar de que no acepto las teorías de evolución, me atrevería a decir que de cierta forma hemos involucionado.
Una conducta como esa, apenas nos diferencia de los animales.
Por haber descuidado la prevención el gobierno quiere ahora poner los parches de ultimo minuto, prescribiendo contracepción de emergencia, operando canceres de pulmón u obesidades morbidas, actuando sobre los politraumatizados en las carreteras,(aún mientras escribo este artículo veo en la televisión noticias de un terrible accidente de transito en Lima) o poniendo marcapasos a los que sufrieron un infarto a los 40 años.
Hablan de prevención pero a veces parece que lo que prevalece son otros intereses: El negocio de las industrias que venden estilos de vida insanos y el de los fabricantes de fármacos parecen potenciarse mutuamente mientras nosotros parecemos mansas ovejas camino al matadero.
No faltaran agentes sanitarios que sonrían escépticamente al oír hablar de disciplina y fuerza de voluntad, no me sorprende: Han sucumbido ante la cultura de lo fácil. Su escepticismo es el inicio de muchos de sus innegables y rotundos fracasos. Las cifras no mienten.
Hace falta fuerza de voluntad.
Resulta instructivo comprobar que hay un denominador común que impide abandonar el tabaco o ejercer una conducta "racional" frente a los hartazgos de comida, alcohol, sexo, velocidad en carretera o drogas, sencillamente la falta de autocontrol.
Da la impresión de que muchos responsables de la salud pública tienen pánico de parecer inquisidores, represivos o políticamente incorrectos.
No es realista una promoción de salud que no invite al esfuerzo. Es como anunciar una universidad que permite graduarse en cualquier carrera sin esfuerzo. Ser profesional requiere de esfuerzo y sucede lo mismo con los hábitos saludables: casi todos suponen abnegación, exigencia, perseverancia. Pero ¿cual de estas palabras es políticamente correcta? Además no me refiero a esfuerzos sobrehumanos ya que en el núcleo de la promoción de la salud, esta la necesidad de hacer fáciles las elecciones sanas, como proclamo la carta de Ottawa en 1986.
Aún así resulta imprescindible cierto grado de esfuerzo pero ese concepto esta ausente del modelo educativo en boga. Prima la tendencia a negar los problemas e infundir actitudes light.
Todos sabemos que pasar largas horas sentados frente al televisor influye directamente en la creciente epidemia de obesidad y diabetes. También hay evidencias que asocian ciertos contenidos de televisión con comportamientos sexuales arriesgados en los adolescentes, incluso fomentan actitudes violentas. Pero decirlo supone enfrentarse al todopoderoso Cuarto Poder. Y eso no le conviene ni le gusta a ningún político.
Se habla actualmente de "empowerment o apoderamiento", lo que significa traspasar el poder, el control sobre la propia salud, a los ciudadanos, de modo que tengan los recursos necesarios para elevar su nivel de salud. Ese desafío requiere, en primer lugar, devolver a los ciudadanos el recurso de la fuerza de voluntad, de la "autonomía responsable". Invitar al apoderamiento no es postular a un puritanismo mojigato. Es proponer a los ciudadanos, modelos que les ayuden a autoconstruir su "personalidad y sus valores", que los hagan responsables y dueños de si mismos, capaces de resistir las presiones comerciales de los estilos de vida autodestructivos.
El ejemplo estrella de los aciertos de la salud pública, es la aplicación de los calendarios vacunales en la infancia. Precisamente porque llegan "antes " son muy eficaces y han cambiado drásticamente la epidemiología de las enfermedades transmisibles. Un resultado espectacular se ha notado con la Hepatitis B, su introducción en el calendario infantil ha logrado efectivamente reducir la incidencia. Limitarse a los que tenían alto riesgo fue un fracaso, adelantarse ha sido la solución.
Concluyo contudentemente que lo que necesitamos son más políticas sanitarias de anticipación.
La cultura, la legislación, la moda, los mensajes educativos en los medios de comunicación: Es lo que la salud pública, dotada de una perspectiva multisectorial e interdisciplinaria, debe cambiar.
Sino lo hace seguirá acumulando fracasos en el siglo XXI.
Ojala no decidan actuar cuando sea demasiado tarde, como sucede ahora con el cuidado de nuestro planeta.







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