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La pesadilla de Macri

El Jefe de Gobierno porteño apuntó contra la administración Kirchner en una conferencia de prensa sobre las escuchas telefónicas ilegales en la ciudad de Buenos Aires

El jefe del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, dio ayer una conferencia de prensa acerca del escándalo de espionaje telefónico que salpicó a su gobierno, llevó a la destitución de un ex jefe de su Policía Metropolitana, Osvaldo Chamorro, y a la detención de otro, Jorge Fino Palacios. Pero Macri culpó al gobierno de Cristina Fernández, al que acusó de agredir en forma “sistemática a la democracia argentina”.

El presente resultó demasiado diferente de lo que soñaba el titular del ejecutivo porteño. Probablemente, Mauricio Macri se imaginaba llegar a la mitad de su gestión sin grandes sobresaltos, tejiendo alianzas y proyectándose poco a poco en todo el país para aventurarse a competir por la presidencia de la Nación. En cambio, se encuentra en medio de un escándalo político y judicial que crece a medida que se conocen más detalles de las presuntas actividades ilícitas de los funcionarios que eligió para regentear la seguridad de la ciudad. Precisamente es la seguridad el punto en el que hizo especial hincapié el ex presidente del club Boca Juniors durante la campaña electoral, al que le jugó varias fichas.

Los ex jefes de la hasta ahora malograda Policía Metropolitana Jorge Fino Palacios (detenido por orden del juez federal Norberto Oyarbide) y Osvaldo Chamorro (hasta ahora sólo removido de su cargo) cayeron en desgracia al ampliarse la investigación sobre las escuchas telefónicas ilegales a dirigentes políticos opositores al macrismo y a integrantes de la agrupación Familiares y Amigos de las Víctimas del Atentado a la AMIA. Entre éstos figura Sergio Burstein, uno de sus principales voceros, quien impugnó de inmediato la designación de Palacios al frente de la Policía Metropolitana por haber obstruido la investigación del atentado contra la mutual israelita.

Según la investigación del fiscal Alberto Nisman, la organización responsable del espionaje tendría una ramificación en la provincia de Misiones. Policías de esa provincia habrían pinchado los teléfonos celulares utilizados por Burstein y su entorno, en especial uno utilizado en exclusiva para tratar el tema AMIA. También el juez de Posadas, la capital provincial, habría introducido, por iniciativa de Palacios, un celular de Burstein en la causa que investiga el homicidio de José María Piccoli, radicada en el Juzgado en lo Penal Nº 1 de Misiones, con el fin de comprometerlo sin que existiera indicio alguno en su contra. Palacios buscaría así pasarle la factura a uno de los principales responsables de que no pudiera ser el jefe de la Metropolitana pese a contar con el respaldo incondicional de Macri.
Pese a que el escándalo puso al ejecutivo porteño en una situación que raya con lo insostenible, no hay miras de recambio en el gabinete de la ciudad. Como válvulas de descompresión bastaron los desplazamientos de los funcionarios implicados de forma directa. “No nos van a parar”, sentenció Macri en una conferencia de prensa que brindó ayer. “Le pido al gobierno nacional que pare con esta agresión sistemática a la democracia argentina. En una semana compra a un nuevo gobernador [por el acercamiento a Néstor Kirchner del gobernador electo de Corrientes, Ricardo Colombi] y ahora pide la renuncia del jefe de gobierno”, declaró Macri recién llegado de España, hasta donde llegó la onda expansiva del estallido más fuerte que tuvo este escándalo.

Que Macri haya responsabilizado políticamente al gobierno es algo que no se le escapó al locuaz jefe de gabinete de la Nación, Aníbal Fernández. Por la mañana había pedido la renuncia de Macri, pero de tarde fue por más: “Es llamativa la falta de respeto al ciudadano, todo está en la justicia y eso no se va a detener. Estamos en presencia de alguien que no trabaja, que es un vago reconocido: en un año, estuvo un tercio, faltó 90 días a trabajar, Macri dice ‘No nos van a parar’ y tiene razón, van a seguir sentados porque nunca hacen nada”.
Más allá de la contienda verbal, a final de cuentas el oficialismo se ve fortalecido en su enfrentamiento con el macrismo, partícipe fundamental de la derrota electoral que sufrió el kirchnerismo en las elecciones legislativas de junio.
El autosabotaje que cometió el ejecutivo porteño al impulsar a figuras tan cuestionadas como Palacios, además de poco lógico, da ventaja al gobierno en la larga pulseada por el traspaso de la Policía al ámbito porteño, uno de los principales escenarios de la disputa. Los malos pasos que dio la naciente Policía Metropolitana así parecen confirmarlo, y queda por ver con cuánta cintura política cuenta el macrismo para salir de este embrollo. ■

Nota publicada en La Diaria, Montevideo - Uruguay, el 20 de noviembre de 2009.


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