La irreverencia y genialidad de Francisco de Quevedo no tenían parangón. Y hoy les dejamos una anécdota que lo retrata, no tenía igual. Es bien sabido que en el Siglo de Oro, la salubridad brillaba por su ausencia en las calles de Madrid, considerada por algunos viajeros de la época una de las más hediondas del orbe…
La situación distaba de ser ideal: no había servicio de recogida de basura, ni...
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