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Cinco razones para que las familias se emocionen con el Flipped Classroom

Me había prometido no escribir más sobre Flipped Classroom ni sobre metodologías activas para, de una puñetera vez, convertirme en otro sectario más y denunciar clases tradicionales que no existen, listas de los reyes Godos que se memorizan en pleno siglo XXI e, incluso, empezar a denostar a todos aquellos experimentados docentes que son capaces de, dentro de las limitaciones que supone tener clases con más de veinticinco alumnos, dar una clase verdaderamente magistral. Y ya no digamos cuando hay experimentados científicos y médicos que, lamentablemente, siguen dando esas charlas acerca de un descubrimiento que va a mejorar la vida de miles de personas o, simplemente, explicar un método para realizar un trasplante de corazón reduciendo el riesgo para el paciente. Que ellos no tienen ni pajolera idea porque lo que debe hacerse en Medicina, al igual que lo que debe hacerse en el aula de etapas obligatorias, es permitir que los alumnos aprendan solos, decidan qué aprender y, empezar a desterrar esas charlas unidireccionales que no aportan nada. Que los pacientes Seguro que agradecen en medio de una apendicectomía que los médicos se reúnan para establecer las pautas del proyecto e ir rellenando una rúbrica conforme van abriéndole. Medicina puede llegar a flipar mucho si se aprende activamente. No como ahora que, por desgracia, salen unos médicos incapaces de hacer una simple incisión. Puede que flipemos mucho pero, la verdad, yo prefiero que me operen personas que hayan aprendido menos activamente y con métodos del diecinueve. Ya, soy un negacionista de las ventajas de lo moderno y guay pero es que mi enfermedad agradece que se la trate de forma tradicional. Eso sí, admito que cada nueva crisis me cambien el calmante para que el dolor pase lo antes posible. Lo siento.

Fuente: Twitter

Pero no iba a disertaros sobre Medicina ni negacionistas como el que escribe, incapaz de ver las bondades y maravillas de algo que, seguramente, es maravilloso y permite un aprendizaje mucho más molón, con menos esfuerzo y muchísimo más ameno. Que a los adolescentes se les cae la baba, de forma general, cuando flipean su aula. Si los resultados en pruebas externas no son buenos, seguro que la culpa es de la prueba. Y si no funciona, seguro que es porque quien ha aplicado ese método no lo ha hecho bien. Que eso es de cajón.

Por si no lo sabiais las familias se emocionan con el Flipped Classroom. Cuando se enteran que sus hijos tienen un profesional que les invierte la clase no saben cómo aplaudir más con las orejas. Hay razones para ello…

La primera es que el uso de FC (permitidme las siglas pero estoy perezoso) mejora la interacción estudiante-profesor. Da igual si tienes veinte u ocho mil alumnos en tu clase. Si usas Flipped el número jamás va a ser un problema. Que no, que tú puedes creer que conoces a tus alumnos pero si no flipeas es que no los conoces bien. Seguro que mis dos últimos años dando Formación Profesional Básica con grupos de quince alumnos, con los que he creado grupos de Whatsapp o, simplemente, me he preocupado de saber en todo momento como les iban las cosas, han recibido una atención deficiente por mi parte al no mandarles un vídeo para casa y usar una metodología activa. Lo de trabajar por proyectos, realizando trabajos en el aula y reduciendo a la mínima expresión el trabajo en casa, no es activo. Lo activo son esos tres minutos de vídeo y esa ágora en la que se convierte el aula ante tanta sapiencia vertida en los mismos. En ese portal de Youtube donde se cuelgan esas obras de arte. Para qué explicar si puedes dedicarte a interaccionar en el aula. Las ratios, como he dicho antes, peccata minuta.

También hemos de tener claro que el uso de FC ayudará a los padres a que ayuden a sus hijos. ¿No habíamos quedado en que el profesional que debe hacerlo es el docente? Seguro que, por mucho que sepas realizar determinadas operaciones matemáticas, si ves el vídeo del “docente flipper” serás capaz de ser todo un docente explicándoselo a tu hijo. Que lo importante es hacer sus tareas. Nada de permitirme ser autónomo. Lo que se van a ahorrar las familias en clases particulares. La vuelta al aula que permite el modelo para los padres es un gran qué.

Ver vídeos en casa también disminuye la ansiedad de los alumnos. Seguro que los padres están cansados al ver como sus hijos llegan con deberes o, simplemente, tienen examen. No hay nada mejor que mandarles unos pequeños vídeos para que, combinados con el del Rubius o Wismichu, puedan disfrutar de ese aprendizaje. Sin disfrute absoluto no hay aprendizaje. Y qué mejor para disfrutar que ofrecer, al igual que sucedió con Muzzy -con el que todos acabamos hablando inglés a nivel nativo sin darnos cuenta- pequeños vídeos y una eliminación completa de la ansiedad. Ya está bien de hacer negocio los productores de valerianas, tilas y similares. Y no digamos los de determinados productos químicos, avalados por determinados científicos cuyo único objetivo es el bien de las farmacéuticas y por ello denuncian la homeopatía, que son incapaces de entender que el gran problema del estrés viene de cuando eran niños y el maestro les obligaba a aprender sin ningún tipo de diversión.

Pero quizás la mejor razón, aunque no la última, es la de poder rebobinar al profesor. Lo de visionar un vídeo permite aprender a diferentes velocidades. El gran problema de los docentes en el aula es que, por degracia, no tienen un botón de pausa ni uno que les permita cambiar de vídeo a otro docente más guay. En algunos países lo tienen claro… si uno es guapo o guapa, ya puede publicar vídeos enseñando canalillo o mostrando paquete debajo de pantalones ajustados… el alumno se va a fijar en las fórmulas matemáticas de la pizarra de detrás. Que lo mediático mola y lo de poder pasar de docente para buscar aquel que nos parezca más atractivo es la clave porque, ahora me vais a decir que, cuando paseáis por la playa vais mirando al suelo. Seguro que sí. Eso es algo que hacemos todos… Lo de rebobinar al docente mola. Y mucho.

Finalmente no hemos de olvidar que el FC lleva a los chavales a un aprendizaje mucho más profundo. El FC sólo es el primer paso y el sucedáneo para introducir otras metodologías que se han demostrado fantásticas, aunque los resultados se empeñen en sólo ver puntos positivos si el análisis lo hace uno de los convencidos del tema, como el aprendizaje en maestría. La experticia del alumnado no va a tener fin. Eso de tres minutos de vídeo complementado por explicaciones es crear superhéroes. Superhéroes a los que sólo les falta la capa para volar pero, seguro que con el tiempo y con mayor expansión de la metodología, se consigue que nuestros tejados se pueblen de Supermanes, Superwomans y otro tipo de copias de Marvel en versión mucho más realista.

¿Qué sería de nuestro futuro sin el Flipped Classroom? Pues sería algo muy gris, más bien tirando a negro. Desterremos ya la educación bulímica y pongámonos de una vez a hacer vídeos y dar respuestas a las necesidades de nuestros alumnos.



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