Ya, lo sé. Me prometí hace tiempo que dejaría de recomendaros herramientas, bloggers, tuiteros o, incluso, restaurantes pero… va a ser que haber prestado mis centímetros de playa a alguien que, por desgracia, sólo puede disfrutarla en vacaciones, hace que me ponga a haceros la recomendación del verano a nivel de literatura educativa. No, no es una cuestión banal ponerse a recomendar algo. Menos aún porque tienes que adaptarte a la mayoría y eso, reconozco que en mi caso, es bastante complicado. Más aún si me toca hablar de libros relacionados con mi ámbito profesional.

Recordemos que estamos en vacaciones y que, a final, lo que debe reunir un libro es la posibilidad de disfrute que se asocie al mismo. No, no hemos venido a este mundo a sufrir. Menos a temperaturas como las que estamos padeciendo últimamente. Por cierto, temperaturas óptimas para aquellos que nos hemos reencontrado con el género fantástico de la mano de alguna trilogía más que interesante que no os voy a recomendar aquí porque no toca.

¿Por dónde íbamos? Ah, sí. Justificaba la necesidad imperiosa de recomendaros un libro ameno, de lectura fácil y muy cargado de verdades sobre la educación. No, no os estoy vendiendo el típico libro de flipped classroom que algunos publicitan cada dos tuits en Twitter, ni el típico recopilatorio de las vicisitudes que vivió uno cuando daba clase y, ni mucho menos, voy a entrar a recomendaros alguno sobre neurocosas. Que no estamos tan mal y las neuronas necesitan adaptación en Estas Fechas para el próximo curso. Una adaptación que, entre horchata (bueno, antes de que me la prohibiera un tipo de esos con bata blanca que, a lo único que se dedica aparte de alojarme cada cierto tiempo en su lugar de trabajo, es a quitarme mis, cada vez menos, aficiones), disfrute de la familia y lecturas muy poco serias y, nada profesionalizadoras, se hace más que necesaria en estas fechas. Es que esto de tener tres meses de vacaciones en verano y otros tantos repartidos a lo largo del año dan para muchas recuperaciones. La verdad es que ser docente es un auténtico chollo. Un chollazo. Joder, ya me he vuelto a ir por las ramas…

Recuperando el hilo o, al menos disimulando que lo estoy intentando, vamos a ello. Sí, hay un libro sobre educación que es imprescindible que compréis en versión papel o para vuestro lector de libros electrónicos. Si vais justos de pasta no os preocupéis; se trata de un libro que seguro encontráis en el mercadillo de vuestro pueblo -o en el del lugar de veraneo- al lado de los calzoncillos y las bragas mientras alguien os aturde dicendo que compréis una batamanta a cuarenta grados a la sombra. Es bastante conocido aunque, por desgracia, poco popular entre los que pueblan las redes sociales, hacen recomendaciones de libros o, escriben en las páginas de economía de los medios sobre educación. Así que no creo que tengáis ningún problema.

Mierda, lo siento… acaba de sonar el tomatófono (sí, un reloj en forma de tomate, que uso para aplicar una variante propia de la técnica pomodoro) que me indica que se ha acabado el tiempo que tengo prefijado para acabar un post 🙂