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La jornada continua by Enguita

La mayoría de los que me seguís habitualmente sabéis que no acostumbro a acudir a muchos actos o charlas sobre temas educativos. A veces hago una excepción y éste fue el motivo, además de poder conversar un rato con un compañero de profesión sobre sus vicisitudes, alegrías y tristezas desde que accedió a la dirección de su centro, por el cual me fui a ver a Mariano Fernandez Enguita a Onda. Bueno, más que a verle fui a escucharle. Quería saber su discurso acerca de la Jornada Continua. Bueno, más bien acerca de los motivos por los que tiene para oponerse a la misma (no lo digo yo, es algo por lo que lleva posicionándose desde hace mucho en su altamente recomendable blog).

Fuente: http://www.diariodemallorca.es

El discurso de Enguita se centra fundamentalmente en la falta de estudios científicos que defiendan la Jornada continua y en que, la misma, es sólo una reivindicación laboral de los docentes. Algo que fue repetido hasta la extenuación y que, como siempre sucede en contextos donde hay gran cantidad de personas que pertenecen a la profesión ampliamente criticada por el ponente, recibía cada vez unos mayores murmullos en la sala. Eso sí, la mayoría de padres encantados con la disertación.

Pero vayamos al núcleo de la argumentación. A la existencia de estudios científicos sobre los ritmos circadianos que afirman tajantemente que las peores horas para dar clase -o para que los alumnos aprendan- es de una a dos y que, por la tarde, se empieza a recuperar la atención. Mitos acerca de las necesidades de descanso de los adolescentes (que, por lo visto, necesitan más horas de sueño para rendir correctamente) y, cómo no, la disminución de resultados académicos que se han dado en los pocos estudios que existen en nuestro país. Por cierto, en el turno de preguntas se mencionó un informe de un proyecto piloto de jornada continua en la Comunidad Valenciana que frenó por motivos “pedagógicos” la extensión de la misma después de ver los malos resultados académicos de los alumnos en los centros experimentales.

También desmontó la pregunta de una docente que habló de los problemas, en determinadas partes del territorio, con las condiciones climáticas, haciendo la observación de que de una a dos hace el mismo o más calor que de tres a cuatro de la tarde. Sí, la verdad es que el discurso estuvo muy bien argumentado, con numerosa bibliografía y con un gran don de palabra y conocimiento del tema.

Por cierto, al final de su discurso propuso la posibilidad de establecer un sistema flexible en los centros educativos con una doble línea: una para los padres que elijan jornada continua y otra para los que la quieran partida. Eso siempre y cuando no quisiera establecerse otra guerra entre padres y docentes ante la posibilidad, en caso de aprobarse la jornada continua, tuviera que volverse para atrás.

Remarcable, eso sí, la intervención de un inspector, rodeado de compañeros, en el turno de palabras que dejó intuir a los padres que no se preocuparan que inspección siempre iba a estar a favor de ellos y en contra de los desmanes que pudieran darse por culpa de la presión que estaban ejerciendo los docentes. Y no, no estoy manipulando la afirmación o la intencionalidad de la misma.

En resumen un discurso y turno de preguntas en el cual no tuvieron cabida, como siempre sucede, los alumnos. Alumnos que permanecen al margen de cualquier decisión educativa que, por lo que se ve, sólo importa a padres por motivos laborales o posibilidad de dejar con alguien a sus hijos, docentes que tienen ganas de tener fiesta por la tarde y, cómo no, desidia de la administración que prefiere enfrentarnos a toda la comunidad educativa haciendo dejadez de funciones. Por desgracia el tema de la jornada continua tal y como se plantea es un error porque, al final, tiene muy poco que ver con la mejora de la calidad educativa. Si uno quiere hablar de jornada escolar, ¿por qué no planteamos de una vez cambios en el currículum, horarios y agrupamientos más allá de si deben darse en turno de mañana o de tarde? ¿No será porque realmente los alumnos nunca han importado y las decisiones que les afectan tienen más que ver con mediáticas, derechos laborales o concepción de los centros educativos como guarderías que con mejora educativa? Cada vez tengo más dudas sobre lo anterior.

Muy buena charla de Enguita pero, por desgracia, sobre un tema que no debería permitir las ponencias absolutistas y sí las mesas de debate. Eso sí, como he dicho antes, un tema menor para el alumno que monopoliza demasiados debates educativos.



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