Este año mi salud ha entrado en una dinámica extraña. Me siento como si mi sistema inmunitario hubiese montado un hotel para mochileros, en el que todos los virus son bienvenidos. Esto de pillarte un catarro cada vez que pestañeas tiene sus ventajas, como tener un master en antigripales y derivados, y no sentirte mal por tomarte tu tiempo para echar la siesta en las que tejes, duermes, o ambas cosas.
Me encantan los chales, cuanto más intrincados, mejor. Hasta he diseñado un par y se dice que reincidiré. Me gustan los meramente decorativos, pero también los enormes y calentitos en los que poder acurrucarme, y creedme, me han hecho mucha falta este año. Por el momento este es mi favorito. Ya se que es enorme y que vivo en Canarias, pero no veas el uso que le he dado este invierno.
Las fotos son en la azotea de mi casa con pelo de lunes por la mañana. Sorry :)