El miedo es un hombre sombrío, de risa profunda y mirada oculta bajo un sombrero de alas.
Carga un revolver en su mano derecha y me acosa mientras duermo, esperando a que despierte cada día para colocarme el cañon entre ceja y ceja.
Me perfora con su mirada, se burla de mis temores y acciona el gatillo. Mi cabeza queda hueca, como una pelota que se desinfla. Huesos destrozados, sangre y parte de mi cerebro queda sobre la almohada.
He muerto, y lo peor de todo, es que el asesino soy yo mismo. Mi propio miedo me asesina todos los días.