Get Even More Visitors To Your Blog, Upgrade To A Business Listing >>

CIENCIA AUTISTA



La prestigiosa revista Nature acaba de acoger un artículo en el que los autores concluyen que, a partir de imágenes cerebrales (RMN) obtenidas de bebés de 6 a 12 meses, hermanos de autistas, pueden pronosticar si serán también autistas. Lo han conseguido mediante análisis morfológico con redes neuronales artificiales. Su algoritmo predijo correctamente 30 de 37 diagnósticos de autismo (se supone que el “gold standard” es el que es, clínico con criterio DSM).

Al margen de discusiones potenciales de orden metodológico, estamos ante una doble repetición, la buena y la mala. No se entiende bien que se publiquen con tal rapidez resultados que debieran replicarse y extenderse, como los propios autores afirman, ya que no suponen ningún cambio en el orden preventivo o terapéutico. Parece haber una expectativa de reproducibilidad que haría aconsejable obtener previamente a la publicación. Por otro lado, se da lo que podría definirse como mala repetición en el sentido de insistir en un cierto “revival" frenológico. Por decirlo de un modo simplista, lo que se ve es que, si el cerebro se agranda aceleradamente, hay riesgo de autismo, algo que recuerda hallazgos relativos al trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH), un trastorno tan general que, de vivir ahora, tal vez los niños Einstein o Feynman fueran "adecuadamente tratados" con metilfenidato o algo parecido.

Un pronóstico que acierta en un 84% de casos es bueno, ciertamente, pero no lo parece tanto si ocurre en el ámbito de una población de riesgo. En este caso, parece procedente recordar al reverendo Bayes, quien resaltó la importancia de la probabilidad como grado de confianza y, por ello, el valor que puede tener, a la hora de hacer cálculos, la probabilidad a priori, que sería modificada por pruebas posteriores, según su tan celebre como poco usado teorema.

Pero hay algo preocupante en este tipo de aproximaciones, al margen del interés que, sin duda, ofrezcan. Se trata de la obsesión pronóstica frente al afán propiamente científico de explicar las cosas. Estamos ante una escala cuantitativamente muy reducida de un enfoque Big Data. De hecho, se anuncia tal propósito de acumular Datos y más datos similares en el mismo sentido (algo que, por otra parte viene haciéndose desde hace años). Y la aproximación Big Data puede resultar provechosa en pronósticos sin explicar absolutamente nada. En el mejor de los casos, tómense muchos datos relacionados y tendremos una predicción (por ejemplo, qué tipo de productos se comprará en una cadena de supermercados, a partir de datos estadísticos previos). En la peor de las situaciones, introduzcamos un montón de datos basura y tendremos un resultado basura. 

Es bueno poder pronosticar o diagnosticar situaciones aun cuando no se sepa por qué se producen. Por ejemplo, fue bueno poder diagnosticar el SIDA aun cuando no estuviera elucidado el mecanismo etiopatogénico y aunque no se dispusiera de un tratamiento adecuado. Al menos, podrían evitarse contagios. Pero la obsesión por obtener marcadores bioquímicos o de imagen y, a poder ser, genéticos, se hace delirante en el caso de los trastornos mentales. 

Se parte de algo considerado axioma: todo está en los genes y en lo que producen, el cerebro. Si el cerebro crece de más, ya tenemos un marcador. Si los estudios “genome wide" muestran loci genéticos asociados, aunque sean muchos y de efecto débil o dudoso, ya todo estará dicho. 

Si hay algo complejo, parece que es el cerebro. Relacionar su tamaño en un momento dado de la infancia con el autismo posterior parece una estimación tan grosera que hace evocar a Cesare Lombroso y su antropología criminal.

Parece que, por parte de muchos investigadores, obsesionados con publicar y conseguirlo nada menos que en Nature, se pasa de un legítimo estudio natural del autismo a hacer ciencia autista, una ciencia encerrada en un discurso que no ve más allá de genes que no se encuentran y de imágenes cerebrales burdas, y que asume como un hecho cierto y próximo la posibilidad de completitud. 

Lamentablemente será desde estas publicaciones que se sustentará una presión social hacia determinadas terapias para el autismo, el TDAH, la depresión o lo que sea, carentes de fundamento, pero con una supuesta base científica, tan científica de hecho que hasta Nature la recoge. 


This post first appeared on CERCA DEL LETEO, please read the originial post: here

Share the post

CIENCIA AUTISTA

×

Subscribe to Cerca Del Leteo

Get updates delivered right to your inbox!

Thank you for your subscription

×