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Tendencias demográficas, condiciones de vida y política de población en el Perú (Texto en edición progresiva)

https://goo.gl/yVgWcQ
Escribe: César Vásquez Bazán
Peruanos Mashco-Piro, habitantes de áreas cercanas al Parque Nacional de Manú, Madre de Dios, retratados en el año 2014


INTRODUCCIÓN


“Vengamos ahora a las verdaderas fuerzas, que consisten en la gente: pues que todas las fuerzas se reducen a ésta, y quien tiene abundancia de hombres, la tiene de todas aquellas cosas a las cuales se extiende la industria e ingenio del hombre…”
(Botero 1593, Libro Séptimo, 125-126)

I

Es cierto, la verdadera fuerza de una colectividad reside en su gente, en los hombres y mujeres que la componen. Ellos son el principio y el fin de la actividad destinada a la creación de riqueza. 

Desde la antigüedad, el hombre ha reflexionado sobre el trascendente tema del desarrollo demográfico, preocupado por las bondades e inconvenientes del Crecimiento poblacional. En estas meditaciones siempre han estado presentes, en forma más o menos explícita, determinadas concepciones del mundo, del “deber ser” de la organización de la sociedad y de conductas a seguir por el Estado.

Ideología y juicios de valor precedieron la enunciación de recomendaciones específicas en cuanto al crecimiento y tamaño de la población, entendidos como los más convenientes para la nación. Normalmente, tales sugerencias incluyeron definiciones en cuanto a las principales medidas que debería adoptar la autoridad estatal para el logro de los objetivos planteados.

La historia de las ideas demográficas bien podría iniciarse con el precepto bíblico de “creced y multiplicaos” o con las sugestivas advertencias de Platón y Aristóteles. Los filósofos atenienses, absortos en el análisis de los funestos efectos que ocasionarían los excesos o deficiencias del tamaño de la población sobre la moralidad del ciudadano griego y el buen gobierno del Estado, aconsejaron la ejecución de políticas que asegurasen el mantenimiento de una población “mediana”. Las medidas insinuadas buscaban regular el crecimiento demográfico y velar por la “calidad” de la descendencia. Incluyeron la prescripción de prácticas como el aborto y el abandono o exposición de los que nacieran deformes; la emigración forzada y la determinación de las edades más convenientes para las uniones matrimoniales, entre otras.

Siglos después, los escritores mercantilistas abundaron en tesis a las que se ha dado en llamar poblacionistas por el énfasis que acordaron al estímulo del crecimiento demográfico. Las razones que señalaron en apoyo de sus propuestas no pueden desligarse de las exigencias del naciente capitalismo comercial. Afirmaron que sería conveniente para un país disponer de mano de obra numerosa que en condiciones de reducida percepción salarial, pleno empleo y adecuada calificación, acrecentasen el output productivo y asegurasen la obtención de cada vez más importantes quantum de exportación. También recordaron que esta misma población estaría en capacidad de conformar los ejércitos necesarios para las guerras de conquista y defensa de los estados europeos de la época.

Las premisas mercantilistas fueron rebatidas a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, es decir con la aparición del capitalismo industrial. Malthus y sus colegas de la Escuela de Economía Política Clásica Inglesa se mostraron como decididos partidarios de la aplicación de frenos al crecimiento demográfico. Avizorando el ensanchamiento de la brecha entre la dinámica poblacional y el crecimiento de la producción de alimentos, pronosticaron la ocurrencia de funestas crisis en el devenir de la humanidad. A ellas contribuirían la limitada frontera agrícola de esos tiempos y la aparición de rendimientos decrecientes en las actividades vinculadas al cultivo de la tierra.

El desequilibrio entre la demanda por subsistencias y su insatisfactoria producción coadyuvaría a conducir a las sociedades “adelantadas y progresivas” al temido estado estacionario de crecimiento cero. Por eso, criticaron acremente la legislación de beneficencia vigente, a la que señalaron como responsable de reducir los obstáculos al crecimiento demográfico.

A su turno y desde una perspectiva histórica Marx enunciaría que todo modo de producción tiene sus propias leyes de población y que en la fase industrial del capitalismo regiría la ley del relativo excedente poblacional, como consecuencia de alteraciones cualitativas en la composición orgánica del capital.

Tras los enunciados marxistas seguiría una etapa de prolongado silencio respecto a la faceta poblacional de la especulación económica. Este coincidió con la persistente pérdida de interés de los economistas en el tratamiento de los problemas nacionales y el paralelo surgimiento del marginalismo, verdadera economía de escritorio que se adentró en la discusión de la asignación eficiente de recursos en un momento determinado, desdeñando la consideración de temas como el demográfico, que implicaban el tratamiento de aspectos de dinámica del sistema.

Se tendrá que esperar hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial para asistir al resurgimiento de la atención hacia los asuntos poblacionales en los círculos económicos. Ellos aparecieron dentro de la discusión de los problemas que envuelve el desarrollo de los países atrasados.

Sin embargo, las cíclicas convulsiones de la economía mundial durante el última cuarto del siglo XX hicieron pasar a segundo plano las discusiones sobre modelos de crecimiento y los debates sobre transformación estructural. Su lugar fue ocupado por la formulación de políticas de estabilización y ajuste en las que el manejo de la oferta monetaria, tipo de interés, Tasa de cambio, tasa de salarios y gasto fiscal resultó prioritario. El cambio demográfico y las políticas de población acentuaron su ausencia en el discurso profesional de los economistas. Una vez más, el falso dilema de si priorizar las demandas del corto o las del largo plazo indujo a la economía a incurrir en seria falencia.


II

En el Perú los temas demográficos no han atraído en forma significativa la atención de los economistas. Quizás esa sea la razón por la que el presente artículo pretende convertirse en una invitación dirigida especialmente a los estudiantes de Economía, para que ponderando el ejemplo de ilustres antecesores no se pierda de vista el análisis de la problemática poblacional dentro del quehacer de la profesión. Asimismo, las líneas que siguen intentaran justificar la necesidad de implementar en el país una política demográfica activa, dentro de los marcos de la planificación del desarrollo.

El primer capítulo busca delimitar una imagen genérica de los patrones y constantes demográficos del país, a pesar de reconocer que no se debe esperar que este modelo se observe de manera idéntica en todas sus clases sociales, regiones o áreas geográficas. Se examina en él las pautas de crecimiento de la población peruana y el comportamiento de sus determinantes fundamentales: la fecundidad, la mortalidad y la migración internacional. Se presenta también una breve descripción de la estructura demográfica por edades y de la distribución espacial de la población.

El segundo capítulo revisa de manera sintética las condiciones de vida de la población peruana. Se examina la situación del empleo en el país y el reto que implica afrontar la solución de la desocupación y subocupación vigentes en la actualidad. Se considera las dificultades que traen para la población la subsistencia de escenarios caracterizados por la reducida renta por habitante y la desigual distribución factorial, personal y regional del ingreso nacional. Termina este capítulo con la enunciación de algunas consideraciones respecto de la satisfacción de las necesidades de alimentación, vivienda, salud y educación de la población peruana.

El tercer capítulo discute la posibilidad de planificar con racionalidad y eficacia el desenvolvimiento poblacional del Perú, a fin de elevar las condiciones de vida de sus habitantes, mejorar los niveles de producción y productividad, acrecentar las oportunidades de empleo y distribuir de manera más equitativa la riqueza y el ingreso.

III

Esta nota introductoria se cierra con las mismas palabras con las que comenzó. Es cierto, la verdadera fuerza de una colectividad reside en su gente.

En su gente adecuadamente empleada, sin la amenaza del subempleo o la desocupación ni la afrenta de la persistencia del trabajo infantil.

En su gente disfrutando de un apropiado ingreso, distribuido con equidad.

En su gente consumiendo la cantidad y calidad de alimentos que proporcionen los mínimos de ingesta de calorías y proteínas recomendados por los organismos especializados, sin malnutrición generalizada ni desnutrición infantil.

En su gente viviendo en condiciones habitacionales dignas de seres humanos, con la infraestructura básica y de servicios propia del avance de los tiempos.

En su gente saludable, por la sustantiva reducción de la morbilidad atribuible a enfermedades infecciosas y la disminución radical de la mortalidad infantil y materna.

En su gente instruida y culta, donde las insuficiencias de atención, la mala calidad de la educación y el analfabetismo sean sólo recuerdos de situaciones ya superadas.

En esa gente radica la verdadera fuerza de una nación.

Capítulo I

TENDENCIAS DEMOGRÁFICAS DEL PERÚ

En lo que respecta a su población el Perú presenta tres rasgos definidos:

− En primer término, es una sociedad que acusa una tasa de crecimiento natural elevada, como resultado de una natalidad alta –aunque descendiente− y de una mortalidad en descenso progresivo. Esta característica se ha mantenido a pesar que en el último cuarto de siglo ha adquirido importancia creciente la emigración internacional.

− En segundo lugar, es un país con acentuado predominio de los estratos poblacionales jóvenes en su composición demográfica.

− En tercer lugar, es una nación de intensa movilidad geográfica interna del campo a la ciudad y de la sierra a la costa, la misma que ha conllevado a una creciente concentración humana en las zonas urbanas, especialmente en las grandes capitales.

Estas características demográficas se dan en el marco de un país que a mediados de 2016, distribuía sus 31,488,625 habitantes en 1,285,215.60 Km cuadrados de extensión geográfica, arrojando una densidad de 24.5 habitantes por kilómetro cuadrado, cifra inferior al promedio latinoamericano que es de alrededor de 30 habitantes por kilómetro cuadrado. El Perú es el sexto país de mayor población de la región −luego de Brasil, México, Colombia, Argentina y Venezuela− y el cuarto más extenso, tras Brasil, Argentina y México.

1. El crecimiento demográfico

Cuadro Nº 1

La primera característica estructural de la población peruana es su elevada tasa de crecimiento natural, proveniente de una natalidad alta −aunque descendiente− y una mortalidad en progresivo descenso. Las cifras mostradas en el Cuadro Nº 1 dan cuenta del referido dinamismo demográfico. Entre los años censales de 1940 y 1972 la población peruana se duplicó. Entre 1961 y 1993, la población del país creció 117%.

En el año 2016 se estima que la población asciende a 31 millones y medio de personas, incrementándose a un ritmo anual de 1.08%, lo que conduciría a que seamos más de 33 millones de peruanos en 2021, Año Bicentenario de la Independencia. De persistir esta propensión numérica, el país tendría 40.1 millones de habitantes en el año 2050, casi duplicando la población existente en 1990 (ver Cuadro Nº 2).

El vertiginoso ritmo de crecimiento demográfico del país alcanzó su punto más alto en 1963, llegando a registrar una tasa media anual de 2.94%. A partir de ese año el dinamismo poblacional inició un paulatino descenso, ubicándose en 2.09% en 1990 y proyectándose a 1.01% en el año 2020.


Cuadro Nº 2

El Cuadro Nº 3 permite observar, quinquenio a quinquenio, el rápido crecimiento demográfico del país, expresado esta vez en miles de habitantes. Entre 1950 y 1990 el incremento poblacional se acentúa a pesar que después de 1965 la tasa de crecimiento total comenzó a declinar. Entre 1985 y 1990, ecrecimiento total anual llegó a un máximo: el país aumentó su población en 450 mil nuevos peruanos cada año, con todas sus posibilidades futuras pero también con una amplia gama de necesidades apremiantes por atender: alimentación, vestido, salud, vivienda, educación, empleo, etc. En el quinquenio 2015-2020, esta cifra es de 335 mil personas, no obstante haberse reducido a 10.47‰ la tasa de crecimiento total.

Cuadro Nº 3

La información anterior revela el caso de un país con una elevada tasa de crecimiento demográfico anual, aún a pesar de su reciente tendencia decreciente. Se puede, a tal fin, compararla con sus similares de otros países, presentadas en el Cuadro No. 4. Para efectos de comparación internacional, se han utilizado las cifras del Population Reference Bureau.


Cuadro Nº 4

El promedio peruano de 14 por mil −con un crecimiento anual aproximado de 437 mil personas− contrasta con las tasas y magnitudes demográficas correspondientes a los países cuya información se incluye en el Cuadro. El incremento poblacional del Perú, medido en miles de habitantes, es similar al de Reino Unido y Argentina; es mayor que el de Japón, Francia y España, más que duplica al de Alemania y Chile, y es cuarenta veces mayor al de Cuba. En todos los casos, la tasa de crecimiento demográfico anual del Perú, medida en tanto por mil, es mayor que la de todos los países incluidos en el Cuadro Nº 4.

Las tasas de crecimiento demográfico más reducidas reflejan la influencia de diversos factores: un mayor  dinamismo económico, mejores sistemas educativos, distintos patrones culturales, diferentes pautas de comportamiento demográfico, y la práctica de acciones de planificación familiar, en especial de control de la natalidad. Se dan casos como los de Japón y España, en los que la tasa de crecimiento anual es negativa, lo que indica que la población total se está reduciendo. Puede comentarse la situación de Alemania cuya población total se incrementa gracias a la migración positiva neta recibida, siendo negativo (−3 por mil) su crecimiento natural (nacimientos menos fallecimientos). Es interesante señalar el caso de China. En este país se utilizan ampliamente métodos anticonceptivos como píldoras e inyecciones; el aborto es libre y legal; se practica la esterilización; se promueve al matrimonio tardío –se recomienda a los hombres casarse a partir de los 26 años y las mujeres a partir de los 23− y se sugiere limitar el número de hijos a dos por pareja.

Por otro lado, la tasa de reproducción neta de uno, índice que la fecundidad se encuentra sobre el nivel de renovación, es decir que las mujeres en edad de procrear tienen, en promedio apenas suficientes hijas para que las reemplacen en la población, recién se alcanzará en el quinquenio 2020-2025. Pasarán 60 años siendo necesario llegar al año 2080 para ubicar la población estacionaria, cuya magnitud hipotética se estima en 49 millones de habitantes. Debe precisarse que solo en ese año la tasa de natalidad será constante e igual a la tasa de mortalidad; la estructura por edades será igualmente constante y la tasa de crecimiento demográfico será igual a 0%.

Debe plantearse unas interrogante: ¿qué factores explican el cambio demográfico en el país? En otras palabras, ¿cuáles son las razones que han determinado la inicial tendencia ascendente de la tasa de crecimiento demográfico hasta 1965 y cuáles las que han originado su posterior descenso?

Como se podrá deducir, el crecimiento natural de la población peruana, es decir el incremento anual vegetativo que experimenta el país en el número de sus habitantes, es el resultado de la diferencia entre los nacidos vivos y las defunciones ocurridas. La tasa de crecimiento natural (TCN) puede definirse como la diferencia entre la tasa bruta de natalidad (TBN) o número anual de nacidos vivos por cada mil habitantes y la tasa bruta de mortalidad (TBM), que es el número anual de fallecimientos por cada mil habitantes en el mismo período. De esta forma se llega a:

TCN = TBN − TBM

La tasa de crecimiento natural es afectada por la migración internacional. En el caso del Perú, el crecimiento natural no coincide con el crecimiento demográfico total debido al impacto neto negativo de la migración internacional, efecto que comenzó a manifestarse en el quinquenio 1975-1980. Hoy en día los emigrantes superan de manera creciente a los inmigrantes y alteran el dinamismo poblacional natural del país. A la importancia cualitativa que revistió a lo largo de cinco siglos la inmigración española, africana, china, alemana y japonesa se une ahora el efecto numérico de la migración peruana hacia el exterior.

Se tratará a continuación de la fecundidad, la mortalidad y la migración en el Perú, las tres variables explicativas del cambio demográfico.

1.1. La fecundidad

La evolución de la fecundidad en cualquier país, por ser la variable más susceptible de alterarse de manera significativa, es la que determina en forma preferencial el crecimiento demográfico y la conformación de la estructura por edades de la población.

Por esta razón, no debe sorprender que el dinamismo demográfico del Perú se deba, en principio, a la elevada fecundidad de su población, a pesar de la tendencia decreciente observada en la natalidad por lo menos desde 1950.

Hasta 1950, la tasa bruta de natalidad (TBN), indicador por excelencia de la fecundidad, se mantuvo estacionariamente alta, en niveles cercanos a 50 por mil. Como se muestra en el Cuadro Nº 5, a partir de ese año la TBN acusó un persistente descenso. Es así como de registros de 47 por mil en el quinquenio 1950-55, se proyecta su reducción a 18 por mil durante el quinquenio 2015-2020 y a 12 por mil hacia mediados del presente siglo.


Cuadro Nº 5

A pesar de la sostenida reducción de la tasa bruta de natalidad, el número promedio de nacimientos anuales demostró un notable crecimiento, apreciable si se recuerda que su número en el período 2015-2020 −572 mil− es 50% mayor observado durante 1950-55 (384 mil). Este fenómeno resulta expresión del incremento poblacional, cuyo efecto contrarresta y supera la caída de la TBN.

La declinación del dinamismo demográfico del país puede comprobarse también a través del análisis de sus tasas de fecundidad y reproducción.

La tasa global de fecundidad (TGF) se define como el número promedio de hijos e hijas que tendría cada mujer si sobreviviese hasta el final de su período de procreación −alrededor de los 49 años− y tuviese descendencia en cada edad de acuerdo con las tasas prevalecientes de fecundidad específica por edades.

Durante el quinquenio 2015-2020 se estima para el Perú una TGF de 2.22, índice 68% por debajo del que fue observado entre 1950 y 1955.

Debe hacerse notar la presencia de diferencias regionales marcadas en materia de fecundidad, asociadas al grado de pobreza de la población y a los correspondientes niveles de alfabetización y escolaridad, como puede apreciarse en el Cuadro Nº 6.


Cuadro Nº 6

En el año 2004, según información de encuestas, las madres habitantes de áreas urbanas tenían 1.97 hijos, en tanto que las madres habitantes de las áreas rurales tenían 3.62 hijos. Las madres de las regiones serrana y selvática −en buena parte zonas atrasadas económicamente− tenían 2.77 y 3.43 hijos, respectivamente, en tanto que las de la costa tenían 2.26 y las de Lima 1.94. Por otro lado, en demostración que a mayor grado de instrucción disminuye el número de hijos, las mismas fuentes señalaban que madres iletradas tenían 4.30 hijos, madres con únicamente instrucción primaria tenían 3.60 hijos, madres con únicamente instrucción secundaria tenían 2.30 hijos, mientras que aquellas que contaban con estudios superiores tenían 1.50 hijos en promedio.

En cuanto a las tasas de reproducción, éstas observaron también un marcado descenso, consecuencia de las pautas de fecundidad observadas en las últimas décadas.

La tasa bruta de reproducción (TBR) o tasa de reemplazo, se define como el promedio de hijas que tendría cada mujer si sobreviviese hasta el final de su período de procreación, en ausencia de riesgos de muerte y suponiendo tasas fijas de fecundidad por edades. Este indicador se contrajo de 3.34 en el quinquenio 1950-1955 a 1.08, tasa a ser observada entre 2015-2020.

Similar tendencia registró la tasa neta de reproducción (TNR), es decir el número promedio de hijas que tendría cada mujer durante su vida fértil, suponiendo tasas fijas de fecundidad por edades y un conjunto fijo de tasas de mortalidad. La TNR se redujo de 2.15, entre 1950-1955, a 1.04, indicador a manifestarse en el quinquenio 2015-2020.

¿Cuáles son los principales factores que han determinado el comportamiento de la fecundidad en el Perú? Se puede establecer que éstos han sido:

a) Los bajos niveles de ingreso de las grandes mayorías del país, que influyen negativamente sobre los grados de alfabetización y escolaridad de la población, afectando su conducta reproductiva. Éste es, a no dudarlo, el factor clave del mantenimiento de elevadas tasas de fecundidad.

b) La inadecuada educación nacional, que no provee de adecuada formación para la vida ni imparte conceptos definidos en cuanto a familia y actividad sexual.

c) La incipiente difusión de la planificación familiar y las técnicas anticonceptivas. Información correspondiente al año 1981 señalaba que sólo 41% de las mujeres casadas entre 15 y 49 años de edad usaba anticonceptivos; que el 75% de ellas no deseaba tener más hijos y que entre 13 y 41% encontraba insatisfecha su demanda de anticonceptivos (ver Cuadro Nº 6).

d) La presencia de valores sociales poderosos, como el matrimonio a temprana edad; la búsqueda del hijo varón o de la “pareja de descendientes”, el deseo de tener una familia numerosa que proyecte para los padres una vejez relativamente segura desde el punto de vista económico, etc.

e) El mantenimiento de ancestrales regímenes de unión libre en las parejas.

f) La liberalización de las pautas de comportamiento sexual de la población, siguiendo conductas observadas en sociedades a las que se considera modelos a imitar.

La pobreza, la ignorancia, la liberalidad sexual y la escasa difusión de los medios anticonceptivos, en especial en los casos de parejas que no pueden sostener ni desean tener más hijos, han originado la extensión de prácticas inhumanas como son el aborto criminal; el abandono y maltrato de niños; el tráfico de menores e, inclusive, el infanticidio.

1.2. La mortalidad

La mortalidad en el país ha registrado sensibles descensos desde hace varias décadas como consecuencia de la relativa mejora observada en los niveles de salubridad. Su persistente declinación, así como las tendencias ya explicadas en materia de fecundidad, sustentan el elevado crecimiento poblacional del Perú.

En el Cuadro Nº 7 puede apreciarse como la tasa bruta de mortalidad (TBM), estimada en 21.58 per mil en el quinquenio 1950-55, se reduce a 5.68 per mil en el período 2015-2020, es decir en 73.7%. En el quinquenio 2045-2050 la TBM se ubicará en 8.49.

En correspondencia con el descenso de la tasa bruta de mortalidad manifestado abiertamente a partir de 1940, se ha producido un aumento en la esperanza de vida al nacimiento (EVN), es decir en el número promedio de años que viviría un recién nacido, si las condiciones de mortalidad vigentes al momento de su nacimiento persistiesen durante toda su vida. En efecto, mientras que entre 1950 y 1955 este índice se encontraba en 43.90 años, entre 2015 y 2020 se ubicará en 75.07 años y en el quinquenio 2050 en 79.07 años. No obstante estos progresos, debe señalarse que en el año 2015 los países capitalistas avanzados lograron alcanzar una esperanza de vida al nacimiento de 79 años.


Cuadro Nº 7
A la situación reseñada debe aunarse la existencia de diferencias regionales en cuanto a la mortalidad. La información estadística se presenta en el Cuadro Nº 8. Demógrafos del INEI (Vallenas 2009, 17-20) sugieren que en el quinquenio 2005-2010, los pobladores de áreas con baja mortalidad como Callao, Lima Metropolitana e Ica tenían una esperanza de vida al nacer de 76 años, similar a la de los países desarrollados, pero muy por encima de la que podía esperar un habitante de circunscripciones geográficas deprimidas económicamente, como Huancavelica (69 años). Asimismo, debe tenerse presente que un poblador de Lima Metropolitana mostraba una EVN superior a la de un habitante de la sierra o la selva.

Debe reconocerse también la existencia de leves diferencias entre las EVN masculina y femenina, en favor de esta última, en razón a la menor integración de la mujer en las actividades económicas y a la prevalencia de hábitos diferenciados de conducta.

Por otro lado, debe indicarse que la tasa de mortalidad infantil (TMI) acusa niveles elevados, a pesar de haberse obtenido progresos en su reducción durante los últimos decenios. Perú es una de las naciones latinoamericanas con TMI más alta. En el quinquenio 2015-2020 el índice mantiene un promedio de 16.60 por cada mil nacidos vivos; en 1950-1955 fue de 158.60 por mil. Mientras ésta es la realidad del país, el día de hoy la TMI en los países desarrollados alcanza magnitudes que en promedio no sobrepasan 5 por mil.

Cuadro Nº 8

1.3.  La migración

Hasta comienzos de los años noventa se consideraba que la magnitud de la migración internacional neta anual era nula y, por lo tanto, el crecimiento natural de la población coincidía con el crecimiento demográfico total.

En los primeros años de década de los noventa, diversos factores hicieron reconsiderar la validez de los supuestos de migración neta cero: la constatación de la cantidad de peruanos que viajaban al exterior y no regresaban; la creciente magnitud de las comunidades peruanas residentes en países fronterizos como Chile, Ecuador y Bolivia y en naciones como Venezuela, Argentina, Estados Unidos, España e Italia; más recientemente, el sustancial incremento del monto de las remesas enviadas por los peruanos en el exterior a sus familiares residentes en el país, cifra que el Banco Central de Reserva informó representaba 2,700 millones de dólares, aproximadamente, en el año 2011 (Sánchez 2012, 163).

Desde sus inicios, las razones de la emigración internacional de los peruanos fueron preferentemente económicas. Pueden señalarse los factores siguientes:

− El rápido crecimiento demográfico reseñado en las secciones anteriores hizo difícil encontrar empleo adecuado en el país; 
− La vigencia de salarios exiguos impidió alcanzar niveles de consumo superiores a los de subsistencia rudimentaria; 
− La migración interna de las zonas rurales hacia Lima y otras áreas urbanas, preferentemente costeñas, originó su crecimiento explosivo y desordenado, presionando sobre la provisión de servicios básicos y públicos, lo que llevó a los residentes de estas zonas a reflexionar acerca de la posibilidad de emigrar al exterior; y 
− Los efectos de la carencia de suficientes oportunidades de empleo y salarios adecuados se vio reflejada en la proliferación de la delincuencia, y la extensión de la inseguridad ciudadana y la corrupción. 

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática, entre 1930 y el año 2012 emigraron del país 3.6 millones de peruanos. Entre los años 1990 y 2011, los peruanos que emigraron al exterior ascendieron a 2.4 millones, aproximadamente (Sánchez 2012, 81)La migración internacional se mantuvo elevada en lo que lleva transcurrido el siglo XXI, estimándose que anualmente emigran, en promedio, más de 160 mil peruanos (Sánchez 2012, 79). La persistencia de los flujos migratorios hacia el exterior demuestra que el crecimiento macroeconómico primario-exportador inducido por las políticas neoliberales puestas en vigencia el último cuarto de siglo no se tradujo en la obtención de suficientes oportunidades de empleo, ni en incrementos salariales significativos.

El Cuadro No. 9 presenta información acerca de la cantidad de emigrantes peruanos residentes en países seleccionados. Al examinar las cifras debe tenerse en cuenta que son estimaciones con un grado mayor o menor de error debido, entre otros factores, a la emigración irregular, a la existencia de emigrantes que registran una elevada movilidad geográfica, y a la carencia de estadísticas oficiales detalladas.  


Cuadro Nº 9

La confluencia de factores como los señalados trajo consigo la aceptación que el Perú registra un saldo negativo de migración internacional neta anual, por lo menos desde mediados de los años setenta, tendencia que se ve reflejada en el Cuadro No. 10. Puede apreciarse que para los años 1950-1975 el INEI mantiene el supuesto de migración internacional neta cero. En los años posteriores se advierte cierta infravaloración, en particular a partir de 2010, pues si bien se acepta que el saldo de l


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