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La alcaldia por una balsa

El alcalde de la ciudad floridana de DeBary, Clint Johnson, anunció en marzo el plan de retornar de Cuba en una balsa, para así experimentar – según él – «lo que sienten los balseros cubanos» cuando hacen ese trayecto para llegar a los Estados Unidos. La Guardia Costera de ese país le ha hecho reiteradas advertencias, pero el hombre, aventurero como todo político, insiste en llevar a la práctica su «peregrinaje» a mediados de abril. Y así este fin de semana publicó unas fotos de su «entrenamiento» con el curioso artefacto que llama «balsa» en Intsagram.
«La práctica en el océano está completa… Cuba es lo próximo», comentó el astuto joven alcalde al publicar estas fotos.
Lo que no está claro es qué papel jugarán las Autoridades Cubanas con respecto «al plan balsa» de Johnson, si accederán a Dejarlo Entrar con «la miamense balsa» (muy diferente, por cierto, de las cubanas y criollísimas que nuestros conciudadanos se ateven a navegar); si, a la vez, luego de dejarlo entrar publicarán en el diario «Granma» la crónica amanuense de Este Individuo, o utilizarán la aventura del muy utilitario idiota para volver a recordar las «culpabilidades» del exilio, el gobierno norteamericano y los enemigos de Cuba.
La irresponsabilidad de este individuo no está en arriesgar su propia vida, que a fin de cuentas es su personal responsabilidad, sino de hacer una narración romántica de lo que es y ha sido, a lo largo de varios decenios,  verdaderamente una tragedia. Pero Miami, y los Estados Unidos en extensión, florecen de estas criaturas políticas.
Alguien, además, debería recordarle al señor Johnson que los cubanos que se han aventurado a cruzar ese estrecho tormentoso no tienen ni salvavidas, ni la tropa de periodistas que le hacen la crónica y lo fotografiarán en su decursar por las peligrosas aguas y probablemente le ayudarían en caso de enfrentar algún peligro, ni los recursos financieros y materiales de la muy vistoza balsa, como pueden ver en las fotos que publico, y mucho menos pueden estar fines de semanas en alta mar «entrenándose» para hacer el mediático cruce entre los dos paises.
Evidentemente, la pretendida aventura rosa de Clint Johnson tiene que ver mucho más con ganar mediática cobertura a su figura, tal vez con el futuro electoral muy cerca de sus costas, que con el pretendido afán de ganar experiencia en su papel de balsero neocubano. Lo mas bochornoso es que está haciendo de un verdadero drama social una novelada que muy bien pudiera tener un perfecto guión escrito en las oficinas cubanas del castrismo.
No, no estoy acusando a Johnson de ser espía o agente de Castro, pero su intención tiene todas las premisas perfectas para entregar, en las manos del aparato de propaganda del régimen, la cronica perfecta de cómo los mismos políticos norteamericanos utilizan a los cubanos como conejillos de india de sus propias ambiciones electorales.
En perfecto español, haciéndose el imbécil o practicando la imbecilidad política el señor Johnson le está entregando a las autoridades cubanas el ticket perfecto para abastecer de un mayor crédito a la maquinaria de engaño y descrédito del gobierno de Cuba.
Viendo a este individuo pienso que tal vez Henrich Heine tenía razón al decir que hay más tontos en el mundo que personas. Clint Johnson es uno de ellos.


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