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Las 4 Generaciones en los Proverbios

Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece. (Eclesiastés 1:4)

La palabra “Generación” tiene diversos significados. El Diccionario de la Real Academia Española la define como una “sucesión o serie de descendientes en línea recta”, “un grupo de personas que nacieron en años o décadas cercanas, y que por haber recibido influencias educativas, culturales o sociales semejantes; se comportan de una manera similar”.

Bíblicamente el significado de la palabra “Generación” no difiere mucho de las definiciones anteriores: “Generación” viene del hebreo “Dor” que significa “círculo”. Se refiere a un grupo de personas o descendientes, que nació aproximadamente en un mismo tiempo (Génesis 7:1, Job 42:16). Hace también referencia a la gente que posee una forma similar de ser, generalmente heredada de sus antecesores. En la Biblia se refleja tanto la generación de malos (Deuteronomio 32:5-6, Mateo 17:17), como la generación de justos (Salmos 14:5, Salmos 112:2).

Esto quiere decir que “Generación” siempre se refiere a “personas”: Descendientes, familias, grupos, pueblos, naciones, etc. que ocuparon, ocupan, y ocuparán un espacio y un tiempo en el planeta tierra. El profeta Isaías, inspirado por el Espíritu de Dios, dijo:

Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.” (Isaías 40:8)

Esto fue confirmado por nuestro Señor Jesucristo cuando dijo:

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” (Mateo 24:35)

La Biblia es la Palabra de Dios. Es el libro más leído en el planeta Tierra. Su mensaje sigue siendo actual y el único que llena el alma del ser humano.

En el capítulo 30 del libro de los Proverbios, hay 4 versículos que hablan de las generaciones, los cuales inician con la frase “Hay generación” (en otras versiones de la Biblia dice: “Hay quienes” o “Hay personas que”). Estos versículos me impactan mucho, porque describen con gran exactitud la generación de personas que existe actualmente en la tierra; demostrando así la eternidad de las Sagradas Escrituras, su imperecedera vigencia, y su admirable precisión como la Palabra profética más segura (2 Pedro 1:19-21). El primero de estos versículos de los Proverbios dice:

Muchos adolescentes y jóvenes toman una posición de rebeldía contra sus padres, lo cual tristemente los lleva a su muerte espiritual y hasta física en muchos casos.

Hay generación que maldice a su padre Y a su madre no bendice.” (Proverbios 30:11)

Este versículo habla de una generación que maldice a sus progenitores. Son individuos que no aman, respetan, honran, ni bendicen al hombre que los engendró, ni a la mujer que los concibió y los dio a luz. Humanamente es difícil comprender cómo puede haber individuos así sobre la tierra, tan gobernados por Satanás en sus mentes y corazones, que ni a sus propios padres pueden hacerles bien; pero la verdad es que este versículo de Proverbios refleja una cruda realidad que desde tiempos antiguos se vivía, y se sigue viviendo con mucha más intensidad en nuestros días: Una generación de hijos ingratos.

Sabemos por la Biblia que el Señor le dio a Israel un mandamiento con promesa:

Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.” (Éxodo 20:12)

Este mandamiento también nos es dado a nosotros, la Iglesia, en el Nuevo Testamento en Efesios 6:2-3. Es de vital importancia entender que delante de Dios, la honra de los hijos hacia los padres es algo de gran valor, a tal punto que bajo la ley, en el Antiguo Testamento, dice:

Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá.” (Éxodo 21:17)

Cada año a nivel mundial los casos de violencia verbal y física de hijos contra sus padres van en desmedido aumento.

Ciertamente nosotros, si somos guiados por el Espíritu Santo, no estamos bajo la ley (Gálatas 5:18). Ningún padre en la actualidad es mandado por Dios a matar a su hijo si éste lo maldice. La razón por la cual mencioné ese versículo de Éxodo, es para demostrarte la gravedad que tienen ante Dios las malas actitudes de los hijos hacia sus padres; y que no se puede agradar al Señor si no honramos a nuestros progenitores (Proverbios 30:17). Todo hijo que maldice a sus padres está en pecado, y la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23), y aunque estemos bajo la gracia y no bajo la ley; el hijo que maldice a sus padres y no los bendice, tiene que saber que sus días no serán alargados aquí en la tierra. Todo lo contrario, es muy probable que su vida se apague (esto es: que termine antes de tiempo) como consecuencia de su pecado:

Al que maldice a su padre o a su madre, Se le apagará su lámpara en oscuridad tenebrosa.” (Proverbios 20:20)

Hija a punto de golpear a su anciana madre. Una triste realidad que existe en miles de hogares.

Es alarmante la cantidad de hijos que continuamente, en medio de sus enojos y malacrianzas, maldicen a sus padres sin ni siquiera sentirse mal por haberlo hecho. Pareciera increíble que en países como México, entre el año 2009 y 2010, hayan acontecido 8 casos de matricidios (Hijos que matan a sus propias madres). Muchos hijos dirán: “Pero yo no maldigo a mis padres verbalmente, y nunca pensaría en matarlos”; pero varios de estos hijos, aun siendo cristianos, les sirven más de maldición que de bendición a sus padres, por medio de sus malas actitudes y falta de amor hacia ellos. Por eso la Biblia dice:

El hijo necio es pesadumbre de su padre, Y amargura a la que lo dio a luz.” (Proverbios 17:25)

Si el hijo no honra ni obedece a sus padres, se convierte en un hijo necio, el cual es una carga pesada para su padre, y una profunda tristeza para su madre. Ningún hijo que esto haga con sus padres podrá irse con nuestro Señor Jesucristo cuando suene la Final Trompeta, porque ningún injusto ni maldiciente heredará el reino de Dios (1 Corintios 6:9-10).

El libro de Proverbios nos sigue enseñando:

Son muchas las personas en todo el mundo que optan por rechazar la Palabra de Dios. Principalmente porque no quieren que su pecado sea confrontado a la luz de las Sagradas Escrituras.

Hay generación limpia en su propia opinión, Si bien no se ha limpiado de su inmundicia.” (Proverbios 30:12)

Actualmente vivimos en una sociedad de gente que se cree limpia en su propia opinión. Una sociedad que enseña que cada individuo debe ser respetado y aceptado tal y como es, que prohíbe denunciar lo que es malo ante Dios, y que se predique en el Nombre de Jesús el arrepentimiento y el perdón de pecados (Lucas 24:46-47).

Hoy en día son comunes en diferentes países las protestas masivas en las que homosexuales, lesbianas, transexuales y bisexuales, sin ningún temor a Dios, exigen respeto a sus “preferencias sexuales”.

Vivimos en medio de una generación con llagas de pecado abiertas, que se queja y se enoja cuando alguien les pone el dedo en la llaga usando la Palabra de Dios. Al ver la sociedad en la que vivimos, me vienen a la mente los momentos antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra descrita en Génesis capítulo 19. La Biblia dice que los dos ángeles, por la insistente petición de Lot, se quedaron en su casa una noche (Génesis 19:1-3). Sin embargo, entre los muchos pecados de los habitantes de Sodoma estaba la homosexualidad, la cual practicaban tanto los adultos como los jóvenes de ese lugar, a tal punto que ellos quisieron conocer o tener relaciones sexuales con los ángeles:

Pero antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo.

Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos.” (Génesis 19:4-5)

Representación artística de Lot y sus dos hijas huyendo, por la misericordia de Dios, de la destrucción de Sodoma y Gomorra.

Lo más indignante de todo esto es que aunque Lot estuvo dispuesto a darles a estos hombres sus dos hijas, quienes eran vírgenes, para que ellos satisficiesen sus pervertidos deseos sexuales (Génesis 19:6-8), ellos no quisieron, porque eran homosexuales, sino que se encendió su ira en gran manera contra Lot:

Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te haremos más mal que a ellos. Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper la puerta.” (Génesis 19:9)

La pregunta que los hombres hicieron en Sodoma sobre Lot: “¿y habrá de erigirse en juez?”, significa: “¿Se levantará éste como juez sobre nosotros?” o “¿tendrá éste la categoría o estatus de juez sobre nosotros?”. Por eso, estos hombres se llenaron de ira contra Lot, ya que sentían que él los estaba “juzgando”.

Esa es la misma realidad de la gente en nuestros tiempos. El pecador no quiere que se le predique en contra de su pecado, porque se siente “juzgado”. Una de las formas más sencillas para ganarse un enemigo hoy en día, es diciéndole a alguien de frente que se arrepienta de su pecado. Por eso la Biblia dice:

El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta;

El que reprende al impío, se atrae mancha.” (Proverbios 9:7)

Los adolescentes y jóvenes se sienten generalmente “juzgados” por sus padres cuando éstos les llaman la atención. No entendiendo ellos que sus padres lo hacen por su bien.

¿Cuántos jóvenes se sienten juzgados por sus padres, familiares, pastores, profesores, y la sociedad en general? Cuántos se escudan detrás de frases tales como: “Déjenme vivir mi vida” o “no me importa lo que digan de mí”, haciéndose de esta manera, sabios en su propia opinión (Proverbios 3:7). Expresiones como éstas no son más que meras repeticiones de frases inventadas por el mundo, para el propio beneficio de la gente del mundo, y basadas en los rudimentos satánicos y paganos del mundo (Colosenses 2:8). Jehová Dios por medio del profeta Isaías nos advierte:

¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!

¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!” (Isaías 5:20-21)

Ulises Eyherabide, líder del grupo de “rock cristiano” Rescate, haciendo la señal de silencio. Ciertamente a los grupos que infiltran ritmos mundanos en la Iglesia nos les gusta ser denunciados ni “juzgados” por el mal que hacen.

Lo más lamentable de todo esto, es que la misma Iglesia se está creyendo limpia en su propia opinión (Apocalipsis 3:17). ¿Cuántos falsos profetas y falsos maestros tuercen las escrituras para su propio beneficio? Enseñándoles de esta forma a sus miembros a ser cabras en lugar de ovejas, predicándoles fábulas en lugar de la Palabra de Dios (2 Timoteo 4:3-4), y cuando alguien saca sus pecados a la luz por medio de las Sagradas Escrituras, hacen la misma pregunta que hicieron los hombres de Sodoma: “¿y habrán de erigirse éstos en jueces?”. Porque quien usa la Palabra de Dios para predicar, es catalogado por ellos como extremista, legalista, loco, anticuado, entre muchos otros calificativos (Mateo 7:26-27). Por eso, ellos preparan extensos “estudios” sobre “no juzgar”, ni hablar nada en contra de los supuestos “ungidos de Dios”, mientras los pecadores en el mundo, y dentro de sus mismas congregaciones, mueren engañados porque nunca conocieron la verdad de la Palabra de Dios (Oseas 4:6, Juan 8:32).

Los Proverbios también enseñan:

Estos últimos tiempos en los que vivimos, son también tiempos de gente con ojos altivos, quienes miran a los demás como inferiores a ellos mismos.

Hay generación cuyos ojos son altivos Y cuyos párpados están levantados en alto.” (Proverbios 30:13)

Estos postreros tiempos en que vivimos, son también tiempos de gente altiva. El adjetivo “altivo” significa “orgulloso o soberbio”. En este versículo de Proverbios se describe a la gente que tiene “ojos altivos”, es decir, personas que se creen importantes (Gálatas 6:3), y cuyos párpados se alzan con arrogancia. Esto significa que miran a otros como si todos los demás fuesen inferiores a ellos, lo cual es vanagloria (Gálatas 5:26, 1 Juan 2.16).

Aunque la Biblia enseña que todo hombre es polvo (Génesis 2:7, Salmos 103:14), hay personas hoy en día, jóvenes y adultas, quienes son tan altivas, que aun llegan a pensar y decir que ni siquiera de Dios tienen necesidad (Proverbios 10:32). Es más, la gran mayoría de ellas ni siquiera cree en Dios, ni le teme (Salmos 14:1). Los hombres que viven en nuestros días han alcanzado un nivel de conocimientos, habilidades, comodidades, y riquezas más alto que el de sus padres, y que el que tuvieron los seres humanos en general en generaciones pasadas. Esta explosión de conocimiento y ciencia ya estaba profetizada en la Biblia (Daniel 12:4), pero también la altivez de los hombres de antes y de ahora, ya estaba anunciada en la Palabra de Dios (Romanos 1:29-32, 2 Timoteo 3:1-5).

Líder ateo sosteniendo un letrero con un mensaje blasfemo. Traducción: “If Jesus returns, kill Him again.” – “Si Jesús regresa, mátenlo de nuevo.”

Recuerdo que en una ocasión, una amiga de los Estados Unidos, manifestó públicamente el estado de profunda depresión en que ella se encontraba. Teniendo en cuenta que si sé hacer lo bueno, y no lo hago, me es contado por pecado (Santiago 4:17), decidí compartirle el versículo que está en Eclesiastés 7:10, con una breve explicación, para ayudarle en la difícil situación que ella estaba atravesando; pero otra persona, un joven que también es de los Estados Unidos, a quien yo no conocía, hizo también un comentario, tratando de burlarse de la Palabra de Dios, y diciendo que lo que yo había aconsejado era únicamente para “gente del tercer mundo” como Nicaragua (donde yo vivo). Fue hasta después que yo me enteré de que ese joven era ateo. Por eso, repito la misma pregunta hecha por nuestro Señor Jesucristo: “…Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8)

Campaña para promover el Ateísmo, iniciada en Londres, Inglaterra, la cual se extendió a Estados Unidos, Brasil, y muchos otros países. Como se observará, invitan a la gente a vivir como quiera, poniendo en duda la existencia de Dios.

El Señor también me ha permitido conocer e interactuar con otras personas de diferentes naciones que poseen la categoría de “países desarrollados”, quienes residen en Nicaragua, y he podido notar que entre más preparación intelectual tienen estas personas, y cuantos más bienes materiales poseen, tanto más altivos contra Dios son; así como le pasó al rey Nabucodonosor (Daniel 4:29-32). Ciertamente no puedo generalizar, porque en toda nación Dios ha permitido que personas crean en Él, que tengan el Espíritu Santo, y que le sirvan, porque Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34-35); pero es triste saber que actualmente existen millones de personas, quienes al igual que el joven que mencioné antes, creen que Jehová es tan sólo un cuento o mito, y no el Dios Altísimo que Él es (Salmos 7:17, Salmos 83:18). Es lamentable que mucha gente pudiente alrededor del mundo, en su altivez, consideren que creer en Dios y buscarle es sólo para la gente de los países subdesarrollados, pobres, y con menos educación que ellos (Marcos 10:25), no sabiendo que sus propias almas le pertenecen a Jehová Dios (Ezequiel 18:4, Mateo 10:28).

La Biblia dice que Dios aborrece los “ojos altivos” (Proverbios 6:16-19), y también nos enseña:

Porque tú salvarás al pueblo afligido, Y humillarás los ojos altivos.” (Salmos 18:27)

Asimismo:

Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos.” (Isaías 5:15)

Las divisiones, contiendas, y competencias entre hermanos son constantes dentro de la Iglesia del Señor, dificultando la labor de los Pastores.

La sabiduría terrenal, animal y diabólica del hombre, lo hace vivir con celos amargos y contención en su corazón, por lo cual es comprensible que la gente del mundo se complazca en la altivez de ojos y en sus actitudes soberbias (Santiago 3:14-16). No obstante, lo más impactante es que la misma altivez de ojos y conducta soberbia se vean dentro de la Iglesia del Señor (1 Corintios 11:17-18). He hablado con Pastores, y también he escuchado a muchos de ellos testificando desde los púlpitos, que una de las cosas más difíciles de sobrellevar como Pastores, es tener que lidiar con las diferencias entre hermanos y grupos dentro de las congregaciones (por diferencias personales o “ministeriales”), a pesar de ellos enseñarles a sus miembros constantemente sobre la unidad en el Señor (Hebreos 13:17). Más que las pruebas, la división entre hermanos, es algo que carga y hace derramar muchas lágrimas a los Pastores. ¿Por qué la Iglesia del Señor se rehúsa a entender que la falta de perdón es orgullo? Y el orgullo es pecado. Por eso la Biblia dice:

Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado.” (Proverbios 21:4)

La persona que no perdona a su hermano, lo ve con ojos altivos, ya que para ella, su hermano siempre es el pecador e hijo de Satanás, pero ella misma, en su propia opinión, está limpia. Su altivez le impide ver que su hermano falla como ella misma también falla, y se niega a perdonarlo (Marcos 11:26, Colosenses 3:13). La persona que se empeña en no perdonar a su hermano simplemente tiene la forma de pensar de un impío, que sabiendo la Palabra de Dios, no la quiere obedecer (Mateo 5:46-48, Juan 14:24). ¿Será que muchos miembros de la Iglesia de Jesucristo se están engañando a sí mismos, creyendo que son salvos, cuando en realidad están cometiendo abominación ante Dios con sus ojos altivos? Si no practicamos el perdón al prójimo, podemos estar seguros de que así es (Mateo 7:21-23, 1 Corintios 15:1-2).

Sobre la cuarta y última generación mencionada en los Proverbios, se detalla lo siguiente:

Niño que vive en extrema pobreza ignorado por los transeúntes en una Ciudad Latinoamericana.

Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos, Para devorar a los pobres de la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres.” (Proverbios 30:14)

El sustantivo “pobre” significa: “Necesitado, que no tiene lo necesario para vivir.” “Menesteroso” es un sinónimo de “pobre” que se define como: “Falto, necesitado, que carece de una cosa o de muchas”, ambos términos se refieren a personas que padecen necesidad material.

En las Sagradas Escrituras, Jehová se presenta como un Dios, que en su perfecta justicia, está a favor de los pobres y menesterosos (Salmos 9:9, Salmos 72:13, Salmos 109:31). Nuestro Señor Jesucristo dijo: “Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis.” (Marcos 14:7), por medio de lo cual nos enseñó que la gente pobre y menesterosa siempre existirá sin importar en qué tiempos estemos viviendo, pero también nos exhortó a hacerles bien, como también lo dice Proverbios 19:17:

A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.

Jesús mismo recompensará a todo aquel que da algo a un pobre. Tristemente a muchas Iglesias parece habérseles olvidado esta promesa del Señor, y nunca ayudan a los necesitados.

Jehová promete que si alguien ayuda a un pobre, Él mismo le pagará a esa persona el bien que hizo en beneficio del pobre. Nuestro Señor Jesucristo, en el Nuevo Testamento, también nos dice que el bien que una persona haga por alguien que padece necesidad aquí en la tierra, es como si se lo hiciese a Él mismo ese bien, y Jesús mismo le dará la recompensa (Mateo 25:31-46).

Todo esto, no obstante, es completamente contrario a la generación descrita en Proverbios 30:14, ya que aquí se describe a personas injustas, que por su “privilegiada” posición económica y social, no respetan a Dios ni a la gente que padece necesidades (Santiago 2:6-7). Las descripciones simbólicas de los dientes y las muelas de estas personas injustas como espadas y cuchillos, hacen referencia a que para estas personas, los pobres y menesterosos representan sus fuentes de alimento, de las que pueden sacar provecho.

La opresión y el abuso de la gente más pudiente hacia los pobres y menesterosos se registra en varias ocasiones en la Biblia. Por eso, Dios le ordenó a su Pueblo Israel que no se aprovechara de los pobres al prestarles dinero, y que no les cobrara usura (Éxodo 22:25). Los pobres, en varias descripciones bíblicas, eran despojados (Salmos 35:10, Proverbios 22:22, Isaías 3:14), oprimidos (Proverbios 22:16, Eclesiastés 5:8, Amós 8:4-6); y hasta asesinados (Salmos 37:14).

Cada día millones de personas, por necesidad, se endeudan con los bancos, microfinancieras, y casas de empeño, solicitando préstamos a elevadísimas e injustas tasas de interés.

Estas terribles situaciones abusivas se siguen manifestando en nuestros días, con algunas modificaciones, que las hacen parecer más “normales” ante la sociedad. Por esa razón, no es raro encontrar bancos, microfinancieras, y casas de empeño, con planes de financiamiento injustos,  diseñados para aprovecharse de la necesidad de los pobres (Proverbios 28:8), y enseñorearse de ellos (Proverbios 22:7). Por eso la Palabra de Dios dice:

El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.” (Proverbios 14:31)

La cantidad de empleados que trabaja bajo condiciones de abuso y excesiva presión laboral aumenta cada día, debido a sus jefes, quienes aprovechándose de su necesidad de un empleo, atropellan su dignidad y los privan de sus derechos.

Asimismo, actualmente existen muchísimas empresas y jefes abusivos, que explotan a sus trabajadores, pagándoles salarios injustos, obligándoles a trabajar horas extras sin remuneración, robándoles sus prestaciones laborales, entre muchísimos otros atropellos; todo esto, usando como escudo y justificación, la pobreza y la necesidad que sus trabajadores tienen de un empleo (Jeremías 22:13, Isaías 58:3, también lea: Levítico 19:13, Deuteronomio 24:14, Malaquías 3:5, 1 Timoteo 5:18). Por ese motivo, en la Epístola de Santiago 5:1-6, el Señor, por medio de su siervo, profiere duro y penoso juicio contra los ricos opresores de los pobres.

Lobos vestidos de ovejas despojando a la gente de su dinero mediante la manipulación y el engaño en una Maratónica de “Enlace”, Canal 21.

Esta generación opresora de los pobres y menesterosos no incluye únicamente a los ricos incrédulos e injustos que están en el mundo. Dentro de la Iglesia hay falsos profetas y falsos maestros que les enseñan a los creyentes a poner el dinero como mediador entre Dios y los hombres en lugar de Cristo (2 Pedro 2:1, 1 Timoteo 2:5). Éstos engañan a las multitudes (2 Pedro 2:2), diciéndoles que para mover a Dios a misericordia hay que darle dinero, cheques, joyas, relojes, y todo tipo de cosas materiales, poniendo así lo material como fundamento de su fe en vez de Cristo (1 Corintios 3:11, 1 Timoteo 6:3-5). Estos falsos profetas y maestros no son más que lobos rapaces (Mateo 7:15) que con dientes como espadas y muelas como cuchillos devoran a los pobres en las Congregaciones, despojándolos aun de lo poco que tienen, haciendo mercadería de ellos por avaricia con palabras fingidas (2 Pedro 2:3). Uno de los ejemplos de tan grande corrupción es el Canal Enlace, donde ladrones con sacos y corbatas devoran a los pobres, menesterosos, enfermos, afligidos, desempleados, y endeudados, orientándoles que les envíen el poco dinero que tienen a ellos, para que Dios les haga un milagro, lo cual es una tremenda mentira y blasfemia, especialmente contra el Espíritu Santo, porque el Espíritu de Dios no se compra con dinero (Hechos 8:4-25).

Muchos jóvenes que se denominan “cristianos” les exigen a sus padres cosas caras, lujosas, e innecesarias; convirtiéndose así en devoradores espirituales y financieros de sus propios progenitores.

Aunque la Palabra de Dios nos enseña que debemos vivir sin avaricia y contentos con lo que tenemos ahora (Hebreos 13:5), hay muchos jóvenes quienes devoran a sus padres con sus exigencias y caprichos, lo cual también es necesario denunciar. Conozco a muchos jóvenes, quienes llamándose cristianos, demandan a sus padres: Ropa costosa, celulares modernos, comida rica, y lujos innecesarios; agobiando así a sus padres económicamente, aun a sabiendas de las luchas financieras que ellos pasan. Estos son los hijos mimados o consentidos que menciona la Biblia (Proverbios 29:15). Estos hijos ignoran voluntariamente que las riquezas materiales no dan la protección que Dios da (Proverbios 11:4, Proverbios 11:28, Proverbios 18:11, Proverbios 23:5), y que poder comer en paz el pan que está sobre su mesa, por humilde que éste sea, es una bendición de Dios (Proverbios 15:17, Proverbios 17:1, 1 Timoteo 6:6-10). Lo más vergonzoso de todo, es que muchos de estos jóvenes que devoran a sus padres de esta forma, ya están en edad de trabajar, pero no quieren hacerlo (2 Tesalonicenses 3:10-12), y ni les interesa aportar nada para su hogar, porque son perezosos (Proverbios 19:24); negando así su fe y haciéndose peor que un incrédulo (1 Timoteo 5:8).

Después de estudiar las cuatro generaciones o grupos de personas que aparecen en los Proverbios, y ver que todas estas generaciones practican cosas desagradables ante Jehová Dios (Proverbios 30:11-14); sé que muchos de los lectores podrían identificarse con una o varias de las generaciones estudiadas, o tal vez conozcan a alguien con características similares a las descritas en este mensaje. Sin embargo, las dos preguntas más relevantes para contestar en este punto son: ¿A qué se debe la insensible maldad de estas generaciones? ¿Habrá alguna esperanza para ellas?

¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? (Jeremías 23:29)

La respuesta a la primera pregunta es que la maldad de estas generaciones se debe a que éstas viven según la carne (Romanos 8:8), el Espíritu Santo de Dios no mora en ellas, y por lo tanto no son de Cristo (Romanos 8:9). Estos grupos de personas, quienes en muchos casos se denominan cristianos, todavía tienen un corazón de piedra, insensible a Dios y a su Palabra (Ezequiel 11:19-20, Ezequiel 36:26). El corazón de piedra representa al corazón endurecido contra Dios (Hebreos 3:7-11), del cual la Palabra de Dios dice:

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9)

El corazón sin Dios hace que el hombre sea hipócrita (Job 36:13), de pensamientos inicuos (Proverbios 6:18), orgulloso (Proverbios 21:4), miedoso (Isaías 35:4), malo e incrédulo (Hebreos 3:12), falso y rebelde (Jeremías 5:23), y profundamente idólatra (Ezequiel 14:3). Confiar en nuestro corazón es un suicidio espiritual. No hay diferencia entre un hombre incrédulo y uno cristiano, si el corazón del cristiano no ha sido transformado por el Espíritu Santo. El apóstol Pablo, inspirado por Dios, enseñó que Cristo debe morar en nuestros corazones por la fe. Por eso, en Efesios 3:14-19 dice:

Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

El Espíritu Santo de Dios es el único que nos puede enseñar a amar a Dios y a nuestro prójimo verdaderamente. El ser humano sin el Espíritu Santo jamás podrá tener ni reflejar el amor de Dios en él. -En esta imagen: Joven movido por el Espíritu Santo pidiéndole perdón a Dios por sus pecados.

Aquí se nos explica que el Espíritu Santo es quien nos fortalece interiormente con su poder, haciéndonos libres (2 Corintios 3:17), para que aborrezcamos el mal (Proverbios 8:13), y así, en santidad, poder tener a Cristo morando en nuestros corazones por la fe. Aquella persona que tiene al Espíritu Santo en ella, es como si tuviese a Cristo dentro de ella, porque el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son uno solo (1 Juan 5:7). El Espíritu Santo es quien establece, afirma (arraiga), confirma y asienta (cimienta) el amor de Dios en nosotros, por eso la Biblia nos ordena:

Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.” (1 Juan 4:7)

El Espíritu Santo es quien nos ayuda a comprender mejor la anchura, longitud, profundidad, y altura del amor de Jesucristo, quien nos amó y nos ama sin nosotros merecerlo (Romanos 5:8, 1 Juan 4:9-10); es entonces que podemos ser completamente llenos de Dios, y el que está lleno de Dios, cree profundamente que toda la ley y los profetas se resumen en amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, y con toda nuestra alma, y con toda nuestra mente, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:34-40). El hombre sin el Espíritu Santo simplemente no tiene la capacidad de amar sinceramente ni a Dios ni a su prójimo.

Si una persona está llena del Espíritu Santo y del amor que Él produce en ella, amará y honrará a sus padres, sabiendo que el mismo Espíritu que está en ella, dice en Su Palabra:

He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre. (Salmos 127:3)

Oye a tu padre, a aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.” (Proverbios 23:22)

La persona llena del Espíritu Santo aceptará con mansedumbre la instrucción y corrección de su padre y la dirección de su madre (Proverbios 1:8, Proverbios 6:20, Proverbios 13:24), procurará ser fuente de alegría y gozo para ellos (Proverbios 15:20, Proverbios 23:24, Proverbios 23:25), y cuando le llegue el tiempo de trabajar, recompensará a sus padres, sabiendo que esto es bueno y agradable ante Dios (1 Timoteo 5:4).

La persona que está llena del Espíritu de Jehová, con temor reverente sabrá y creerá lo que dice Juan 14:6:

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Sólo en Jesús, el Hijo del Dios Altísimo, hay perdón de pecados y salvación. – “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:12)

Aceptará la corrección bíblica (Proverbios 15:32), no se creerá justa ni limpia en su propia opinión, sabrá que la justicia del hombre es como trapo de inmundicia (Isaías 64:6), y reconocerá que sólo a través de Jesús y nadie más que Jesús, puede ser justificada ante Dios (Romanos 3:21-26), que sólo Jesús la puede reconciliar con Dios (2 Corintios 5:18-19, Colosenses 1:20-23), que sólo Jesús y nadie más que Jesús, le puede dar la potestad de ser hecho hijo de Dios (Juan 1:12-13), que únicamente Jesús le puede dar salvación (Hechos 4:12, Romanos 10:8-10), y que solamente Jesús la arrebatará al sonar de la Final Trompeta si está preparada (1 Tesalonicenses 4:13-18).

De igual forma, la persona llena del Espíritu de Dios, será capaz de entender que si ella mira a su prójimo con ojos altivos, hay un Dios que mira sobre todos (Proverbios 15:3), el cual no se agradará de su altivez:

Representación artística de la parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18:9-14). El fariseo, ejemplo de altivez y confianza en sí mismo. El publicano, ejemplo de humildad y dependencia de Dios. ¿Con cuál de los dos te identificas tú?

Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos.” (Salmos 138:6)

Siendo Jehová excelso (muy elevado, alto, eminente) e incomparable (2 Crónicas 6:14, 1 Reyes 8:23, Salmos 86:8) dice la Biblia que Él, en su grandeza, gloria, y majestad, atiende al humilde, y le da de su gracia (Proverbios 3:34, Santiago 4:6); pero el altivo es visto de lejos por Él. Por tal razón, la persona llena de Dios será humilde y sabia (Proverbios 11:2) para no tener a Dios en contra suya (1 Pedro 5:5), sino a su favor (Salmos 147:6, Salmos 149:4, Isaías 57:15). Vivirá unánimemente con sus hermanos (Romanos 12:16), y nunca olvidará que el que se exalta a sí mismo será humillado por Dios (Lucas 14:11), pero que Dios mismo consuela a los humildes (2 Corintios 7:6). Jesús quiere que seamos mansos y humildes de corazón como Él (Mateo 11:29), porque Dios salvará a los humildes de ojos (Job 22:29), por eso, no usemos nuestros ojos para ver con altivez a los demás, sino que pongámoslos únicamente en Jesucristo, el Autor y Consumador de nuestra fe (Hebreos 12:2).

Por otra parte, no es bueno que el cristiano se sienta mal por ser pobre económicamente. Quien está lleno del Espíritu Santo, con certeza y convicción creerá que Jesús ciertamente vino a anunciar el evangelio a los pobres (Lucas 4:18, Lucas 7:22), y la Palabra de Dios nos enseña:

Foto del famoso actor Robin Williams, quien se suicidó por ahorcamiento el 11-agosto-2014. A pesar de tener fama y mucho dinero, vivía profundamente deprimido. Por eso, nuestro Señor Jesucristo pregunta: ” Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26)

Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?” (Santiago 2:5)

Si bien los pobres y menesterosos, como estudiamos antes, son muchas veces oprimidos por los ricos; el Señor dice que los pobres son elegidos por Él (aunque muchos falsos profetas y maestros los llamen “malditos”), para ser ricos en fe, porque el que tiene a Cristo es rico espiritualmente, aunque sea pobre materialmente (Apocalipsis 2:9, Filipenses 4:19), pues Cristo le da la salvación de su alma y bendiciones espirituales que no se compran con dinero (Salmos 49:6-9, Mateo 16:26, Efesios 1:3-14). Asimismo, Jesús llama “bienaventurados” a los pobres, y dice que el reino de Dios es de ellos (Lucas 6:20). Por eso Dios llama a la humanidad a acercarse a Él sin dinero (Isaías 55:1). No obstante, esto no significa que por ser pobre alguien será salvo, claro que no; porque la pobreza que vale ante Dios para heredar su reino, es la “pobreza de espíritu” (Mateo 5:3); esto es, que debemos tener una actitud de total dependencia (Jeremías 17:7, Mateo 6:11, Juan 15:5, Santiago 4:15) y humillación ante Dios (Salmos 51:17, Santiago 4:10, 1 Pedro 5:6). ¡Nunca olvidemos que tan sólo somos polvo y ceniza! (Génesis 18:27)

No sé si leerás este mensaje en el año 2015 o en otro año, pero es mi más profundo deseo que puedas entender y aceptar que la Única Esperanza para nuestra generación y las futuras generaciones se llama Jesucristo, quien nos dice a todos:

Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.” (Marcos 8:38)

Representación artística de la defensa del apóstol Pablo ante Félix (Hechos 24:1-27). Desde que nuestro Señor Jesucristo lo llamó, Pablo nunca se avergonzó de su Señor ni de Su evangelio. Por eso dijo: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.” (Romanos 1:16)

Nosotros no hemos sido llamados para avergonzarnos de Jesús, sino para anunciar con amor, denuedo, y gratitud Sus virtudes a un mundo que está muriendo sin Él (1 Pedro 2:9-10). Miles de personas aún necesitan que alguien les predique (Romanos 10.13-14) sobre la misericordia del Dios Altísimo, la cual es de generación en generación para los que le temen (Lucas 1:50). Al escribir estas líneas, no puedo evitar preguntarme: ¿Dónde estaría yo, si Dios no hubiese permitido que alguien me predicara la verdad de las Sagradas Escrituras? (Salmos 119:160, Juan 8:32, Juan 17:17)  Y te pregunto: ¿Dónde estarías tú? Por lo cual, al igual que el Salmista, te puedo testificar:

Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.” (Salmos 100:5)

Sobre la generación en medio de la que vivimos, la Biblia dice que ésta es mala, adúltera (Mateo 12:39, Mateo 16:4) y perversa (Hechos 2:40). Una generación que insiste en olvidarse de Dios, no sabiendo que Dios, su Nombre, su memoria, su alabanza, su reino y su señorío permanecerán de generación en generación (Salmos 45:17, Salmos 79:13, Salmos 102:12, Salmos 135:13, Salmos 145:13, Salmos 146:10, Lamentaciones 5:19, Daniel 4:3). Sin embargo, aunque millones de personas alrededor del mundo se rehúsen a amar a Dios, y pequen deliberadamente contra Él cada día, no es una justificación para nosotros imitarlas. Aun si nuestros padres y abuelos fueron o son rebeldes contra Dios, no debemos imitarlos en su conducta desobediente. Al igual que al Pueblo de Israel, el Señor nos habla diciendo:

Y no sean como sus padres, Generación contumaz y rebelde; Generación que no dispuso su corazón, Ni fue fiel para con Dios su espíritu.” (Salmos 78:8)

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 corintios 5:17)

No debemos conformarnos a este siglo (Romanos 12:2), más bien nuestros padres, familiares, amigos, y todas las personas que aún no tienen a Jesús como su Señor y Salvador, tienen que ver el testimonio de Cristo en nosotros (2 Timoteo 1:7-8, Apocalipsis 19:10). Ellos tienen que convertirse a nosotros y no nosotros a ellos (Jeremías 15:19). No olvidemos que esta generación es una “nube de testigos” (Hebreos 12:1) que ve todo lo que hacemos; y que nuestro modo de vivir en Cristo, será en muchos casos, la única Biblia que esta generación leerá (2 Corintios 3:2-3). ¡Demostrémosle a esta generación habladora (Mateo 11:16-19) que nos rodea, que Cristo verdaderamente nos ha hecho nuevas criaturas en Él” (2 Corintios 5:17) ¡Amén!

Ignoro si estás mal con Dios, más Él lo sabe, pues todas las cosas están desnudas y abiertas delante de Sus ojos (Hebreos 4:13). Pero si estás con vida, y leyendo este mensaje, es porque la fidelidad de nuestro Dios es de generación en generación (Salmos 89:1, Salmos 119:90). Dios quiere que te acerques a Él por medio de Jesús (Hebreos 7:25), que te entregues enteramente a Él, y Él será tu refugio de generación en generación (Salmos 90:1). ¡Tienes vida, y por lo tanto aún hay esperanza para ti, vuelve a Jesús hoy! (Eclesiastés 9:4)

A todo aquel que se siente sucio e indigno de acercarse al Señor, le recordamos lo que la Palabra de Dios dice: “Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.” (Marcos 2:17). ¡Ven a Cristo hoy!

El Nuevo Pacto es en la Sangre de Jesús (Lucas 22:20), y fue confirmado con Su muerte (Hebreos 9:13-15, Hebreos 9:17); y mediante este Nuevo Pacto, tú puedes hoy ser perdonado de tus pecados por medio de la Sangre de Jesús que nos limpia (Hebreos 9:28). Pídele perdón a Dios hoy por medio de Jesús. Pídele que te dé su Santo Espíritu, y como Padre Amoroso que Él es, en Su tiempo, te lo dará (Lucas 11:13). El Nuevo Pacto sigue vigente y está en la memoria de Dios, porque Dios se acuerda de su Pacto y de su Palabra por mil generaciones (1 Crónicas 16:15, Salmos 105:8). Eres tú el que tiene que acordarse de su Dios hoy (Eclesiastés 12:1) y venir a Él hoy para recibir el perdón de tus pecados y la salvación de tu alma. ¡Mañana puede ser muy tarde!

Como cristianos, nunca debemos olvidar que la voluntad de nuestro amado Señor Jesucristo es que seamos la luz del mundo (Mateo 5:14-16), para que el Espíritu Santo nos use sacando a muchas almas de la oscuridad espiritual en que se encuentran. ¡Amén!

Aunque sólo Dios el Padre sabe cuándo vendrá Jesús por su Iglesia (Mateo 24:36); por las señales y la gran apostasía que se ven en esta generación, es muy probable que nuestra generación, sea la generación que no pasará hasta que todo lo profetizado en la Biblia acontezca (Mateo 24:34). ¡Jesús viene pronto por su Iglesia! ¡Nuestro Dios es temible de generación en generación! (Salmos 72:5) ¡Ponte a cuentas con Él hoy! Dios quiere librarnos de esta generación mala y perversa (Salmos 12:7) ¡Preparémonos hoy para el sonar de la Final Trompeta! ¡Amén! Por lo tanto:

Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.” (Filipenses 2:14-16)

Les ama en Cristo,

Hno. Diederik Maynard

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