Cuando hablamos de llevar una dieta adecuada y equilibrada para mantener nuestro organismo lo más sano posible siempre pensamos en las vitaminas, en la grasa para darnos fuerzas, en los minerales… Pero pocas veces se le presta atención a la fibra, un componente indispensable en cualquier dieta que se precie, y que deberíamos valorar mucho más de lo que lo hacemos, ya que su importancia es capital.
La podemos encontrar en alimentos como los cereales y todos sus productos sucedáneos (pan, pasta, etc…) y es la que conocemos como fibra no soluble, pero también está la fibra soluble, que se encuentra en verduras, frutas y hortalizas, aunque eso sí, en menor medida. Ambas ayudan a trabajar a nuestro estómago a la hora de hacer la digestión, pero la soluble puede provocar ciertos gases y malestares si se toma en exceso.
La Fibra se encuadra dentro de los hidratos de carbono, y por tanto, nos aporta también bastante energía, además de conseguir una sensación de saciedad que puede ser muy útil en una dieta. Previene enfermedades como el cáncer de colon o el colesterol, y ayuda a reducir y mejorar el tránsito gástrico.
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