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III DESCARTES Y LA CAUSALIDAD

III DESCARTES Y LA CAUSALIDAD

Por Antonio Hidalgo Pedraza

"

"¿ Qué soy, pues? Una cosa que piensa. ¿ Qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, entiende, concibe, afirma, niega, quiere, no quiere y, también, imagina y siente" ( Meditación segunda, en "Discurso del método. Meditaciones metafísicas" de Descartes, tradución de Manuel García Morente. Ediciones Austral,Barcelona,2010, p. 131

Antes de continuar con la investigación comenzada en la cuarta parte del "Discurso del método", hacemos una parada ineludible en la segunda de las "Meditaciones metafísicas". Descartes dejó el día anterior todas sus dudas como si esperase que en la noche la lechuza de Minerva fuese vigía de lo que dejasen inacabado los durmientes que se entregan a los sueños. Pero nos despierta en la segunda meditación proponiéndonos una "quaestio infinita" después de haber terminado llevándonos a la perplejidad de la duda en la primera y que también nos recuerda en el comienzo de la segunda:

" Quid igitur erit verum? Fortassis hos unum, nihil esse certi" ( ibidem Adam & Tannery ,p. 24) . García Morente lo tradujo así: " ¿ Qué, pues, podía estimarse verdadero? Acaso nada más sino esto: que nada hay cierto en el mundo" ( ibidem García Morente, p. 128)

La cuestión que nos propone Descartes al despertar, al filo mismo del acantilado de la duda , es doble: en primer lugar si hay alguna "cosa que sea cierta e indudable" (ibidem, García Morente, p. 127) y, otra segunda, no menos importante, pues atraviesa toda la meditación, a saber: ¿ de dónde procede todo lo que es dudoso?

La tesis cartesiana a la primera cuestión es claramente conocida de todos. " No cabe, pues, duda alguna de que yo soy...y, por mucho que me engañe, nunca conseguirá hacer que yo no sea nada, mientras yo esté pensando que soy algo" ( ibidem. García Morente, p.128. Corregido por mí)(1)

Pero la cuestión no acaba en este punto pues se trata de indagar " qué sé que soy" (ibidem, García Morente, p.130)Lo afirma el mismo Descartes y toda la segunda meditación está repleta de reflexiones que se realizan, como diría el mismo autor, para "prendre garde" a fin de dejar algo en claro. Y esto lo encontró muy claro Baruch Spinoza.

El sefardita nos dice lo siguiente: " ...hay que saber, además, qué somos. Ya que, una vez entendido esto clara y distintamente, no confundiremos nuestra esencia con otras... ( Descartes) trae a la mente todos los pensamientos que antes tuvo de sí mismo, como que su alma es algo exiguo, a modo de viento, de fuego o de éter; difuso entre las partes más densas del cuerpo, y que el cuerpo le es mejor conocido que el alma y que es percibido más clara y distintamente. Y comprende que todo esto está en pugna con lo que hasta ese momento había entendido. En efecto, de su cuerpo podía dudar, pero no de su esencia, en cuanto pensaba. Añádase a ello que estas cosas no las percibía ni clara ni distintamente y que, por lo mismo, por exigencias de su método, debía rechazarlas como falsas" ( Principios de filosofía demostrados según el método geométrico. Parte I. Introducción. Spinoza. Alianza Editorial 2014, pp 175,176)

Estas palabras del sefardita nos alientan a pensar que Descartes nos quería decir que lo involuntario era todo lo que de su actividad noética debía sustraer como preso por la duda metódica en ese propósito suyo que no mucho se apartaba de la esencia de la dialéctica platónica que, como el mismo García Morente nos dice en sus "Lecciones preliminares de filosofía", consiste en una captura por cerco de lo esencial de una realidad.

Y Spinoza nos lo confirma en su comentario sobre la "quaestio" tan cartasiana sobre el conocimiento claro y distinto del ser del sujeto. Nos dice que es preciso no confundir lo que yo soy con nada de que pueda caber duda. Obviamente, en esto, se mantiene muy fiel al espíritu de lo que escribe Descartes:

" debo tener mucho cuidado de no confundir... alguna otra cosa conmigo, y de no equivocarme en este conocimiento... más cierto y evidente" ( ibidem, García Morente, p. 128)

El proceder de Descartes para indagar ese ser autorreferente que llamamos sujeto o yo es reductivo, en concordancia con la segunda regla del método, el análisis. Y así deben entenderse estas palabras: "restaré de mis antiguas opiniones todo lo que pueda combatirse... con las razones anteriormente alegadas" ( ibidem, García Morente, pp. 128-129) Es decir, en la indagación sobre aquél que discurre en primera persona se requiere excluir todo lo que pueda ser representado ( Descartes utiliza aquí el verbo "effingo" o imaginado). Se trata de dejar en cuarentena los contenidos noemáticos de nuestro pensamiento, ya no sólo aquellos en los que se pierden las controversias dialécticas de los escolásticos ( los universales en cuanto " nominalia"), como cuando preguntando " ¿ Qué he creído ser, pues, anteriormente?" se me responde que soy "hombre" o "animal racional". También habrá que dejar en cuarentena, hacer " epojé" contodo lo que de sí mismo sepa el sujeto sensoperceptivamente. Es decir, todo aquello que de sí conoce un sujeto de modo adventicio, como era del gusto decir a Descartes. Y para constatarlo selecciono dos textos, anteponiendo el comentario de Spinoza al de Descartes:

" No pudiendo, pues, entender que esas cosas le pertenecieran a él, tal como hasta ahora se conoció, prosigue indagando qué es lo que le pertenece estrictamente a su esencia: aquello de lo que no había podido dudar y en virtud de lo cual se veía obligado a afirmar su existencia. De este tipo son: que quiso evitar equivocarse; que deseó entender muchas cosas; que dudó de todo lo que no podía entender; que hasta el presente sólo afirmó una cosa; que todo el resto lo negó y rechazó como falso; que también imaginó muchas cosas sin quererlo, y que descubrió que muchas cosas procedían de los sentidos. Y como de cada una de estas cosas podía derivar con la misma evidencia su existencia y no podía contar a ninguna entre aquellas de que había dudado ; y como, finalmente, todas ellas se pueden concebir bajo el mismo atributo, se sigue que todas estas cosas son verdaderas y pertenecen a su esencia. Por consiguiente, cuando había dicho " pienso" en ello iban incluidos todos estos modos del pensar, a saber: dudar, entender, afirmar, negar, querer, no querer, imaginar y sentir" ( ibidem, Spinoza, p. 176)

Descartes nos proporciona ejemplos muy claros sobre esto : " Vamos, pues, a los atributos del alma, y veamos si hay alguno que esté en mí. Los primeros son alimentarse y andar; mas si es cierto que no tengo cuerpo, también es verdad que no puedo ni andar ni alimentarme. Otro es sentir; pero sin cuerpo no se puede sentir y, además, me ha sucedido anteriormente que he pensado que sentía varias cosas durante el sueño, y luego, al despertar, he visto que no las había efectivamente sentido" ( ibidem, Descartes, trad. por García Morente, p.130)

En este proceder reductivo,analítico, Descartes nos dice que para alcanzar una concepción clara y distinta del yo es preciso apartar toda idea que fuese oscura y confusa. Y lo afirma así: " Por tanto, conozco manifiestamente que nada de lo que puedo comprender por medio de la imaginación, pertenece a ese conocimiento que tengo de mí mismo, y que es necesario recoger el espíritu y apartarlo de ese modo de concebir, para que pueda conocer él mismo, muy detenidamente, su propia naturaleza" ( ibidem, Descartes, trad por García Morente, p.131). Así que dejando apartado como dudoso, ya sea por la hipótesis del sueño o por la de un ser "en extremo poderoso" y que pudiese habernos hecho para engañarnos, todo cuanto nos representamos sobre nosotros (2), lo que destella como indubitable es que los distintos modos de mi actividad consciente me dicen que soy una cosa que se concibe por lo que les caracteriza, es decir, el sujeto que piensa. Y, siendo así, considera su cuerpo como algo tan extraño o más que la imagen reflejada en un espejo. Algo de lo que puedo fingir que no soy por pensar motivos para ello. Motivos que en mí están, que yo puedo idear, que en mí tienen su razón de ser para plantearlos.

¿ Por qué puedo pensar que sea una ilusión mía todo aquello que con inminencia e inmediatez percibo como parte de mí, como esta mano que ven mis ojos y siento que muevo? Atención: no sólo por poder preguntarme si hay " cierto geniecillo en extremo poderoso y por, decirlo así, maligno y astuto, que dedica todas sus fuerzas e industria a engañarnos" (ibidem, Descartes, trad por García Morente p.129-130). Es por desconocer las causas de las que provienen esos efectos que son ideas que parecen llegarme del exterior a través de las afecciones de mis sentidos. Pero de no saber distinguir clara y distintamente qué explicación causal sea correcta, porque puedo pensar que se trata de un sueño o de la obra de un geniecillo maligno, por lo mismo, también podría pensar que todo fuese obra de mi propia mente.

Y como estamos siguiendo el problema de la causalidad en el albor de la filosofía moderna y no simplemente comentando a Descartes, ruego se me disculpe si retorno a Spinoza, en el pasaje donde nos dice:

" Aquí hay que señalar, en primer lugar, algo que será de gran utilidad en lo que sigue, al tratar de la distinción entre el alma y el cuerpo, a saber: 1º) que estos modos de pensar se entienden clara y distintamente sin los demás de los que todavía se duda; 2ª) que el concepto claro y distinto, que de ellos tenemos, se hace oscuro y confuso, si quisiéramos añadirles algo de lo que aún dudamos" ( ibidem, Spinoza, pp. 176-177)

En definitiva, en esta meditación, Descartes nos pide que en la búsqueda de lo primero evidentemente verdadero ( lo que es el yo) se adecue la inteligencia consigo misma, lo cual es lo mismo que decir que se adecue con su ser con pleno conocimiento de su adecuación, i.e., con certeza completa. Si continuamos leyendo su segunda meditación comprobamos que dirige la reflexión hacia una especie de "conversio ad phantasmata", pasando de hablar del cuerpo humano a la cera, como dándole "rienda suelta y dejándole en libertad"( 3) pero todo ello para replegar, flexionar y hacer regresar ( reditio) la inteligencia sobre sí misma a fin de apercibirse "distintamente"de cuanto depende de sí, es decir, de todo aquello de lo cual indudablemente puede afirmarse como causa de su obrar. Y por ello nos dice: " Por último , soy el mismo que siente, es decir, que percibe ciertas cosas, por medio de los órganos de los sentidos, puesto que, en efecto, veo la luz , oigo el ruido, siento el calor. Pero se me dirá que esas apariencias son falsas y que estoy durmiendo. Bien; sea así. Sin embargo, por lo menos, es cierto que me parece que veo luz, que oigo ruído y que siento calor; esto no puede ser falso, y esto es, propiamente lo que en mí se llama sentir, y esto, precisamente, es pensar. Por donde empiezo a conocer quién soy con alguna mayor claridad y distinción que antes" ( ibidem, Descartes, trad por García Morente 132)

Nos insiste Descartes en su meditación sobre la certeza ganada hasta el momento.Que es "una cosa que piensa, es decir, un espíritu, un entendimiento o una razón" y todo lo que sigue de la segunda meditación es para evidenciar que este sujeto es claramente separable de toda "otra cosa" de la que puede tener representación y que puede servirle como medio para representarse todo lo demás, es decir, el cuerpo: " Excitaré mi imaginación para ver si no soy algo más aún.No soy este conjunto de miembros llamados cuerpo humano" ( ibidem, Descartes, trad por García Morente, 130) Y nos da su contundente razón: "no soy nada de todo eso que puedo fingir e imaginar, ya que he supuesto que todo eso no es nada y que...hallo que no dejo de estar cierto de que yo soy algo" ( ibidem, p.130)

¿ Qué nos dan qué pensar estos textos cartesianos? Lo obvio hasta ahora es que la segunda meditación tiene por objeto el autoconocimiento del yo , su temática es la autoconciencia. Pero lo llamativo de esta búsqueda es que nos diga que este autoconocimiento no depende de nada que pueda proceder causalmente de fuera de nosotros mismos ( como son las ideas adventicias que tenemos de nuestras manos o nuestra cara), sino que, incluso, diga tan claramente que no depende de nada de lo que yo pueda ser causa ( fingiendo o imaginando) de igual manera como yo lo soy también de mis sueños. Porque lo involuntario es el elemento común en cualesquiera de estos casos.Desde la tierra que habitamos, hasta la cara que tenemos, las manos que movemos y la máquina de nuestro cuerpo, igual que las cosas que soñamos, son percepciones que no pueden ser distintamente atribuidas al sujeto por el carácter de involuntariedad que no sólo se da en lo que imaginamos en los sueños sino también en todo lo que parece provenir del mundo físico, pues necesita de todo nuestro cuerpo para ser figurado y representado (effingor, véase el texto latino de la segunda meditación). Los que este autor llamará modos del pensamiento lo son en verdad por explicarse desde la subjetividad como substrato y causa operante de todo lo comprendido dentro del atributo del pensamiento.

Y así llega nuestro autor a la cima de lo que pudiese ser posteriormente la deriva idealista, sin pretender poner en cuestión la realidad "extra mentem" sino como un artificio metodológico. Al volverse sobre el "phantasma" de la cera y distinguir lo que de ella comprende nuestro entendimiento y las formas o accidentes que percibimos por nuestros sentidos, Descartes parece darse cuenta que la labor operada es un desvelamiento, un acto que aprehende el ser dejándolo al desnudo de sus apariencias. " Pero cuando distingo la cera por un lado y sus formas exteriores por otro y, como si le hubiese quitado su ropaje, la considero desnuda, es cierto que, aunque pueda haber aún algún error en mi juicio, no puedo, sin embargo, concebirla de esa suerte sin un espíritu humano" ( ibidem, Descartes, trad. García Morente, p.135)

La razón nos la ha dado antes, y es de tal calibre que no debería nunca separarse de la concepción con la que nace la visión científica de la realidad en la mente de Descartes: " hay que notar bien ... que su percepción ( de la cera) no es una visión, ni un tacto, ni una imaginación y no lo ha sido nunca, aunque antes lo pareciera, sino sólo una inspección del espíritu(mentis inspectio ) , la cual puede ser imperfecta y confusa, como lo era antes, o clara y distinta, como lo es ahora, según que mi atención se dirija más o menos a las cosas que están en ella y la componen.".( ibidem, Descartes, trad. García Morente, p. 134)

La " mentis inspectio" a la que se refiere es una intuición racional, una comprensión que tiene en la mente su formación, de la que cabe apercibirse volviendo ( reditio) sobre sí mismo. Un acto cognoscitivo que Descartes considera posible alcanzar no de golpe, no por ciencia infusa, no de inmediato, sino por una labor parecida a la obra de los insectos que fabrican la cera a la que tanto espacio dedica en su segunda meditación: por un atento análisis metódico a partir de los datos que nos proporcionan los sentidos, para terminar descubriendo lo esencial que a ellos subyace ( la res extensa) y descubrir en la mente el poder de formar los constructos y las verdades universales e inmutables a cuya luz puede comprenderse científicamente todo el mundo cuya realidad e inteligibilidad es la tarea pendiente del sistema cartesiano. " Es cosa, para mí manifiesta ahora que los cuerpos no son propiamente conocidos por los sentidos o por la facultad de imaginar, sino por el entendimiento solo, y que ...son conocidos porque... los entendemos o comprendemos por el pensamiento, veo claramente que nada hay que me sea más fácil de conocer que mi propio espíritu" ( ibidem, Descartes, trad. García Morente, p.136)

¿ Pero qué es lo que abre una nueva "quaestio" como esa tarea pendiente a la que nos referimos y que clásicamente se nos presenta como el problema solipsístico cartesiano que lleva al rodeo deductivo que pasará por las pruebas deductivas de la existencia de Dios? ¿ Qué ha visto Descartes hasta ahora?

Cree haber alcanzado la certeza de ser pensando( je pense donc je suis), una verdad evidentísima, que le servirá como primer principio de su filosofía. Pero, ahora bien, este yo aún no se ha salvado de la duda, pues se encuentra con que siendo incontrovertible que es capaz de representarse el mundo, todavía no puede excluir que todo ese mundo sea una especie de fábula. El elemento, el factor involuntario con que se le imponen ciertos sentimientos, experiencias o  pensamientos no parece ser suficiente para convencerle de la realidad "extra mentem" , pues " nosotros que ahora pensamos que nada hay fuera de nuestro pensamiento o que exista" ( 4) no podemos distinguir aún en qué difiere la forma con que nos son dadas las impresiones sensibles de la forma en que se nos aparecen las imágenes de los sueños. En definitiva, se trata de algo involuntario que escapa a nuestra consciencia por el momento y, por ser asunto tan oscuro y confuso, nos permite dar rienda suelta a nuestro espíritu para equiparar lo uno con lo otro, como en una noche en que todos los gatos son pardos, y así pensar que todo es como ilusión de un sueño. ( 5)

¿ Sólo eso? No. Hay que profundizar más. Descartes está preparando su navegación hacia la "quaestio" sobre el "ens realissimum", o si se me permite una retahila de términos filosóficos que arrastramos: el "ens per se", el ser infinito, el ser absolutamente necesario o, hablando llanamente, "Dios". 

Descartes podría estar relacionando este aspecto de involuntariedad que se presenta en todo aquello sobre lo que se abate la sombra de la duda con una cuestión muy del gusto de la escolástica tomista. En definitiva, nosotros somos seres finitos y contingentes, aunque hayamos alcanzado en lo más íntimo de nuestro pensamiento la certidumbre de ser pensando. Habrá que examinar las demás cosas de que podamos formarnos ideas a fin de discernir si alguna se desvela ante nuestra inteligencia como una realidad que se nos imponga con una fuerza o necesidad por encima del sujeto que en ella piense. Porque una de las razones por las que todas las demás cosas que se nos hacen dudosas lo son como si fuesen sueños es porque son tan contingentes y finitas como nosotros. Dejando aparte que Descartes quiera romper con los planteamientos escolásticos, entre otros, sobre el ser,  resulta muy digno de atención que recurra en alguna ocasión a la escolástica para mostrar la diferencia que hay entre la idea de Dios y la de todas las demás cosas de las que todavía podemos creer que son fingidas o formadas por nuestro pensamiento.

"XVI. La necesidad de ser no está comprendida del mismo modo en la noción que tenemos de otras cosas, sino solamente el poder ser.
"Podrá aún asegurarse todavía mejor de la verdad de esta conclusión si toma en cuenta que no tiene en sí la idea o noción de alguna otra cosa en la que pueda reconocer una existencia que sea tan absolutamente necesaria como ésta. Pues a partir de esto solo sabrá que no posee la idea de un Ser omniperfecto por haber sido fingida por el alma, como lo es la que representa una quimera, sino que por el contrario, está impresa en el alma por una naturaleza inmutable y verdadera, que debe necesariamente existir, porque sólo puede ser concebida con una existencia necesaria

"XVI Los prejuicios impiden que muchos conozcan claramente esta necesidad de la existencia de Dios.
Nuestra alma o nuestro pensamiento no tendría dificultad en persuadirse de esta verdad si estuviera libre de sus prejuicios; ahora bien, al estar acostumbrados a distinguir en todas las otras cosas la esencia de la existencia y al poder fingir según nuestro deseo otras muchas ideas de cosas que...puede ser que nunca hayan existidos y que nunca llegarán a ser, mientras no elevemos como es preciso nuestro espíritu a la contemplación de este Ser omniperfecto, puede ser que dudemos si la idea que de Él tenemos no es una de las que nosotros fingimos..."
(  Descartes, Principios de la filosofía,Barcelona, RBA,2002. pp. 30-31) (6) 

Y aunque sea marginalmente, llama la atención que Descartes, al ir exponiendo las reflexiones contenidas en sus meditaciones, las haya dedicado a los teólogos parisinos. Indudablemente, como su amigo Mersenne, para complacerles a ellos y, quién sabe, si a alguien de Roma.





CONTINUARÁ


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(1) "Haud dubie igitur ego etiam sum, si me fallit; et fallat quantum postest, nunquam tamen efficiet, ut nihil sim quandiu me aliquid esse cogitabo" ( ibidem, Adam et Tannery, p. 25)

(2) " que tenía una cara, manos, brazos y toda esta máquina compuesta de huesos y carne, como se ve en un cadáver, la cual designaba con el nombre de cuerpo" ( ibidem, Descartes, trad por García Morente, p. 129)

(3) " Mi espíritu es un vagabundo que gusta de extraviarse y no puede aún tolerar el quedar encerrado en los justos límites de la verdad. Demosle, pues, por otra vez, rienda suelta,y, dejándole en libertad, permitámosle que considere los objetos que le aparecen fuera, para que, retirándose luego despacio y a punto esa libertad, y deteniéndolo a considerar su ser y las cosas que en sí mismo encuentre, se deje, después, conducir y dirigir con más facilidad" ( ibidem, Descartes, trad por García Morente, p.132)

(4) VIII. Distintionem inter animan et corpus, sive inter rem cogitantem et corpoream, hinc agnosci. Haecque optima via est ad mentis naturam, eiusque enim quinam simus nos, qui omnia quae a nobis diversa sunt supponimus falsa esse, perspicue videmus, nullam extensionem, nec figuram, nec motum localem, nec quid simile, quod corpori sit tribuendum, ad naturam nostram pertinere, sed cogitationem solam, quae proinde prius et certius quam ulla res corporea cognoscitur; hanc enim iam percepimus, de aliis autem adhuc dubitamus. ( Oeuvres de Descartes,  VIII. Principia Philosophiae. Vrin, Paris, 1996. P. 7)

(5) Puede ser pertinente citar este texto de "Varia" : "Somnum a vigilia distinguimus, quia in somno mens patitur imagines quascunque, in vigilia non patitur tantum, sed agit: inde fit, ut si quid triste mihi occurret in somnis, me facile excitem; tum enim mens, quae vult agere, se excitat" ( Oeuvres de Descartes XI, Varia. Adam et Tannery. Vrin, Paris, 1996. P. 649) Podría ser traducido así: " Distinguimos el sueño de la vigilia porque en el sueño la mente padece ( cualesquiera) muchas imágenes mientras que en la vigilia no las padece sólo sino que obra; de lo cual resulta que si algo triste me sucede en los sueños me despierta facilmente; entonces efectivamente la mente que quiere actuar, se despierta".

(6)XV Non eodem modo in aliarum rerum conceptibus existentiam necessariam, sed contingentem duntaxat contineri. 
Magisque hoc credet, si attendat nullius alterius rei ideam apud se inveniri, in qua eodem modo necessariam existentiam contineri animadvertat. Ex hoc enim intelliget, istam ideam entis summe perfecti non esse a se effictam, nec exhibere chimericam quandam, sed veram et immutabilem naturam, quaeque non postest non existere, cum necessaria existentia in ea contineatur. 

XVI Praejudicia impedire, quominus ista necessitas existentiae Dei ab omnibus clare cognoscantur. 
Hoc, inquam, facile credet mens nostra, si se prius omnino praejudiciis liberarit. Sed quia sumus assueti reliquis omnibus in rebus essentiam ab existentia distinguere, atque etiam varias ideas rerum , quae nusquam sunt, aut fuerunt, ad arbitrium effingere, facile contingit, cum in entis summe perfecti contemplatione non sumus plane defixi, ut dubitemus an forte eius idea una fit ex eiis, quas ad arbitrium effinximus, aut faltem ad quarum essentiam existentia no pertineret"

( Oeuvres de Descartes VIII. Principia Philosophiae. Vrin, Paris, 1996. p.10)




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