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VII MATERIALES DE ESTUDIO PARA REVISAR Y APRENDER CON PAIDEIA DE JAEGER, POR JOAQUÍN MEABE

Joaquín E. Meabe
Seminario sobre Paideiade Werner Jaeger
Corrientes - Argentina - 2017

Materiales de estudio
para revisar y aprender con Paideia
de Werner W. Jaeger 7

Origen y desarrollo de la Tragedia.
Esquilo y Sófocles.1


El hilo conductor de la segunda parte de Paideiaestá clara y decididamente marcado por una impronta sesgada hacia lo literario, por la naturaleza misma de los materiales, en cuyo interior se localizan los más importantes testimonios del desarrollo de la Paideia helénica en su etapa de transición que, en una peculiar vuelta de tuerca, conduce a la reformulación de los ideales educativos en un programa de acción formativa consciente y controlado por el pensamiento racional.

Justamente, a través de esos testimonios nos ofrece el autor un dramático contrapunto entre los ideales educativos explícitos de los sofistas y los más agudos conflictos internos y externos de la cultura griega, cuyo testimonio se registra en la tragedia de Esquilo, Sófocles y Eurípides, en la comedia de Aristófanes y en la historia de Herodoto y, sobre todo, de Tucídides.

Esas tres fenomenales manifestaciones de la vida espiritual (tragedia, comedia e historia), que sirven de puente a la cultura filosófica de la época clásica con el acervo espiritual y artístico del pasado heroico, son puestas en escorzo con el propósito de mostrar el perfil de la secuencia iterativa donde los ideales empiezan a transformarse en pautas de acción deliberada. De este modo, el conjunto de esa literatura es considerada por Jaeger, en esa dirección, como un registro formal y a la vez como un testimonio sustantivo de la disciplina formativa del hombre, que ahora se enfoca desde una perspectiva de la vida ciudadana que se esfuerza por conquistar la unidad total de lo humano.

En primer término Jaeger examina el drama de Esquilo al que imagina, en sintonía con la una visión antigua que se remonta a la época de Aristófanes, como ¨el luchador de Maratón¨, el representante espiritual de la primera generación del nuevo estado ático, impregnado de la más alta moral. 2

Por las especiales características del asunto, antes de profundizar el estudio de Esquilo, nuestro autor se hace cargo del controversial tema relativo al origen de la tragedia que, a partir de Nietzsche, se ha transformado en el foco de uno de los más intensos conflictos intelectuales, cuyo trasfondo teórico excede con marcada amplitud la mera competencia filológica e histórica.

Jaeger no considera, sin embargo, el aspecto dilemático que introduce Nietzsche; ni asume tampoco la perspectiva filosófica que coloca a Die Geburt der Tragödieen un nuevo horizonte interpretativo, caracterizado por la doble impronta de la dicotomía apolíneo-dionisíaco y por la elevación disonante del pesimismo que descubre el sentido de la existencia en la entraña primordial del mito y de la música.

Pero, a diferencia de Rohde y Wilamowitz, participes iniciales de aquella encarnizada polémica que se hundía en el detalle hasta casi perder la perspectiva que separa lo principal de lo accesorio, nuestro autor hace justicia a Nietzsche en lo referido a la función del coro y a la esencia originaria de la tragedia engendrada en seno de las fiestas dionisíacas poblada de sátiros cabrunos embriagados por el éxtasis danzante de la música, el baile y la palabra.

Por cierto, Jaeger no va más allá y, desde luego, no pretende agregar ningún nuevo tópico al contencioso filosófico, lo que desplaza el tratamiento del específico asunto de la paideiaal ámbito más localizado de la historia y la filología, acotado aún más por la problemática del desarrollo del tema, que solo compromete el examen de sus contenidos en la dirección mucho más restringida de su propio planteo expositivo.

Los que consideren esta colación como algo equívoco o desorientador quedan aquí en entredicho total con la obra y levantan en torno a la misma un cerco que impide avanzar en la lectura o que, por lo menos, erosiona el trato con el texto en orden al estudio del desarrollo de la paideia helénica.

Puede ser esa posición, por cierto, una actitud legítima, pero en ese caso se requiere una contrapartida en la consideración histórica del tema de la paideia y de su proyección histórico-filosófica que hasta ahora nadie había ofrecido en una exploración sistemática y que, tampoco ha avanzado demasiado en la ulterior investigación erudita salvo bajo ese tipo de modalidad actuarial de inventario o colación como la pone en evidencia el conjunto de la literatura que en las últimas décadas se ha ocupado , por ejemplo, del llamado PapirodeDervini.3
El mejor ejemplo de esa dificultad se percibe a poco que se avance en una confrontación comparativa con la Historia de la Educación en la Antigüedadde Henry-Irenée Marrou, esa otra gran historia analítico-descriptiva que toma a su cargo el detalle de los instrumentos, las tramas y los desempeños en torno a la civilización de la paideia en el mundo grecolatino antiguo.4

Que, de todo ello se deriva una fenomenal tarea pendiente de reformulación y crítica, nadie debe dudarlo; pero hasta que se nos ofrezca el detalle sistemático de una orientación alternativa, en la dirección insinuada por la filosofía de Nietzsche, el único esfuerzo orgánico, que nos informa acerca de la civilización de la paideia griega con un tratamiento que considera de manera constante su proyección en el horizonte de la cultura posterior de Occidente , sigue depositado en la obra de Jaeger.

Por eso, más allá de cualquier limitación de enfoque filosófico - que apenas afecta los desarrollos de detalle en dirección a las investigaciones en torno al sentido griego de la ley y a las extensiones de su filosofía práctica - , esta obra se impone a la atención del estudioso y reclama de este una inspección profunda de la totalidad de su desarrollo, cualquiera que fuese la prevención puntual o el desacuerdo, que, de momento, bien puede agregarse como escolio o anotación particular en cada caso de desajuste notorio y con vistas a ese futuro cambio de frente.

Al igual que The Social and Econic History of the Roman Empire 5y The Social and Econic History of the Helenistic World 6de Michael J. Rostovzeff , Paideia, además de los méritos inherentes a la obra misma, es de por sí el más completo estado de la cuestión en el momento que aparece y resulta, por lo tanto, la referencia obligada sea cual fuere la perspectiva de la crítica ulterior, aunque todavía falta, en relación a Jaeger, un nuevo abordaje panorámico del tema de la paideia helénica similar, por ejemplo, a la reformulación de la historia económica y social elaborada, por Geoffrey de Ste. Croix en The Class Strugle in the Ancient Greek World. 7

Siguiendo esa línea de lectura encontramos en esta segunda parte un instructivo empalme de la tradición pedagógica y literaria con el nuevo escenario ampliado de la vida ciudadana, donde la tendencia formativa va a adquirir un fenomenal impulso en las grandes obras dramáticas, lo mismo que en la comedia y en la prosa histórica y en la no menos importante acción pedagógica de unos individuos muy especiales, sabios e itinerantes estudiosos, a los que se denominará sofistas y que, en esa nueva etapa, van a ocuparse de transmitir sus conocimientos por medio de la enseñanza.

La cesura provocada por la tragedia es examinada por Jaeger con arreglo a su visión idealista, pero lo que de ordinario puede considerarse una limitación o una ingenuidad adquiere en nuestro autor una peculiar intensidad que obliga al lector a abordar las fuentes para formar su propio juicio; de lo que se sigue que el texto, en lugar de encubrir los propios prejuicios o la subjetiva opinión del expositor, se ofrece como el mejor instrumento para la crítica o el reexamen del mismo asunto.

Al considerar a Esquilo como el punto de arranque de una nueva modalidad educativa Jaeger anota el singular paso que tiene lugar con la disolución de la forma épica, el proceso creciente de historización del mito y el ensanchamiento del poder secular del estado, donde la tragedia se presenta como el mejor espejo de la conciencia pública.

La representación del mito excede lo sensible y se radicaliza. Este desenvolvimiento y su impacto es examinado en las diversas obras de Esquilo con escueto pero preciso detalle que constituye una genuina invitación a profundizar sus aristas controvertidas como ocurre con Prometeo.

Al examinar el papel de las tragedias de Esquilo anota el autor el constante contrapunto que coloca al hombre frente a los dioses y al destino con desigual resultado, lo obliga a desglosar dos niveles muy precisos: de una parte el drama del hombre y de la otra el problema del destino.

En Esquilo, el hombre, anota Jaeger, es el portador del destino, pero el problema no se considera en el hombre en cuanto tal, sino como portador del destino porque, para Esquilo, es el destino mismo el problema del drama.8

El infortunio que Esquilo describe proviene de la ceguera del hombre incapaz de remontar su propio destino, originado en la acción culpable que los dioses sancionan de manera inflexible.

Prometeoes, ente sentido, el mejor ejemplo de una trama que, con pocas variaciones, encontramos en la Orestiadao en los SietecontraTebasy que también caracteriza al resto de sus obras conservadas. 9

La disciplina que informa su pedagogía queda marcada, como anota Jaeger, por el coro del Prometeo10donde se señala que el más alto conocimiento solo se alcanza por el difícil camino del dolor.

Sófocles, sucesor de Esquilo, comparte esa visión trágica; pero en sus obras, quizá inferiores a las de este último en la dimensión dramática de conjunto, las figuras adquieren un intenso y fenomenal escorzo que conduce directamente a una notable formulación de caracteres que son un punto de referencia permanente como tipos humanos ejemplares y como modelos de figuras universales: Antígona, Edipo, Electra, Orestes, Creón, Deyanira, Yocasta, Tecmesa, Clitemnestra, Ismene, Crisotemis.

La distancia entre Esquilo y Sófocles señala un curso diferente que apunta al hombre enfrentado al dolor y a la injusticia y también al hombre que descubre la crueldad que opone la ley del estado a la prerrogativa de la familia cuyo derecho resulta inconciliable con el poder de la ley positiva que el gobernante invoca a su favor.

La tragedia del destino cede aquí el lugar central en favor de su caracterización humana, que como dice Jaeger, se vuelve constantemente como a su último y más grande fin.11Las consecuencias de esa humanización del drama dan un enérgico empuje a la impronta educativa de la tragedia que coincide con la madurez cívica de la acción orientada a la formación consciente del ideal humano de la kalokagathiatan bien representado por Pericles.12

Al insistir Sófocles en la ausencia de medida como causa del mal, el drama, como acertadamente anota nuestro autor, se interna en el conflicto de los personajes; y estos descubren en su trama el abismo del alma, que los antagonismo transforman en una valla infranqueable, donde se arrastra la desgracia por una imposibilidad de superar o suprimir el dolor a causa de la oposición intransigente del poder o de la elección imprevisible o inapropiada.

Seguramente habrá mucho más que decir de la obra de Sófocles; pero, poca duda cabe de que el examen de Jaeger ofrece un adecuado contexto para cualquier revisión de detalle, y eso es lo aquí importa en orden a la consideración de conjunto de la paideia helénica en este singular momento de transición.




(Texto revisado el 24 de junio de 2017)

1 Organizado inicialmente para servir de apoyo en las clases destinadas a los participantes del Seminario de Filosofía Práctica Clásica del Instituto de Teoría General del Derecho (ITGD) que ha funcionado en la órbita de la Facultad de Derecho de la UNNE de Corrientes, los textos que aquí se vuelven a discutir en estos drafts originariamente se leyeron en cuatro sesiones consecutivas durante las dos últimas semanas de abril y las dos primeras de mayo de 1998 y se ha utilizado como material complementario para el estudio de Paideia que se ha llevado a cabo en dicho Seminario en el primer semestre del mismo año y luego en años sucesivos y hasta la actualidad. Tal como se expuso fue editado con un tiraje muy limitado en 1998 (Corrientes, ITGD, 1998 [edición no comercial]) y así se reeditó el año 2000 (Corrientes, ITGD, 2000 [edición no comercial]). Con posterioridad se hizo en hiso una edición comercial en 2012 que también ha tenido una circulación limitada (vid J. E. Meabe: Introducción a Paideia de Werner Jaeger. Una guía para el conocimiento de sus principales temas – cuatro Lecciones, Corrientes, Moglia ediciones, 2012). En esa última edición se agregaron numerosas notas a pie de página y se actualizaron algunas referencias sin alterar para nada el texto de 1998. Estos drafts están destinados a una futura reedición ampliada de la obra. En adelante las referencias a Paideia remiten a Werner Jaeger: Paideia, trad. cast. de Joaquín Xirau y Wenceslao Roces, México, ed. FCE, 1985.
2 Vid: Paideia, 223-247 (II, 1).
3 Vid: M. L. West: The Orphic Poems. Oxford, Clarendon Press, 1983; Luc Brisson: Les théogonies orphiques et le papyrus de Derveni (Notes critiques), Revue de l'histoire des religions, 1985, Vol. 202, Nº 202-4, págs. 389-420; Francesc Casadesús Bordoy: Metis, el nous, el aire y Zeus en el papiro de Derveni en: Faventia 1811, 1996, págs.- 75-88; A. Laks, A. y G. W. Most (editores), Studies on the Derveni Papyrus. Oxford, Clarendon Press. 1997; R. Janko: The Derveni Papyrus: Aninterimtext, Zeitschrift für Papirologie und Epigraphik 141 (2002), 1–62; y Gábor Betegh: The Derveni Papyrus. Cosmology, Theology and Interpretation, Cambridge, Cambridge University Press, 2004. Para su transcripción, además de West y Brisson, vid: Der orphische Papyrus von Derveni, Zeitschrift fur Papyrologie und Epigraphik 47 (1982) 1-12. Este papiro ha sido descubierto en el año 1962, en Dervini, a 10 kilómetros al norte de Tesalónica, y de allí procede su denominación.
4 Vid: Henry-Irenée Marrou: Histoire de l'éducation dans l'Antiquité, Paris, Seuil, 1948.
5 Oxford, Clarendon Press, 1926, 2 vls.
6 Oxford, Clarendon Press, 1941, 2 vls.
7 Geoffrey Ernest Maurice de Ste. Croix: The Class Struggle in the Ancient Greek World: From the Archaic Age to the Arab Conquests, Ithaca, New York, Cornell University Press, 1981.
8 Vid: Paideia, 237-238 (II, 1).
9 Vid: Paideia, 244 (II, 1).
10 Vid: Paideia, 244-245 (II, 1).
11 Vid: Paideia, 261 (II, 2).
12 Vid: Paideia, 254 (II, 2).


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