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VI MATERIALES PARA REVISAR Y ESTUDIAR "PAIDEIA DE W. JAEGER", DE JOAQUÍN MEABE

Joaquín E. Meabe
Seminario sobre Paideiade Werner Jaeger
Corrientes - Argentina - 2017

Materiales de estudio
para revisar y aprender con Paideia
de Werner W. Jaeger 5

formación del ideal educativo1

En su búsqueda, orientada a rastrear la idea de la educación como acción deliberada de formación humana conforme a criterios normativos, Jaeger arranca de Homero y Hesíodo.

Para llevar adelante su investigación se apoya en el concepto de areté, que se expresa en el vigory la astuciadel hombre superior representado por Aquiles y Ulises.2Homero aparece así como el maestro que enseña a través del poema.
Esta fenomenal tarea adquiere luego en Hesíodo una nueva dimensión al introducirse, en opinión de Jaeger, el valor del trabajo y el ideal de derecho como patrón regulador de la vida y de las adjudicaciones ciudadanas.3La educación ciudadana se completa después con la afirmación del estado jurídico que adquiere un novedoso y casi desconocido perfil en la Polis, donde sobresale el ideal espartano de adiestramiento, sujeción de conjunto e igualdad ciudadana.

En este marco la poseía cumple un papel educativo que descubre las potencialidades del individuo (Arquíloco, Mimnermo, Safo, Alceo) y que se transforma en testimonio de la afirmación ética de los deberes en Solón, cuya obra imprime a la formación política de Atenas la novedosa idea de la bondad de la ley asociada a la conservación de la ciudad.

Por último nos muestra Jaeger el surgimiento de la filosofía y como contraste las luchas y transformaciones de la nobleza que tiene lugar con la extensión de las individualidades y la aparición de los tiranos.

La aretéresume en sus cuatro componentes (valor, prudencia, justiciay sabiduría) la condición del hombre agonal que representa la materia de esta primera parte. Cada vía de la obra tiene en este primer libro una dirección marcada por la temática de esos cuatro tópicos fundamentales.

La noción de areté4resulta así la clave y la guía que orienta el examen de la etapa germinal de aquellos altos ideales griegos, cuya finalidad educativa se expresa, de manera progresiva, en un conjunto de ideas y acciones tendientes a la formación consciente de individuos capaces de afrontar los más duros y difíciles desafíos del destino.

Jaeger organiza la perspectiva expositiva con arreglo a este presupuesto y todo lo que examina viene marcado por esa impronta.

De lo cual resulta una inevitable selección temática que limita la inspección de otros registros de la cultura material o de los mismos asuntos y conflictos de poder y de intereses que proyectan su variedad de interacciones económicas, políticas y religiosas en el horizonte de la vida social antigua.

Ahora bien, lo que puede interpretarse como una restricción del historiador no desmerece, sin embargo, la obra para el lector inteligente, que tiene en el texto un magnífico plano del itinerario de las ideas y los valores que han servido para edificar la plataforma del ethosdel hombre griego desde la edad germinal de la epopeya.

Todo el examen de Homero y Hesíodo, como el ulterior recorrido de Jaeger en torno a los registros poéticos y testimoniales de la formación de los ideales ciudadanos en Esparta y Atenas y el proceso mismo de afirmación de la individualidad o el conflictivo papel que da lugar a la transformación de la sociedad aristocrática, al nacimiento de la especulación racional y a la disolución de los lazos de sangre, se presenta, en la obra, como un conjunto orgánico donde las ideas se subordinan a las normas a partir de las cual se edifica el espíritu agonal representado por los grandes héroes como Aquiles, Ulises y Ayax, a los que siempre acompañan sabios educadores como Fénix o míticos maestros como el prudente centauro Quirón.

En esa línea los poemas homéricos fijan el punto de partida5y, también, la caracterización de los primeros rasgos de una tendencia que, al desarrollarse plenamente, no se desestimarán nunca aunque, en algunos aspectos, llegue a reorientarse su sentido o se los adapte a un orden de mayor complejidad como en el caso de la crítica intelectual de Sócrates o en la intrincada trama de la filosofía práctica de Platón y Aristóteles.

La idea de excelenciay superioridades en este sentido el marcoo contextoy , al mismo tiempo, el cauce por el que se desplaza la areté, cuyo contenido se manifiesta ante todo6como vigor, destreza físicay fuerza individualque se pone a prueba en la luchay que solo se confirma con la victoriao, incluso, con el sacrificio extremo de la vida, de lo que se sigue la famaque después cantan los poetas como testimonio de una perfección definitiva que se reconoce tras la muerte física del héroe.

Junto a esos tres rasgos destaca asimismo nuestro autor7 la prudencia, la astuciay la riqueza de ingenio que se agregan como componentes tardíos de este estadio germinal representado por la epopeya.

Con singular maestría Jaeger estudia los poemas homéricos y muestra la variedad del uso lingüístico8, su correlación con las practicas ejemplares como la exigencia de recompensa o la sed de honory los rasgos que conducen a la kalokagathíay a la formación de la fhilaykía9aristotélica que desemboca en el megalopsychos,10que no es sino el hombre superior que aspira, en el sentido clásico del estagirita, a apropiarse de la belleza, cuyo significado y extensión explica el gran helenista germano con incomparable rigor y fina erudición.11Homero aparece así, en la etapa germinal, como el primer educador de los griegos al imponer el ejemplo de la conducta heroica y maravillosa con un valor de modelo y un alcance normativo que Jaeger examina en detalle, apoyándose para esto en la explicación de la aristeíay en la suma de rasgos que resumen su valor protréptico.

Después de Homero se ocupa Jaeger de Hesíodo12, con el que se pone de manifiesto el otro extremo de la cultura de aquella remota edad germinal, representado por el valor del trabajo y la afirmación de la idea del derecho como soporte necesario y marco de referencia del dispositivo de adjudicaciones que, de una parte enaltece y define, en una aproximación aún bastante simple y unilateral, la justicia y, al mismo tiempo, maldice y rechaza la injusticia.13

Jaeger asume, en este punto, la visión clásica y racionalista que coloca a Hesíodo en un sitio de privilegio en orden a la emergencia del ideal de justicia.

El examen y la consecuente demarcación del concepto de ley jurídica14que expone con preciso detalle luego va a adquirir, en la época clásica y, sobre todo, de la mano de Platón y Aristóteles, un definido perfil como indicativo de regulación ciudadana normativa. Semejante plataforma que constituye el substrato de la ulterior construcción racionalista y formal del Derecho Romano que, aun hoy, se conserva como la columna vertebral del derecho de Occidente tiene una decidida filiación genealógica que no siempre se destaca en la literatura especializada y acerca de la cual Jaeger presenta un amplio registro que impone una especial atención más allá de cualquier diferencia o crítica en relación a sus opiniones.

Desde ya, no es este el lugar para detenerse a levantar con detalle cargos a Jaeger por la unilateralidad de su exposición en el específico terreno del desenvolvimiento histórico de la concepción helénica de la ley y la justicia, pero tampoco se puede omitir el hecho de que todo su discurso, orientado a formular una alabanza de la idea griega de la ley y la justicia, se desentiende totalmente de toda aquella dimensión constituida por la ley y la justicia del más fuerte15, cuyo desarrollo paralelo y controversial hace de la contribución de los griegos de la antigüedad algo enormemente más problemático, complejo y crítico y, por ende, algo mucho más importante y provechoso de cara a los estudios en torno al uso y al valor de la ley y la justicia, que todo lo que puede proponer o imaginar el clasicismo racionalista y positivista, que idealiza el legado cultural de la antigüedad pagana y que por eso mismo nunca podrá alcanzar la perspectiva teórica que descubre el genuino substrato de la ley articulado como una trama de dominación, intereses y adscripciones.

En todo caso, quizá puede decirse en defensa de Jaeger - y también para atenuar el ineludible cargo de unilateralidad que nunca se debería pasar por alto -, que los propósitos que guían y sostienen su investigación persiguen una determinación histórica lo más completa posible de los elementos que componen el dispositivo de ideas y valores que dieron, en la Grecia antigua, forma y contenido a una acción educativa tendiente a la formación de un extraordinario ideal cuyo tema, la paideiamisma, resume el mayor esfuerzo consciente de construcción de hombres capaces de enfrentar con vigor e inteligencia las más arduas contingencias del destino y que, por encima de todo obliga a destacar la fundamental aptitud que impuso, en aquel pueblo privilegiado por la naturaleza, el control racional en todos los desempeños de la vida.

La sutil diferencia seguramente proviene, al menos en el arduo terreno de las disciplinas prácticas como el derecho y la teoría de la justicia, de las diferentes perspectivas que hoy nos impone otro tipo aprendizaje en relación con las grandes obras de la cultura de la antigüedad, que presenta una suma de estados de cuestión como en todo lo relativo a la ley y la justicia del más fuerte, que lleva a replantear la totalidad de los contenidos e ideas de esas materias. Por ende y, en atención a una lectura provechosa, queda nuestro cargo acotado; y la salvedad indica que, incluso para la diferente perspectiva, desde la que se ha levantado el cargo de unilateralidad, la obra de Jaeger continua ofreciendo un incomparable y provechoso panorama para ese tipo de estudios. Más adelante16vamos a considerar este rasgo como detalle clave para un estudio inteligente y útil.

Ahora bien, al desplazar la investigación al escenario de los tratos interactivos17Jaeger localiza, en la afirmación y en la compleja extensión de los deberes ciudadanos dentro del cuerpo político, otro de los elementos que contribuye al perfeccionamiento de la paideia griega.

En ese horizonte la Polis- cuya estructura contiene y, al mismo tiempo, potencia aquellos elementos - adquiere una dimensión inusual por la envergadura de la función pedagógica que disciplina todas las esferas de la vida18y cuyo paradigma, en opinión de nuestro autor, se presenta bajo dos modalidades que estudia en particular: el estado militar espartanoy el estado jurídico originario de Jonia. 19

La primera modalidad es a la vez el más alto ejemplo de acción pedagógica deliberada y el más estricto modelo de organización comunitaria orientada a formar de modo específico a sus miembros, con arreglo a una disciplina de adiestramiento militar y hábitos comunitarios, dentro de un orden jerárquico de supremacía aristocrática que, en las elegías de Tirteo20y en los restos de la poesía coral de Alcmán, proclama su vocación por la lucha y por el valor guerrero que se extiende incluso a las mujeres y que es característico de la aretédel hombre agonal. 21

En la base de ambas modalidades encuentra Jaeger el cuerpo político como estado jurídico y, asociado a este, el ideal ciudadano22cuyo origen localiza nuestro autor en Jonia, donde el testimonio de los poetas y los filósofos desde las más antiguas representaciones de los tiempos primitivos manifiestan una creciente estima por el derecho, entonces consuetudinario y astrictivamente oral, como dispositivo de regulación de la vida y, asimismo, por la justicia como resultado de las adjudicaciones y de las restituciones ejecutadas conforme a decisiones que ponderaban la equivalencia y la reciprocidad. Jaeger examina todo un cúmulo de asuntos que comprende tanto el aspecto terminológico y semántico de las nociones representadas por Themis 23, Diké24, Hybris25, Isonomía26, dikaiosyne27, pleonexia28, idion29, koinon30y ethos31, como también los distintos esfuerzos dirigidos a imponer y extender la idea de un derecho igual que desemboca en la aretépolítica de la época clásica donde, la libre sumisión del conjunto al régimen de la ley, dio forma y contenido al ideal superior del autogobierno como resultado de aquella prolongada y certera pedagogía del nomos.

La huella de semejante recorrido muestra una marca distintiva en la poesía jónico-eólica32y, sobre todo en la peculiar poesía política de Solón33cuyos escasos fragmentos le resultan, sin embargo, al autor más que suficientes para reconstruir el itinerario ascendente de la paideia griega.

La poesía jónico-eólica nos descubre, de una parte, un interesante y sutil proceso de autoeducación progresiva en el que participan Arquíloco, Semónides de Amorgos, Mimnermo de Colofón, Safo y Alceo, a los que estudia Jaeger detenidamente. Y, por otra parte, con Solón esta misma tendencia, conforme a la inteligente explicación de nuestro autor, se intensifica y se transforma en un factor de formación político-ciudadana que privilegia la noción de eunomíay responsabilidad.

Junto a estos desarrollos ético-pedagógicos Jaeger registra la aparición del pensamiento filosófico jónico34con su fenomenal descubrimiento de un orden que, al mismo tiempo, explica y organiza la percepción del mundo exterior con base en la experiencia del orden de la vida social y que se resume en la categoría de physis, que de ordinario se traduce por naturaleza, aunque se trasladaría mejor, para una estricta inteligencia de su sentido precristiano, pagano y propiamente griego, si la acotamos como naturaleza estrictamente material.

La determinación constructiva y la prosecución de las modalidades racionales que permiten entender la physisexhiben un itinerario tópico en el que se suceden, en un orden de secuencia estricta los primeros cosmólogos o fisiólogos en la denominación de Aristóteles (Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Empédocles, Jenófanes, Parménides y Heráclito), a los que Jaeger estudia en relación al impacto educativo y su papel en el desarrollo de las ideas que informa el perfil de la personalidad ciudadana y la perfección del acervo cultural heredado, entre los cuales descuella la maduración del concepto de areté, que a partir de Jenófanes alcanza el término de su evolución con la inclusión de sus cuatro tópicos - valor, prudencia, justicia y sabiduría- que se interrelacionan recíprocamente.

El cuadro de toda esta etapa finalmente se contextualiza para Jaeger con las experiencias de las luchas y transformaciones de la nobleza35y la política de cultura de los tiranos36, que a su modo representan una etapa superior en la evolución sociopolítica de la hélade.

En orden al primero de estos dos últimos aspectos Jaeger examina, en particular, el libro de Teognis y la Poesía de Píndaro que contienen los elementos maduros y postreros del código de la ética aristocrática y los últimos fundamentos de la ideología del hombre agonal que nunca se van a perder del todo como se percibe claramente en los ulteriores desarrollos de la ética y de la política clásica.

Como contrapartida, concluye Jaeger su investigación del primer tramo de la paideia griega con el análisis de la política cultural y la influencia pedagógica de los tiranos que suceden en las distintas ciudades helénicas a las aristocracias , que en mérito a la afirmación de sus individualidades y a la demagógica utilización de los sectores y capas más pobres de la población abren el camino para la instauración del nuevo orden democrático que culminará en el ideal del autogobierno como expresión y resultado del esfuerzo deliberado que ha moldeado al hombre conforme a los más altos ideales del espíritu racional.






(Texto revisado el 24 de junio de 2017)

1 Organizado inicialmente para servir de apoyo en las clases destinadas a los participantes del Seminario de Filosofía Práctica Clásica del Instituto de Teoría General del Derecho (ITGD) que ha funcionado en la órbita de la Facultad de Derecho de la UNNE de Corrientes, los textos que aquí se vuelven a discutir en estos drafts originariamente se leyeron en cuatro sesiones consecutivas durante las dos últimas semanas de abril y las dos primeras de mayo de 1998 y se ha utilizado como material complementario para el estudio de Paideia que se ha llevado a cabo en dicho Seminario en el primer semestre del mismo año y luego en años sucesivos y hasta la actualidad. Tal como se expuso fue editado con un tiraje muy limitado en 1998 (Corrientes, ITGD, 1998 [edición no comercial]) y así se reeditó el año 2000 (Corrientes, ITGD, 2000 [edición no comercial]). Con posterioridad se hizo en hiso una edición comercial en 2012 que también ha tenido una circulación limitada (vid J. E. Meabe: Introducción a Paideia de Werner Jaeger. Una guía para el conocimiento de sus principales temas – cuatro Lecciones, Corrientes, Moglia ediciones, 2012). En esa última edición se agregaron numerosas notas a pie de página y se actualizaron algunas referencias sin alterar para nada el texto de 1998. Estos drafts están destinados a una futura reedición ampliada de la obra. En adelante las referencias a Paideia remiten a Werner Jaeger: Paideia, trad. cast. de Joaquín Xirau y Wenceslao Roces, México, ed. FCE, 1985.
2 Dice Jaeger en Paideia, 22 (I, 1): Solo alguna vez, en los últimos libros, entiende Homero por areté las cualidades morales o espirituales. En general designa, de acuerdo con la modalidad de pensamiento de los tiempos primitivos, la fuerza y la destreza de los guerreros o de los luchadores y ante todo el valor heroico considerado no en nuestro sentido de acción moral separada de la fuerza, sino íntimamente unido.
3 Si bien en Hesíodo, como dice Jaeger (Paideia, 71[I, 4]) se introduce por primera vez el ideal que sirve de cristalización de todos los elementos y adquiere una elaboración poética en forma de epopeya: la idea del derecho, antes debe tenerse presente, como dice nuestro autor, que en Hesíodo se revela la segunda fuente de la cultura: el valor del trabajo (Paideia, 67 [I, 4]). Y para que no queden duda de su importancia, evidentemente no advertida por sus objetores ideológicos, señala Jaeger que no debe inducirnos a error la vida libre de ciudadanos de la clase señorial en Homero: Grecia exige de sus habitantes una vida de trabajo (Paideia, 67 [I, 4]).
4 Para todo esto vid: Paideia, I, 1: Nobleza y areté, pags. 22-29. En particular Paideia, 22, donde dice que la areté como expresión de la fuerza y el valor heroicos, se hallaba fuertemente enraizada en el lenguaje tradicional de la poesía heroica y esta significación debía permanecer allí por largo tiempo. Es natural que en la edad guerrera de las grandes migraciones el valor del hombre fuera apreciado ante todo por aquellas cualidades y de ello hallamos analogías en otros pueblos. También el adjetivo  que corresponde al sustantivo areté, aunque proceda de otra raíz, lleva consigo la combinación de nobleza y bravura militar. Significa a veces noble, a veces valiente o hábil; no tiene apenas nunca el sentido posterior de “bueno” como no tiene areté el de virtud moral.
5Paideia, 30 (I, 2): Para completar e ilustrar la explicación de la areté - el concepto central de la educación griega – trazaremos una imagen de la vida de la nobleza griega primitiva, tal como nos la ofrecen los poemas “homéricos”.
6 Vid: Paideia, 22 (I, 1).
7 Vid: Paideia, 32 (I, 21). Jaeger desagrega dos etapas en los poemas homéricos: en la primera y más antigua, representada por la Ilíada, predomina de manera absoluta la guerra, mientras que en la ulterior, focalizada en la Odisea, el escenario se torna complejo y muestra el escorzo social en el cual emergen los nuevos componentes de la areté.
8 Vid: Paideia, I, 3: Homero, el educador (48-66).
9 Vid: Paideia, 28 (I, 1).
10 Vid: Paideia, 27 (I, 1).
11 Vid: Paideia, 29 (I, 1): En la fórmula “apropiarse de la belleza” se halla expresado con claridad única el íntimo motivo de la areté helénica. Ello distingue, ya en los tiempos de la nobleza homérica, la heroicidad griega del simple desprecio salvaje de la muerte. Es la subordinación de lo físico a una más alta “belleza”. Mediante el trueque de esta belleza por la vida, halla el impulso natural del hombre a la propia afirmación su cumplimiento más alto en la propia entrega.
12 Vid: Paideia: Hesíodo y la vida campesina, 67-83 (I, 4).
13 Una cita puntual de los Erga da base a la demarcación de Jaeger: Toma esto en consideración: atiende a la justicia y olvida la violencia (Erga, 275). Es el uso que ha ordenado Zeus a los hombres – dice Jaeger siguiendo a Hesíodo -: los peces y los animales salvajes y los pájaros alados pueden comerse unos a otros, puesto que entre ellos no existe el derecho. Pero a los hombres les confirió la justicia el más alto de los bienes. Esta diferencia entre los hombres y los animales se enlaza claramente con el ejemplo del halcón y el ruiseñor, Hesíodo piensa que entre los hombres no hay que apelar nunca al derecho del más fuerte, como lo hace el halcón con el ruiseñor (vid: Paideia ,76 [I, 4]).
14 Vid: Paideia ,77: La identificación de la voluntad divina de Zeus con la idea de derecho y la creación de una nueva figura divina, Diké, tan íntimamente vinculada con Zeus el dios más alto, son la consecuencia inmediata de la fuerza religiosa y la severidad moral con que sintieron la exigencia de protección del derecho la clase campesina naciente y los habitantes de la ciudad (I, 4).
15 Para una crítica completa del asunto vid: Joaquín E. Meabe: El derecho y la justicia del más fuerte, Corrientes, ITGD, 1994.
16 Al examinar aquella parte en la Jaeger analiza la obra de Platón y, en especial República y el Gorgias.
17 Vid: Paideia, I, 5, 84-102.
18 Vid: Paideia: La polis como forma de cultura y sus tipos, 84-86 (I, 5).
19 Vid: Paideia, I, 5, 86-92.
20 Vid: Paideia, El llamamiento de Tirteo a la “areté”: 92-102 (I, 5).
21 Vid: Paideia, 102 (I, 5).
22 Vid: Paideia, El estado jurídico y su ideal ciudadano 103-116 (I, 6).
23 Vid: Paideia, 106-107 (I, 6).
24 Vid: Paideia, 106-107 (I, 6).
25 Vid: Paideia, 113 (I, 6).
26 Vid: Paideia, 111-113 (I, 6).
27 Vid: Paideia, 108 (I, 6).
28 Vid: Paideia, 113 (I, 6).
29 Vid: Paideia, 114 (I, 6).
30 Vid: Paideia, 114 (I, 6).
31 Vid: Paideia, 114 (I, 6).
32 Vid: Paideia, 117-136 (I, 7).
33 Vid: Paideia, 137-149 (I, 8).
34 Vid: Paideia, 150-180 (I, 9).
35 Vid: Paideia, 181-211 (I, 10).
36 Vid: Paideia, 212-220 (I, 11).


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