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CLAVES PARA ANALIZAR LA POSVERDAD Y LA POLARIZACION EN NICARAGUA (4)


PARTE 4 de 5




 “La pata del gato tiene largas garras para  sujetar su presa. Es suave y acolchada. Aduéñese del gato y utilice la pata para sacar cosas del fuego, para clavar las garras a su enemigo, para jugar con el ratón antes de devorarlo. A veces el gato saldrá lastimado, pero en la mayoría de los casos usted no sentirá nada”.
Baltasar Gracián


Wendy Lau Palacios
(Socióloga)


10.  SEPTIEMBRE ROJIAZUL Y BLANQUINEGRO



Expreso mi opinión y mi análisis desde una perspectiva de conjunto. No me ocupo de maquinar día y noche cómo hacer desaparecer a los Estados nacionales del mundo. Simplemente aspiro a Estados que no nos jodan la vida. En mis sueños, pues sueño con Estados que la faciliten, que permitan la autogestión local. Por lo demás, considero que quien toma partido se parte a sí misma/o y ya sus ojos eligen de quién ser cómplice.

Llegamos a septiembre, el mes patrio, el mes de efemérides de criollos independentistas, los meros fundadores del Estado racista y neocolonial, llegamos con todo y su chahuistle. Llegamos, me refiero, con reacciones adversas acerca de mis anteriores notas, por parte de lectores a quienes invito a investigar qué es anarquismoPero vayamos aterrizando, mejorcito.

Septiembre, el mes patrio violento que nos enseñan a enaltecer en las escuelas. Llegamos a un Septiembre azul desteñido, rojo sangre, blanco hueso y negro de luto. Son los colores del nacionalismo nicaragüense de hoy, vamos a decir, de esta su sociedad cargada de violencia y microviolencias.

¿Qué es la violencia? A pues, investigue si no lo sabe... Yo nomás pregunto: ¿Hay violencias buenas y violencias malas según usted? ¿Le parecen estúpidas a usted estas preguntas? Ni modo. Estas preguntas me las hago cada vez que le doy vueltas y más vueltas a la historia de los conflictos sociales tanto en México como América Central, el mundo entero pues.

Una de las autoras que se aproximan a dar cierta comprensión a estas interrogantes es mi amiga argentina Laura Gutman, psicóloga ella, quien en su libro Puerperiosnos comparte:


“En síntesis, la violencia se genera a partir del desconocimiento de la totalidad del ´sí mismo´. La violencia aparece cuando mi conciencia cree que hay algo afuera que es necesario destruir. La violencia es el rechazo o el temor a las partes desconocidas del ´sí mismo´. Hay infinidad de formas en las que la violencia se plasma: la mayoría es invisible para nuestra visión: el descrédito, el desprecio, la burla, el abandono emocional, el desinterés, la falta de apoyo en búsquedas genuinas, pero que no comprendemos, el autoritarismo sin sentido, la retención de información valiosa, etc. El problema es que la violencia se torna ´visible´ cuando hay consecuencias. En general, es demasiado tarde. Cuando queda en el camino algún herido muy maltrecho. Incluso en esa instancia, si no comprendimos la dinámica particular del circuito violento, no podremos modificar nada. Al contrario, la tendencia será aislar aún más al ´malo´, que se hará cargo de la sombra de todos los que circulan por ahí, incapaces, con la fantasía de ser enteramente puros y bondadosos”.

En Nicaragua las visiones de conjunto no existen. Aún se siguen subastando muertos frescos y víctimas de la violencia sistémica: policías quemados, médicos despedidos de sus puestos de trabajos (por represalia política, pero también por falta de presupuesto y lana), protestantes heridos, jóvenes excluidos marginales que son utilizados o manipulados por quien tenga dinero o quien tenga armas. Hay sus curiosos mirones que han muerto, la neta, pero los femicidios pasaron ya a segundo o tercer plano en los medios de prensa. La nota roja en Nicaragua es antigua, la diferencia es que hoy al morbo se le agregó lo peor de la política patriotera.

Quien hoy se siente víctima, mañana es victimario. Quien hoy fue victimario, mañana será víctima. Eso es la Nicaragua de hoy, ¿cómo le queda el ojo? ¿Le queda ojo todavía?

Una característica de raíz de aquesta crisis en Nicaragua ha sido, dije ya, el nacionalismo en ambos lados de la polarización: tanto para el Gobierno neoliberal y su emergente oposición neoliberal, para ambos pues, el personaje Augusto C. Sandino les parece insignia alta de dignidad. Debemos anexar que esa dignidad está sustentatada en la violencia patriótica nacionalista: una verdadera institución que personifica Sandino y un personaje que inspira y justifica para matar, para herir y para amenazar como actos nacionalistas. Todos gritan: ¡Viva Nicaragua Libre! Todos se señalan de "vendepatrias". Lo que quieren decir es que quieren una Nicaragua sin el otro, sin la otra, sin diferencias, sin espejos que muestren mutuamente sus partes desconocidas.

Las cosas han sido intensas y es difícil encontrar palabras para describirlas. Los ejemplos son muchos. En Monimbó hubo protestantes dignos a su entender, pero ahí se quemó a un agente policial, se le marcó como ganado con un fierro, su cuerpo se partió en pedazos, los que luego perros callejeros llevaban mordisqueando en sus hocicos mientras un cura bendecía esta depredación atroz. Y pensar que ese cura se las cree de San Romero. Pues está bien jodida la cosa. En Managua quemaron a otro ciudadano por simplemente ser sandinista. ¿Es prohibido serlo? ¿Qué libertad defienden los que queman al diferente?

Ha corrido más agua y sangre bajo el puente de parte de ambos lados de la polarización. La operación "limpieza" a cargo de cuerpos parapoliciales en Masaya, Jinotepe y otros lugares del país fue una auténtica guerra de jungla abierta. Triste asunto. Todo ha sido un laboratorio de la guerra y lamento sentir en el pecho que la crisis recién se afianza, recién apenas comienza. Porque, acaso por mujer, veo las cosas emocionalmente.

Yo insisto. Pregunto: ¿Qué es la violencia para el gobierno y para los "autoconvocados"? ¿Hay violencias buenas y violencias malas para ellos? ¿Le parecen estúpidas a usted, lectora o lector, estas preguntas? ¿Ya tomó partido por una de las violencias? ¿Prefiere violencia cural o estatal?


11. LA NORMALIZACION A PIJA

Con una dosis de sabiduría militar o con algo asimismo de desesperación política, la estrategia del gobierno neoliberal de Daniel Ortega y su señora vicepresidenta ha sido potenciar la crisis sociopolítica como efecto transparentador en cuanto a tener definido, para ellos, un mapa de poder que con los meses les ha quedado dibujadito que ni mandado a hacer. Luego de 11 años de "revolución rosa y multicolor", como lo dijo alguna vez la finada cubana Celia Hart sobre la Nicaragua del consorcio Ortega-Murillo, luego de cerrarse espacios para la oposición formal y real, hoy con esta crisis ya pueden identificar cuáles son sus enemigos reales, sus enemigos virtuales, sus enemigos probables y los modos de operar que han empleado para generar la desestabilización casi insuperable que atravesamos a nivel económico.

El gobierno, a través de la circense y coaptada Asamblea Nacional, promulgó una ley contra el “terrorismo”, más por hacer bulla noticiosa y preparar terreno, porque su texto es muy redundante respecto a lo que ya la OEA, la CIA, la DEA y el FBI promueven y, además, el propio Código Penal vigente en Nicaragua ya hablaba de terrorismo hace algunos años. Están enjuiciando ejecutivamente a sus opositores, haciendo uso de la terminología y los propios lineamientos que la misma OEA aplica en sus instrumentos regionales, por ejemplo: el Comité Interamericano de Lucha contra el Terrorismo (CICTE), el Protocolo de Cartagena (1985), la Convención Interamericana contra el Terrorismo (2002), la Convención Interamericana contra la Fabricación y el Tráfico Ilícitos de Armas de Fuego, Municiones, Explosivos y Otros Materiales Relacionados (1997), entre otros (visite el sitio www.oas.org).

Si Estados Unidos, poco más de treinta años después de las protestas estudiantiles y hippies contra la guerra de Vietnam y resto de guerras subsecuentes, persiguió y procesó penalmente a ex-activistas como “asesinos terroristas” en base a leyes gringas de la materia y la propia Resolución 1373 del Consejo de Seguridad de la ONU que amparó la propia guerra contra Afganistán e Irak, ¿por qué Daniel Ortega y su régimen dictatorial no iba a hacerlo de inmediato en esta crisis contra quienes entran en la etiqueta de “terrorismo” del propio Sistema Jurídico Interamericano de la OEA y la ONU?

Sepa usted, en política la justicia no siempre es jurídica, ni lo legal es siempre justo. Al respecto de este asunto, si usted gusta del buen cine, no deje de ver el thriller político Causas & consecuencias (Warner Bros.: 2012) dirigida y actuada por Robert Redford. Si es pirateada, seguro la encuentra rápido.

El rollo es que en base a esa ley anti-terrorista, el gobierno neoliberal de Daniel Ortega impuso (¿restableció a pija limpia y seca?) el orden público, con manos armadas y picosas hizo que el país tuviera un doloroso retorno aparente a la normalidad. ¿No es ese el trabajo de la Policía? Y pues sí... Hoy está enjuiciando penalmente como “terroristas” a actores  visibles y clave de su oposición tranquera, esos mismos que tanto defendían derechos humanos mientras los violaban a la población civil en las barricadas “patrióticas”. La  oposición emergente logró derrumbar la economía nacional violando la libre movilización y el gobierno logró castigarles como un padre malvado y vengativo.

Tan cruel es el "pueblo auto-convocado" como su internacionalmente amenazado dictador. Eso es Nicaragua, señores. Ambos Bandos han cumplido al pie de la letra el consejo que Arthurito Schopenhauer daba a los políticos de su tiempo: “La ira y el odio nunca deben demostrase sino en lo que uno hace, los sentimientos serán eficaces si se traducen en acción”.

Pese a la normalización, el aire del caos se mueve aún ya que hay terceros armados que no obedecen a la Policía Nacional, pero sí gozan de su protección. Se nota que esta situación no es placentera ni cómoda para la Policía Nacional. Estas medidas coercitivas pueden ser cuestionadas y a la vez defendidas en cuanto a  su legitimidad en el marco jurídico estatal. Por una vía, frente a la urgencia de recuperar la frágil seguridad pública y proteger al consorcio en el poder, la fuerza pública policial ha hecho su trabajo con ayudantes un poco incómodos: parapolicías. Por otra vía de análisis, la falta de legitimidad se puede señalar en cuanto al hecho de que la comunidad internacional de Estados en su mayoría, etiqueta todo este maniobrar como “terrorismo de Estado” en palabras de personeros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y hasta se habla de “casería de presos políticos”. Por ello, son medidas drásticas que tienen una efectividad temporal y, como se sabe, los tiempos en política hacen que las posiciones que fueron favorables internamente se tornen en desventajas externamente o viceversa.

Así como el gobierno instructivo criminalista de Daniel Ortega tiene su amparo jurídico interamericano en los instrumentos de la OEA ya citados, hay un co-relato normativo en materia de derechos humanos que ha violado a todas luces: el informe de la CIDH (Comisión, no Corte) que se hizo público luego de su visita in loco, deja claro que el Estado de Nicaragua ha violado la Carta de la ONU, la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Carta Democrática Interamericana y la Declaración de Managua (1993). Se le señala "uso desproporcionado de la fuerza". Ah... O sea que creen en la fuerza, pero de a gotitas la prefieren.

Esto anterior deja en delato la mentira de los Estados nacionalistas, la mentira del pacifismo opositor y la mentira de la democracia representativa como sistema. Es grave para el desenlace de la crisis todo esto, sobre todo si sumamos el hecho que el gobierno neoliberal de Ortega ha impedido que la Comisión de Trabajo nombrada por la OEA entre al país y el hecho de haber expulsado del país al Alto Comisionado de la ONU para Derechos Humanos. Esto podría motivar una eventual expulsión o suspensión de Nicaragua del sistema regional de la OEA (del sistema internacional de la ONU, inclusive: el Consejo de Seguridad de la OUNU hizo abordaje del “tema de Nicaragua” ya, las cosas no andan nada bien). ¿Y qué si eso ocurre? No queremos que eso suceda, pero si ocurre, nos llevó la chingada. La geopolítica paranoica e intervencionista que el Comando Sur de Estados Unidos maneja es la supuesta necesidad de una intervención armada, a como ya ha amenazado la Cámara del Senado de los gringos en meses recientes. Por su parte, la geopolítica del proyecto y leyes canaleras implican a Rusia y China como actores del tablero.

Si Nicaragua queda fuera de estos hipócritas sistemas internacionales, esa hipótesis pues, si llegase a materializarse, es más que desastrosa y tenebrosa: nos quiebran el culo a anarquistas, a polarizados, a orteguistas, a católicos,  a auto-convocados, a convocados sin auto, a aves de corral, a perros callejeros, a evangélicos, a los narcos, a ateos, a extraterrestres y más todavía a juventudes marginales y excluidas del sistema neoliberal, nos chingan a todos por igual. Los Cascos Azules no andan repartiendo confites, llegan a matar. El país quedaría desertificado y, luego lueguito, Estados Unidos haría el gran negocio de la “reconstrucción” y la “pacificación”. De eso vive Estados Unidos: de la guerra y la reconstrucción. La piel se me pone de gallina chiricana al imaginar esto.

Protestantes "patrióticos" armados, opositores al neoliberalismo de Daniel Ortega.


Por su parte, es notable el descontento que existe contra el gobierno de Daniel Ortega, no obstante, este descontento es grande, se autodenomina “auto-convocado”, pero carece precisamente de articulación política sostenible, carece de formación política e inteligencia estratégica además, es movido por el reclamo emotivo, justo y pasional sobre los muertos de un solo lado, esos muertos generados en las protestas, movilizados por la sed de justicia y por la agenda evidente de ciertos grupos interesados en botar al gobierno. Yo me pregunto: ¿Dónde estaban estas personas para el año 2000, cuando se dio el negoción del Pacto Alemán-Ortega en pro de la reforma constitucional para admitir reelecciones presidenciales? ¿Sabe usted de lo que hablo? ¿Dónde estaba usted? Usted o su hijo o hija, de seguro, para entonces jugaba videojuegos asesinos. ¡Ya ni las muelas nos quedan, caray!

Hoy, los y las cómplices del Pacto Alemán-Ortega, piden que se vaya del poder a Ortega. Pero, discúlpenme: no es con marchas que se cambian los gobiernos, ni con golpes de Estado (según el propio Sistema Jurídico Interamericano de la OEA): es a través de elecciones o, en su caso, dimisiones. No es quien tiene más barra o quien junta más hinchas quien determina un proceso transicional en el poder estatal. ¡Esto no es una velada de escuela ni de box!

Hay de todo en todos los segmentos polarizados, incluso buenas intenciones de ambos bandos. Pero queda claro algo bien cabrón: mientras el gobierno del Comandante neoliberal Ortega busca imponer una tensa y rígida paz relativa y super-vigilada, su dispersa oposición no quiere la paz que dice defender, queda claro de igual modo que quieren venganza (¿justicia?... órale, justicia, dicen) por la represión que sufrieron y exigen que Daniel Ortega y su familia se vayan del poder ahora mismo.  De plano, la crisis apenas empieza. 

Dice la abogada Mónica López Baltodano que "el presidente Ortega se debe ir aunque esto conlleve un gran costo humano”. Ay.... Suponemos que ese “costo humano”, en el imaginario de esta ciudadana, incluye la muerte de sus mozos de hacienda (como indirectamente  dijo en un discurso patrioterista reciente el propio Comandante Ortega contra su oposición). "Costo" humano, como si los humanos somos mercancías. El resto de muertos los pondría, "para variar", las juventudes de barrios, grupos y comunidades marginales del país. Su sed, la de Mónica II (ya que es hija de la ex-guerrillera Mónica Baltodano), es de sangre y no de justicia. ¿Hay un plan de guerra civil en la mente de esta mujer? ¿Quién la apoya? Son asuntos intrigantes.

En fin. Como sugerimos ya antes, si Nicaragua fuera expulsada o suspendida de la OEA, quizá Mónica López Baltodano y Cía. recurran a ciertos senadores gringos que azuzan la guerra civil desde hace meses con el Comando Sur contra Nicaragua. Las bases militares gringas están en Honduras, sólo hace falta insensatez y odio para que empiece el juego de la matanza: el nefasto "Efecto Noriega" está en la oración piadosa de los señores obispos.  Esta tercia polarizadora es la imagen de la patología social crónica que padecemos tanto polarizados como no polarizados, porque el gobierno igualmente organiza contra-marchas y se ha dado el delicado lujo de bloquear a comisiones de la OEA y expulsar representantes de Naciones Unidas del alto nivel. Hay una tercia, Rusia y China ya hablaron, hay geopolítica riesgosa y un panorama que ralentiza toda solución imaginable a la crisis por medio del diálogo y la paz que no sabemos practicar los y las nicaragüenses.

¿Le molesta a usted que generalice? Pues, lamento que me toque generalizar, pero le comento: su molestarse es prueba de mi acierto, se le mueve su rabia al leerme. Estamos enfermos, ahora sí que si no nos hemos dado cuenta, seguiremos refugiándonos en posturas que alimentan más muerte y destrucción.  Nos quedamos en la Guerra Fría, qué irónico. Pero podríamos salir de este infierno, si hubiera suficiente inteligencia emcional.


12. INTER-AFECTACION: UNA SECUELA DE LA POSVERDAD

Si bien con la dolorosa dialéctica polarizadora existen dos bandos (gobierno neoliberal atacado con sus simpatizantes satanizados (y hasta quemados) y una oposición emergente perseguida y castigada con pija dura), el hecho de ser la posverdad un rasgo sintomático de aquesta crisis, en Nicaragua se ha generado hoy, a lo interno de cada bando, dinámicas de inter-afectación en el siguiente sentido: la desconfianza reina entre los mismos elementos opositores (entre sí, entre ellos, basta con ver las redes sociales en internet) y, asimismo, en el sector gubernativo-partidario (entre sí, entre ellos, basta con escuchar opiniones en la calle). Esto no es ni más ni menos que la cultura del panóptico de Foucault: la sociedad hiperdisciplinaria y autoregulada, los grupos que imponen su verdad a pija o con subasta de muertos. Ese septiembre es el que inauguramos. Paz relativa la hay, como hay guerra potencial. Ambos bandos son violentos y hay pruebas de esto de sobra.

Es mejor tal vez decirlo con otras formas más suaves, menos alarmistas. Lo que pasa es que vivo en Chiapas, zona de guerra  y resistencia desde 1994.

Miremos el detalle de lo que queremos enfatizar. El tejido social roto que nos hereda la crisis nacional deja hoy ver sus hilachas entre los vínculos humanos dentro de cada bando en conflicto. El partido de gobierno está en escombros y su fuerza es la mano armada, no su gabinete, el cual ni conocemos. Pero ya empiezan a mostrar ministros, por fin. Hay una razón obvia: cada bando tiene sus miembros radicales, sus moderados y sus pasivos, entre los cuales se genera, además de la pérdida profunda de la confianza, las esperables rencillas, los reclamos, inevitables tensiones y venganzas. Ambos, oposición emergente desarticulada y gobierno-partido-Estado-negocio sufren este fenómeno de inter-afectación. Esto importa mucho y nadie habla de ello. ¿Qué importancia tiene señalar este aspecto? Pues, ora vamos a decir: si ambos bandos no van sacando lecciones a tiempo, el futuro cercano de Nicaragua no sólo afianzará las características violentas del narco poder regionalizado que ya hemos descrito de sobra en anteriores entregas (por ahora, proceso interrumpido por las operaciones "limpiezas"), sino que todavía más: los espacios de encuentro y los procesos de socialización necesarios e indispensables para sanar el roto tejido de las relaciones interpersonales serán nulos o, en el peor de los casos, serán cargados de vigilancia, traición y paranoia entre pares ideológicos, ni se diga entre enemigos. Esto último afectaría a personas (como ya ha afectado a la familia de la difunta Rayneia Gabrielle Lima, residente médica brasileña asesinada en circunstancias poco esclarecidas por el Estado de Nicaragua), es decir, gentes absolutamente inocentes y que ni siquiera forman parte de un bando ni de otro, ni de esta sociedad enferma, tampoco del sector marginal del crimen organizado ni de los excluidos del sistema neoliberal.

En Nicaragua no hay debate, hay odio, hay mentira. Eso sí. Hay tribunas, monólogos. Las tribunas son mediáticas y se han polarizado exageradamente en posiciones límite que hipotecan el futuro de la vida social. Los medios de prensa oficialistas y los contra-oficialistas deberán pagar ante la historia por editar la verdad, por decorar con mentiras la verdad. Vamos de nuevo a repetirlo… Si ambos bandos no van sacando lecciones a tiempo, la vida privada y la vida pública no estarán para nada garantizadas en Nicaragua: serán una especie de territorios conquistados en base a méritos un poco difusos que oscilan entre el ángulo de la fidelidad partidaria sandinista, el nacionalismo torpe e intolerante de su oposición y el merito mérito de portar un arma. Eso sí es un triángulo filoso y triste, muy escabroso.

El escenario es muy oscuro. Tal vez lo pinto así, porque me parece que ha sido oscuro para los excluidos del sistema siempre. Ahora la oscuridad visita otras zonas. Esto no es ni callejón, ni parece tener salida. Parece tumor y tener metástasis. La  cohesión social es indispensable para la recuperación de la gobernanza que ha perdido sustancialmente el Estado. La cohesión social es una condición sin la cual no es viable una ciudadanía activa tampoco. Vivir es convivir. Eventualmente un proceso de mutuo perdón o amnistía podría ser una salida, mediocre, pero salida. Eso sí chatitos y chatas, "compatriotas", la carencia de cohesión social a mediano plazo convertiría a Nicaragua en una especie de condicionamiento del miedo introyectado en cada individuo, marcado por una geopolítica procanalera cada vez más clara, al estilo que hoy se destila en Ruanda o Burundi el genocidio, la injerencia extranjera y el negocio con minas y explotación infantil, por dar nomás dos ejemplos. Pero mejor quiero imaginar que me gusta ser exagerada.


13. LAS LECCIONES CENTRALES Y URGENTES

Una lección que tarda en ser aprendizaje se transforma en lesión.

Hay muchas lecciones para ambos bandos (gobierno neoliberal y oposición neoliberal emergente). Vamos a citar como muestra las que creo cruciales al día de hoy.

En el caso del Estado-gobierno-partido-familia de Daniel Ortega, fue un gravísimo error crear –desde 2013- fuerzas de choque no policiales. Desde una mirada anarquista (nos referimos al anarquismo de Bakunin, wiki-investigue por favor, no hablamos de destrucción y relajo), el Estado es por naturaleza represivo. Si el sistema complejo que llamamos “Ortega” asumiera esta premisa, desde el inicio hubiera puesto personas uniformadas con trajes de la Policía Nacional a reprimir las marchas y punto. Aunque esto es impopular, hubiera evitado el caos de los terceros, cuartos y quintos armados que hoy toman decisiones confusas a como quieren, bajo la etiqueta de ser “parapoliciales voluntarios” y que ni siquiera la propia Policía Nacional comprende de dónde salen en no pocos casos. Este error, si bien es grave, aún puede corregirse: urge desarticular estos grupos ya mismo (o uniformarlos con placas policiales y carnés, al menos, pues), que demuestren que sí trabajan con la estructura policial. Fidel Castro, en su libro La paz en Colombia, enfatizó que la creación de cuerpos paramilitares fue el error más terrible ejecutado por el gobierno colombiano hace más de 40 años. Se salen de control, está comprobado.

Parapolicías que colaboran "patrióticamente" con la Policía Nacional en Nicaragua.

Ahora bien, en el caso de las élites oenegeras y partidarias devenidas en oposición emergente neoliberal democrática, nunca fue conveniente forzar la repetición de la  memoria modélica insurreccional de 1979. La cagaron. Nos cagaron. Les importó una mierda los muertos que tanto lloraban en la mesa de diálogo y se ensañaron en alimentar una superposición histórica nefasta. Generaron más muertos. Es que no quieren la paz, quieren el poder estatal y quieren seguir subastando muertos. Suman, suman muertos como si de votos se tratase. ¡Tarados de la chingada! Asesino no es sólo el que mata, también lo es quien saca réditos políticos de los muertos que no evita. Quien está por la vida ejercita creativamente una No Violencia Activa (NOVA). Resulta una joya irrisoria ver con detenimiento los mini-documentales del periodista opositor Carlos Fernando Chamorro, puesto que dejan en evidencia el emblemático y asqueroso palimpsesto que se hizo de Monimbó, cuando su juventud era financiada por élites opositoras para secuestrar y sembrar el terror por más de dos meses, pero se proyectaba en la TV la heroicidad y la esistencia dignas de la idealizada Nicaragua insurrecta. Qué cinismo el de Chamorro más sin adjetivos, porque esconde, edita y calla, por ejemplo, qué diablos fue a hacer cierto grupo de  protestantes de Masaya hacia Granada en su momento: ah… pues, para que lo sepa, pese a que no conviene a su agenda política, pero hay que decirlo: fueron a saquear y pillar, con pleno descaro, encabezados por una caravana de medios televisivos opositores, en especial, 100% Noticias. Aún estaba yo en Nicaragua cuando esto pasó. 

Ay… Duele todo este mar de hipocresía profesional. Para quienes no estamos en ninguno de ambos bandos polarizados, aunque también para quienes se ubican en ellos desde algún punto crítico -si los hubiere, seguro que hay- habrá dos lecciones muy duras como obvias que socialmente podríamos asumir: sabemos que ambos bandos, en sus vertientes extremistas promueven sus retóricas gastadas y la euforia de ciudadanos siervos o serviles que buscan desesperadamente defender al líder o, bien, sustituirlo por otro. Ambos sufren de cacicazgo y autoritarismo redentorista, algo nada nuevo en la historia de Nicaragua. ¿No es acaso igual de mediocre perder el criterio propio con tal de seguir a un caudillo o caudilla? Y la otra lección, la más seria, empieza por cuestionarnos: ¿Es una sociedad que emplee la violencia en todas sus formas la que nos interesa construir? Si la respuesta verdaderamente, en nuestro fuero interno, es NO, entonces por favor recordemos o entendamos: hacer política no se limita a votar por un partido o a fundar nuevas vías partidarias, ni a hacer guerra, eso se llama lucha partidaria por obtener -cual buitres - el poder estatal, que lo hagan quienes carezcan de inteligencia emocional. Pero hacer política es algo muchísimo más amplio, lo político es responsabilizarse por el cuido de los bienes comunes como el aire y el agua, denunciar los femicidios (¿o es que, desde que feministas y curas comen juntas ya no existen mujeres tiradas al fondo de pozos o quemadas por pastores? Además, el propio cuerpo como territorio es suficiente bio-política, ejercer con efectividad relaciones de poder creativas y novedosas entre todas las esferas del diario vivir cotidiano, etc. Cabe cuestionarse: ¿Qué significa ser ciudadano/a?

Muchas cosas faltan para la paz sostenible, pero la principal es entender dónde termina el límite de lo exigible al Estado, entender cómo me relaciono con éste sin que me jodan y dónde empieza el compromiso individual cotidiano por la construcción de la causa común y colectiva, la paz de cada día, las puestas en práctica del procomún.

Lecciones, como dije, hay muchas más. Estas las considero cruciales. ¿Cuáles son las que usted considera sus propias lecciones? ¿Qué está haciendo ahora mismo para evitar que éstas se conviertan en lesiones? 

Chiapas, Sueste de México.
Caracol de Oventic, septiembre de 2018.



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