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CLAVES PARA ANALIZAR LA POSVERDAD Y LA POLARIZACION EN NICARAGUA (1)


PARTE 1 de 5

Wendy Lau Palacios (socióloga nicaragüense / UNAM-México)

LA FOTO QUE ILUSTRA
La foto que publico acá es del caracol de La Realidad, Chiapas, México y, desde la mirada anarcozapatista, afirma el sueño de un mundo en el que quepan muchos mundos. Nicaragua está muy lejos, lejísima de este sueño. Porque para soñar así, se necesita estar movilizados permanentemente, hacer comunidad desde los diversos sentires y saberes, dialogar en el conflicto, no polarizar de a primeras la realidad, ver la injusticia desde siempre sin necesitar asesinatos o muertos frescos.

EL ANTECEDENTE DE AQUESTA CRISIS DE NICARAGUA

Los períodos de gobierno continuo de Daniel Ortega, desde 2007, han seguido y cumplido al pie de la letra las órdenes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), las dos entidades que agencian las políticas globales del neoliberalismo: la variante más cruel del capitalismo económico y social que se caracteriza por concentrar poderes financieros y políticos en contra de grupos excluidos de los centros de privilegios y privilegiados.

En Abril de 2018, el gobierno de Ortega publicó un Decreto-Ley que hacía caso al FMI, a pie juntilla, respecto a las reformas legales que debía hacerse, según FMI, BM y OEA, al sistema de seguridad social en Nicaragua, el cual estaba previsto a quebrarse en junio de 2018, por malos manejos, pésima administración y por el fenómeno emergente de que el 60 % del país son jóvenes (menores de 33 años) y la mayoría del país por tanto no es cotizante ante el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS): esta mayoría estudia en el mejor de los casos, si no trabajan en sector informal o, el peor de los casos, se dedican a redes de mercado de drogas y delitos comunes.

Este Decreto buscaba sacar a última hora de la crisis financiera al sistema de seguridad social, a costa de reducciones de pensiones y otras medidas impopulares, como ya dijimos, impuestas por FMI, BM y OEA. Daniel Ortega firmó en 2017 un Memorándum de Entendimiento con OEA respecto a estas medidas de reforma al INSS y sobre reforma del sistema electoral, el cual está, al igual que el resto de poderes del Estado, coaptado por su fuerza partidaria y por clientes de una falsa oposición.

Las grandes empresas coorporativas aglutinadas pacialmente en el COSEP y empresas maquiladoras apoyaban a Daniel Ortega hasta hace poco, pero sus posiciones políticas no son y no serán claras, ya que su posición fue, es y será siempre la concentración de dinero y riquezas mediante la explotación de trabajadores en masa.


LA REVUELTA ESPONTÁNEA DESDE ABRIL DE 2018

Un grupo pequeño de protestantes, en Abril 18, fueron reprimidos por grupos violentos afines al gobierno (a juzgar por sus camisetas) frente a vista y paciencia de la Policía Nacional. Este hecho generó una ola creciente de protestas y subsiguientes represiones similares en crecida de intensidad, las cuales, hasta hoy, acumulan como consecuencia más de 140 muertos, entre protestantes y algunos policías.

La crisis, 50 días después de haberse abierto en estallido la revuelta nacional juvenil, deja ver con claridad muchos aspectos que, desde una mirada anarco-libertaria (esa mirada que tiene muy presente que el Estado es la enfermedad de toda sociedad), pueden ser claves para entender la trampa de polarización o maniqueísmo en la que se encuentran por igual  y parejo tanto los cuadros altos e intermedios del gobierno en turno, como los grupos estudiantiles recién organizados y otros grupos que protestan contra el gobierno, incluyendo a campesinos, ONG´s y movimientos sociales y partidarios, entre otras expresiones. Es una oposición que defiende justicia para los muertos, pero cree en el Estado y su mejora ilusa: la democracia representativa. Estado y democracia representativa son las dos grandes estafas de la humanidad, esto se sabe con una simple lectura del quehacer de los estados nacionales y sus democracias flagrantes que reprimen legalmente a quienes se opongan a sus proyectos.


TRES CLAVES BÁSICAS PARA EMPEZAR A DIMENSIONAR AQUESTA CRISIS EN NICARAGUA

1. POLARIZACIÓN PROFUNDA: Con facilidad la crisis nacional deja ver que los medios de comunicación oficiales y los no oficiales, los alineados y los de oposición, usan retóricas de binariedad y dualismo: buenos contra malos, violencia buena y violencia mala, asesinos buenos y víctimas malas o viceversa, derecha e izquierda, grupos de choque parapoliciales y vándalos, etc. Esta polarización que se nota en la retórica dual se profundiza cada día más, dejando a flote una sintomatología colectiva grave, nadie es capaz de ver. Ver no es mirar, ni mirar es ver. Todas las partes en conjunto miran la crisis desde un cristal parcializador y defensivo, todos restan a las posibilidades de salida a la crisis, muy pocos suman, muy pocos o menos que muy pocos. Se carece casi totalmente de una visión de conjunto, una vista global que trascienda la cándida idea de que la revueta y sus secuelas sociales sanarán con la salida de una persona: Daniel Ortega. Las heridas del tejido social y su sanación serán el auténtico reto rebelde consciente del día cotidiano por venir, más allá del escenario transicional que se improvise o en lo que sea que devenga esta situación de crisis. La mayoría de nicaragüenses olvidamos que todo Estado, cualquier Estado del mundo, es por definición represivo y que las fragmentaciones del tejido social son heridas comunes que nos pertenecen a todas y todos.

2. UNA SOCIEDAD DE SORDOS QUE NO SABE DIALOGAR: Desde el seno de las propias familias de Nicaragua, con mucha inmediatez se logra percibir desde hace 500 años la incapacidad de diálogo, el silencio de la pandemia de abusos cotidianos y la no aceptación de lo diverso. La violencia la ejercen padres y madres contra hijos y entre ellos, así como entre hijos e hijas se multiplican ciclos de abuso y violencia. Nicaragua como sociedad no sólo no conoce qué es dialogar, sino que en la mesa de diálogo nacional que convocó la Conferencia Epicospal de Nicaragua (CEN), estructura jerárquica de los obispos de la Iglesia Católica (quienes desde hace 500 años tampoco saben dialogar desde sus púlpitos monologantes y adoctrinadores), ahí pues, en esa mesa de diálogo, quedó claro que los grupos de estudiantes devenidos en líderez espontáneos con la asesoría "renovadora" de grupos políticos invisibles, a la par de otros representantes como empresarios, intelectuales, políticos y el propio gobierno de Daniel Ortega, todos por igual, todas por igual, lo único que saben es monologar. No en balde la mesa que prepararon los obispos era rectangular, cuadrada, ideal para mentes y corazones cuadrados. Pero eso es semiótica y en otra entrega vamos a pulular la semiótica de aquesta crisis que atravesamos. Lo que queda más que clarísimo es que Nicaragua es una sociedad ahogada en su incapacidad de diálogo, ha necesitado ser previamente alcahueta con la partidización del Estado represivo, ha decidio callar hasta estallar. Monologar es no escuchar. Diálogo es compartir la voz y la escucha, ver en qué cede cada parte y ceder cada quien a fin de encontrar consensos temporales que hagan avanzar el conflicto desde la palabra y las acciones de compromiso. No porque no se quiera es que no se escucha, sino -tristemente- porque no se tiene la habilidad ni la experiencia de escuchar es que se cierran los oídos. Pero más hubo en el escenario. Un estudiante, celebrado por la mayoría de protestantes (desde los privilegiados por el neoliberalismo que hoy sacan a relucir su nacionalismo con banderas de Nicaragua en marchas multitudinarias hasta los grupos de excluidos marginales del sistema neoliberal). Tal estudiante asaltó la palabra al presidente inconstitucional Daniel Ortega, le llamó asesino (es decir que la hizo de juez, el novato líder) y le exigió el cumplimiento de su lista de peticiones urgentes, entre ellas cesar la violencia legal de la Policía Nacional. "Asaltar" la palabra con tono de voz masculina en el contexto de un diálogo nacional como este, por una parte quizá, demuestra el activismo decisivo de dicho estudiante, pero resulta que esa euforia hormonal hizo fracasar el intento de encontrar soluciones a la crisis, como en efecto sucedió, duplicándose las muertes en días posteriores. Es comprensible el dolor, es natural la indiganación. Pero si realmente lo que se pretende es que no haya más muertes el activista tuvo que deponer su gritería consignera y quedarse fuera de la mesa de diálogo. A un diálogo deberían ir y quedar sólo personas que sepan dialogar, compartir la voz en medio de la dificultad del conflicto: no hubo ni una sola que supiera hacerlo, ni una. Además, quienes fueron acreditados por los obispos en dicha mesa no representan a nadie sino a la propia crisis de un sistema neoliberal del que forman parte. Antes bien, representan a la pretendida democracia representativa neoliberal que quiere nomás recomponerse en medio del luto y tener un nuevo héroe y un fututo dictador. No es desde el rol de activista que conviene llegar a un proceso complejo de diálogo, porque el activista, amparado en lo justo, no escucha, sólo defiende su indiganación y entonces grita, protesta y si es posible llora, pero eso no es dialogar. Por su parte, el comandante Daniel Ortega actuó de modo similar. Si bien llegar a sentarse a dicha mesa fue ceder en demasía para este ex-guerrillero devenido en presidente neoliberal, su actitud fue de no escuchar y, lo mismo, monologar, eso sí, sin consignas esta vez por su parte. ¿Cómo el diálogo nacional demuestra que la sociedad de Nicaragua carece de esta habilidad de diálogo? Obvio es: podemos descubrir en el diálogo nacional de la CEN, interrumpido o suspendido luego por los propios obispos por "no haber consenso" (todo consenso es temporal), un espejo de quiénes somos los nicaragüenses: un país marcado por posiciones polarizadas y polarizantes, heridas de posguerra inconscientes y más de 6 guerras civiles en los últimos 150 años. Para qué no decirlo: en sí, Nicaragua es un país que carga su historia como disco rayado y está dispuesto a repetirla las veces que sea. Nicaragua, quedó clarito, es un grupo poblacional que no sabe dialogar, por parejo: ni unos ni otras, ni el gobierno ni sus críticos, ni los obispos ni nadie, ni los medios de prensa. El diálogo es una habilidad y empieza en la comunidad en que se habita, no en una mesa de manteles largos y faldas largas.


3. EL GRITO DE LOS (VERDADEROS) EXCLUIDOS: Los estudiantes universitarios son privilegiados del sistema neoliberal porque acceden al derecho de la educación mientras otras juventudes no pueden hacerlo. Hay una mayoría juvenil que no tiene este acceso históricamente; pero ¿quiénes son? Son los grupos marginales que habitan en las periferias urbanas y rurales, en los infiernos peligrosos precarizados y de alto riesgo, en los barrios miseria de las ciudades y comarcas aisladas, lejos de los centros urbanos. Llamados "vándalos" y "delincuentes" tanto por estudiantes como por empresarios, tanto por agricultores, medios de prensa y partidos como por el propio gobierno de Daniel Ortega, realmente no se movilizan por una agenda política propia ni ajena, ni tampoco reaccionan ante la injusticia social con base en un ideario de lucha. No. Nadie los quiere mostrar públicamente vinculados ni mucho menos como aliados, ni de un lado ni en otro, ni arriba ni  abajo, porque ellos son del margen, la cloaca que generan los privilegiados, las privilegiadas. Todos los sectores los utilizan y hasta subastan sus muertos: son héroes cuando mueren, cuando actúan son a lo sumo fuerzas de choque del oponente. Ellos, los "vándalos" así nombrados, así ninguneados, los verdaderos exluidos, han sobrevivido en medio de injusticia social permanente y represión policial por muchos años, muchas generaciones periféricas hay que sólo han conocido desde que nacen la persecución del delito y ellos, se dicen los privilegiados y privilegiadas entre sí, son el delito mismo. En el contexto de la revuelta actual, su grito como grupos excluidos se hace notar en acciones de pillaje, saqueo y crímen. Es la oportunidad de expresión que tienen, por fin una oportunidad para los ninguneados, los silenciados del sistema neoliberal. Su sed de venganza contra un sistema excluyente se da al fin para generar el terror de los acomodados a la rutina de tiempos diarios de comida, estudio, trabajo asalariado. Pero, es ahí donde radica la incomodidad de todos y todas los participantes del diálogo nacional: el pillaje y el saqueo pone en riesgo a los privilegiados, las privilegiadas que, precisamente, no viven en las periferias sociales del sistema neoliberal, sino en zonas céntricas, residenciales y, entonces, extrañan su perida paz. Las pandillas y grupos juveniles excluidos del gran circo neoliberal (circo propio de cualquier Estado y su oposición real o falsa), se suman a las protestas nacionalistas de estudiantes y otros grupos durante las noches y a veces a plena luz del día. Su trabajo es equiparar simbólicamente la inequidad mediante estas acciones contra la "propiedad privada" de los privilegiados y privilegiadas, sin distinguir en absoluto cuál de los privilegiados pertenece al gobierno o a la espontánea oposición.

Chiapas, México.
10 Junio, 2018.
La autora es investigadora en materias de Sociología del Conflicto en el Sureste de México.



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