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Mi tu Boda Judía

          A Tagni Li

Amanezco con la noche. Hay un mood judaico en el crujir de mis tobillos avanzantes. Para mí "judaico" es decir casi lo mismo que "gitano". (Me complace estar equivocado). Camino por el pedregal del polvo. Me dirijo Hacia, voy en caminata hacia lo que haya. Impuntual pertinente ayudador de tus menesteres, llego al mirador. Noto flores, una linde de blancos postes entretejidos por hilos de acero. Te encuentro empericuetando objetos, mas no empericuetada. Comprendo mejor a mis tobillos ahora y su diáspora desesperada hacia vos. Hoy no es día de Contact VIP Dance. Hoy es la Boda judía que te estás montando en silencio, sin novios, disfrazándola de cumpleaños y en la que vos misma sos tu novio solar y tu novia saturniana: creamos el ambiente para que el Kabalat Panim salude a cada lazo de unión que te regalo, en cada silla vestidita y pundodonorosa, nudos hechos con la actitud de un padre maternal que hace el moño al espaldar del traje de su niño queer que recibirá su primera comunión o, más simplonamente, con la intención utilitaria con que un niño palestino amarra sus botas, juguetonas botas bajo un cielo repleto de caedizos misiles israelitas, todo posible a millas y millas de distancia de este picnic lagunal en que las sillas quedaron sin tacto ni contacto... De eso iba el asunto, siento. Buscar sillas, encontrarlas, por más que no las usaran las almas invitadas, fue un ritual de asentarnos, de enlazar mundos, de mundanalizar lazos que son lenguas de viento hacia tu definita unión con vos misma.

Ezequiel D'León, etc.




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