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Victoria sobre el mal

Cuando Jesús llegó a casa de Pedro, vio a la suegra de éste que estaba en cama con fiebre. Le tocó la mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó y Le servía.

Y al atardecer, Le trajeron muchos endemoniados; y expulsó a los espíritus con Su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos, para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías cuando dijo: “El tomo nuestras flaquezas y llevo nuestras enfermedades.”

Viendo Jesús una multitud a Su alrededor, dio orden de pasar al otro lado del mar. Y un escriba se acercó y Le dijo: “Maestro, Te seguiré adondequiera que vayas.”

Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.”

Otro de los discípulos Le dijo: “Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.”

Pero Jesús le contestó: “Ven tras Mí, y deja que los muertos entierren a sus muertos.”

Cuando entró Jesús en la barca, Sus discípulos Lo siguieron. Y de pronto se desató una gran tormenta en el mar de Galilea, de modo que las olas cubrían la barca; pero Jesús estaba dormido. Llegándose a El, Lo despertaron, diciendo: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”

Y El les contestó: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” Entonces Jesús se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.

Los hombres se maravillaron, y decían: “¿Quién es Este, que aun los vientos y el mar Lo obedecen?”

Al llegar Jesús al otro lado, a la tierra de los Gadarenos, fueron a Su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, violentos en extremo, de manera que nadie podía pasar por aquel camino. Y gritaron: “¿Qué hay entre Tú y nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes del tiempo?”

A cierta distancia de ellos estaba paciendo una Manada de muchos cerdos; y los demonios Le rogaban: “Si vas a echarnos fuera, mándanos a la manada de cerdos.”

“¡Vayan!” les dijo Jesús. Y ellos salieron y entraron en los cerdos; y la manada entera se precipitó por un despeñadero al mar, y perecieron en las aguas.

Los que cuidaban la manada huyeron; y fueron a la ciudad y lo contaron todo, incluso lo de los endemoniados. Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando Lo vieron, Le rogaron que se fuera de su región.

Mateo



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