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Capítulo 9: Demasiadas extrañas circunstancias

Tal cúmulo de extrañas circunstancias y raras sensaciones me llevaron a pensar que en Aquella casa había algo más de lo que se podía observar a primera vista. Decidí seguir investigando sigilosamente y sin comentar mis inquietudes a los demás, pues en realidad el extraño dentro del grupo era yo mismo y aún no sabía si se había urdido un plan conjunto o bien había un proyecto unipersonal en contra del resto de los presentes en aquella casa.

Decidimos mantener a la esposa de Rodolfo en su cama sin cambiarla de su posición hasta que pudiéramos contactar con la policía por si se estimaba necesario algún tipo de investigación dado el carácter repentino del fallecimiento. Abrí un poco la ventana para que el frío retrasara la descomposición el mayor tiempo posible, en pocos minutos bajó la temperatura en el interior de la habitación hasta los cinco grados, en el exterior se había iniciado un nuevo aguacero acompañado de fuerte viento, las condiciones meteorológicas se habían propuesto hacer de fondo tenebroso en aquella tétrica situación. Al retirar la ropa que la tapaba aprecié una ligera rasgadura en el camisón a través de la que se veía un pequeño hematoma sobre su columna vertebral a nivel lumbar, me acerqué y pude comprobar un diminuto orificio por el que parecía que alguien había introducido, con una aguja, algún líquido en su médula espinal. Mi mente se llenaba de dudas, ya no sabía a ciencia cierta si mi ánimo se dejaba arrastrar por los hechos que estaban ocurriendo y por tanto mi imaginación me hacía ver más allá de la realidad, o más bien sólo era una pequeña herida realizada de una forma accidental. En cualquier caso mi desazón aumentó al comprobar que en las muñecas y en los tobillos de la finada había unos hematomas que indicaban claramente que había sido agarrada con fuerza antes de fallecer, en consecuencia, al menos tres personas visitaron a la esposa de Rodolfo en la noche anterior para practicar algún tipo de maniobra claramente en contra de su voluntad.

Salí del dormitorio en silencio y pensando una vez más en todo lo vivido en las pocas horas que llevaba en aquella extraña mansión. Aproveché que los demás estaban tranquilamente hablando en el salón para regresar al despacho e intentar de nuevo la conexión por radio. Al pasar por la biblioteca me fijé en la mesa y no vi la Biblia que allí había dejado, tampoco estaba en su estantería original. No le di mayor importancia y durante los siguientes minutos probé con reiterados fracasos el contacto con el mundo exterior. Tenía una gran sensación de claustrofobia al ver que no podía pedir ayuda fuera de la casa..

Cansado de no obtener resultado alguno me disponía a salir cuando Madame Eva entró en el despacho, su rostro reflejaba pesadumbre, sus ojos húmedos indicaban claramente que se encontraba realmente apenada por lo sucedido.

- Señor García, nos conocemos muy poco pero las vibraciones que recibo de usted me hacen pensar que es una buena persona, por eso me atrevo a confesarle que estoy muy asustada. Desde que he llegado a esta casa tengo sensaciones muy extrañas y la muerte de la señora me ha sobrecogido de tal manera que no paro de pensar que no será la única en acabar su existencia, durante las próximas horas pueden ocurrir hechos muy dramáticos que afecten a cualquiera de los que aquí estamos.

Me atreví a indicarle, aún sin grandes detalles, que yo también me encontraba en su misma situación. Le dije que me preocupaba el hecho de que Rodolfo no apreciara algo durante la noche, aunque no le comenté mis descubrimientos. En voz baja, casi cuchicheando, me hizo una nueva e inesperada confesión.

- No piense que Rodolfo tiene algo que ver con la muerte de su esposa, es imposible, ha estado toda la noche en mi habitación.


Si aquello era cierto podía descartar a dos personas que no pudieron tener relación con la muerte de la asistenta, o tal vez Madame Eva pretendía despistarme aún más. Salió de la habitación sin volver su mirada atrás. Durante varios minutos reflexioné sobre las consecuencias de la información que acababa de recibir.



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