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TRANSTORNOS DEL SUEÑO EN LOS NIÑOS.


Cuando se habla de trastornos del sueño, los adultos pueden identificar con frecuencia algunas razones que podrían estar obstaculizándoles el descanso nocturno. Independientemente de que se trate de mayor estrés en el trabajo, acumulación de deudas o preocupaciones familiares, los adultos pueden generalmente determinar una o dos cuestiones que podrían provocarles insomnio.

Sin embargo, en el caso de los niños, los problemas del sueño pueden resultar un poco más sorprendentes. Después de todo, ellos no tienen que preocuparse por el pago de las cuentas ni por lidiar con los jefes. Pero eso no quiere decir que no experimenten problemas para dormir. Lamentablemente, si el niño confronta esas dificultades, tal situación podría ser indicadora de uno de los siguientes trastornos del sueño:

Terrores nocturnos: Generalmente, los terrores nocturnos se producen en niños entre los 3 y los 12 años. Comparables con las pesadillas, los terrores nocturnos se caracterizan por períodos de llanto y temor intensos, con episodios que duran como promedio entre 1 y 2 minutos (aunque un episodio puede prolongarse hasta por media hora). A diferencia de las pesadillas, el niño no los recuerda al día siguiente. Además, aunque las pesadillas ocurren en el período de sueño REM (con movimientos oculares rápidos), los terrores nocturnos no se producen en ese lapso, sino típicamente a los 90 minutos posteriores a que el niño se queda dormido.

Los terrores nocturnos pueden ser extremadamente inquietantes y aterradores para las familias, pues el niño aparenta estar genuinamente asustado, aunque esté dormido. Los episodios son frecuentes y recurrentes, y están acompañados con frecuencia por un ritmo cardiaco y de respiración elevado, así como sudoraciones intensas. Aunque no existe una causa uniforme de los terrores nocturnos, los acontecimientos estresantes de la vida, los problemas para dormir y ciertos medicamentos que afectan el sistema nervioso podrían citarse como causas.

Sonambulismo: Este trastorno, conocido también como “caminar dormido” ocurre cuando un niño se sienta en la cama con los ojos abiertos, pero sin ver absolutamente nada. Los niños pueden quedarse en la cama durante un episodio de sonambulismo, pero también levantarse y caminar. En algunos casos, el niño logra salir de la casa. Estos episodios son más comunes en varones con edad escolar.

Los padres pueden determinar si el niño está despierto o aquejado de sonambulismo mediante varios indicadores. Los ojos vidriosos y más fijos que atentos son uno de los síntomas. Los niños que caminan por la casa con la mirada perdida, en vez de tener los ojos con su movimiento normal mientras caminan por la casa es otro de ellos. Si los padres hablan con el niño durante uno de esos episodios, sus respuestas, si es que hay alguna, serán lentas y no necesariamente coherentes. Además, si el niño no se despierta durante el curso de un episodio y vuelve a quedarse dormido, no recordará nada al respecto a la mañana siguiente.

Micción involuntaria nocturna: La micción involuntaria nocturna (orinarse en la cama) es generalmente una parte normal del control de la vejiga, y común en niños menores de 4 años. Sin embargo, la micción involuntaria nocturna primaria equivale al acto de orinarse en la cama en niños mayores de 5 o 6 años. En estos casos, los niños no pueden impedir la micción de forma consistente durante la noche. Esto podría ser resultado de varios factores.
Como la micción involuntaria no es un acto intencional, podría ser provocada por el retraso en el crecimiento y desarrollo, niveles insuficientes de ADH (hormona antidiurética), factores sociales o psicológicos, o simplemente poca capacidad en la vejiga. En algunos casos, los niños se duermen tan profundamente que no se despiertan cuando deben levantarse para orinar.

Insomnio: Este trastorno se clasifica como la dificultad para quedarse dormido, o mantener el sueño. El estrés y la depresión son dos causas subyacentes del insomnio infantil. Con frecuencia, los malos hábitos de dormir, como horarios inconsistentes de sueño, quedarse dormidos fuera de la cama y otros pueden empeorar el insomnio.

Entre las formas de combatir el insomnio figuran las siguientes:

• Evitar el consume de cafeína en forma alguna, de cuatro a seis horas antes de dormir (chocolate, refrescos carbonatados de cola, té).

• No comer excesivamente en la cena. Por otra parte, una merienda ligera antes de irse a la cama puede inducir al sueño.

• Evitar las siestas. Si el niño duerme la siesta, ésta sólo debe prolongarse po0r menos de una hora, y terminar antes de las 3 p.m.

• El niño sólo debe ir a la cama cuando tenga sueño.

• No usar la cama o el dormitorio para actividades ajenas al sueño, como comer, hablar por teléfono, hacer la tarea, etc. La cama/dormitorio sólo debe usarse con propósitos de dormir.

Fuente: http://www.lagacetaonline.net
Te informo y aconsejo de forma seria y honesta sobre descanso.


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