Es de madrugada. Sentado en mi estudio, tiemblo de frío. De pronto me viene a la memoria el ermitaño de la montaña. Estoy viendo a mi amigo recogiendo leña en los barrancos, junto a un arrollo. Regresando luego a su choza para cocinar en su fogón de piedra blanca. Se me ocurre llevarle una calabaza llena de vino, para aliviar su frío en este crepúsculo de tormenta. Pero las