Los medios de comunicación populares reciben críticas a menudo por su inclusión de anuncios de contactos que abiertamente son secciones para facilitar la prostitución en todas sus formas. El Washington Post desde su autoproclamado estatus de periódico de familia no es dado a tales excesos. Pero no encuentra ningún problema en comerciar con el cuerpo político. Así, cede su soporte una vez más a la propaganda de la monarquía absoluta Saudita incluyendo un suplemento publicitario de 12 páginas en el centro de su edición capitalina del 20 de septiembre.
El suplemento, del mismo tamaño y maquetación similar al periódico, no tiene desperdicio en su interpretación de las libertades, el desarrollo social y los lazos económicos que desea reforzar con el poder estadounidense. El documento es un manual básico para mostrar la retórica que permite alimentar la simbiosis entre el superficial discurso democrático estadounidense y un régimen totalitario. Así es la voz de Arabia Saudita en Estados Unidos:
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