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Los Fantasmas de Carlos & Melisa


Carlos es un tipo muy cerebral, le encanta tener la razón y juega con Ella, como si fuera él el gato, y sus ideas, el ratón. Sabe muy bien lo que dice, lo que hace, lo que piensa, lo que cuenta y lo que calla. Pero tampoco crean, que conoce todas las puertas del laberinto, ni que guarda en su bolsillo, el tesoro del saber. Más allá de lo visible, en lo profundo de su alma, hay un espíritu de niño, que lo empuja a preguntarse el ¿por qué? de todas las cosas. Por ese ¿por qué?, dejamos pasar todo lo demás a un segundo plano y una simple idea es el único “aquí” y el único “ahora”. Más de una vez lo tildaron de prepotente, sobrado, individualista o cualquiera de las cosas que le dicen, al más listo de la clase. Pruebas tenía de sobra, para cerrarle la boca a los envidiosos y eso le encantaba, porque se sentía poderoso.

Con el paso del tiempo, la depresión lo convenció a sí mismo de que la verdad, es una mentira colectiva y que tanta confusión, por culpa de la curiosidad, es el precio que se paga, para obtener poder. Así, su mundo de las ideas, se convirtió en una caja de herramientas, para saciar su hambre hegemónica y su lema fue entonces: Confunde y reinarás. Pero dicen, que detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer…

Melisa, su mejor amiga, lo sabe todo, porque le penetra la mirada y le arranca el pudor a sus secretos. Más allá de lo evidente, de las mascaras que ponen, los que juzgan sin criterio, hay un niño repleto de sentimientos inocentes, lleno de vida, de cosas jamás experimentadas y que ella y sólo ella, es capas de despertar. Él también lo sabe, lo siente. Crecieron juntos, en el mismo colegio. Fueron y aún son, los mejores confidentes y se han amado en la intimidad del silencio, sin besos: ¡En la soledad!

Decidido, Carlos viajó a un lejano continente, en busca de nuevos horizontes. Los Domingos por la tarde, salía a caminar, por las playas de aquel lejano lugar, para relajarse un poco y olvidarse de la rutina, pero no se podía desprender de ella, porque el fantasma de un pasado inconcluso, lo invadía por dentro. En lo referente al corazón, él siempre ha sido el ratón y sus sentimientos, el gato. Melisa, tampoco pudo olvidar a Carlos y también tenía encima, al fantasma del recuerdo. Estaba arrepentida, porque se supone que el gato no debe dejar escapar el ratón, pero pensó que ya era demasiado tarde, para corresponderle.

El tiempo pasó de largo y cada uno siguió con su vida, como si nada hubiera sucedido. Años más tarde, se volvieron a encontrar y salieron juntos para contarse como los había tratado la vida, después de tanto. Los fantasmas estaban sentados, al lado de cada uno y se hicieron amigos. Cuando Carlos y Melisa se levantaron de la mesa y pagaron la cuenta, los fantasmas desaparecieron y empezó una nueva historia…



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