Los ojos yertos, los labios entreabiertos y la piel pálida.
Los cabellos flotando en el rió y una mano todavía en las aguas.
La pupila acuosa y entre las uñas algas.Los cabellos flotando en el rió y una mano todavía en las aguas.
La encontré esta mañana a mi niña, en la orilla donde la corriente es calma.
Suspiró anteanoche entre sus blandas sabanas.
Lloró con decoro hasta entrada el alba.
Y yo tan lejos, del pueblo y de ella, de la fortuna en andas.
Cardos y malezas en sus pies descalzos, y veinte escalones cubiertos de malva
Luego el jardín de infancia, adiós a los álamos y mas allá la veranda.
Caminó de puntillas por la hierba mansa y salto junto con sus lágrimas.
Y yo demorado entre gente extraña entre tanta fiesta y promesa vana.
Cuatro grillos viejos y una buena rana dan la despedida a mi bien amada.
La casa desierta, las cortinas bajas, sus ropas aun frescas oliendo a lavanda.
El lecho desecho y sobre la mesita mis finas navajas.
Mis ojos cerrados, puños apretados y el viento que silva junto con las ratas.
Y yo que estoy pronto para ir en su busca y el frió que penetra sin pudor en la estancia.