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Santos Augusto Ventocilla Arce ..Poemas

SIEMPRE SABRÁS DONDE ESTOY

Hoy quise saber si me querías,
tus ojos vivaces se plantaron en mí y dijiste ¡Si!
¿Cómo, cuánto? Sonriente pregunté,
extendiendo los brazos contestaste ¡Así!
¿Sabes? Había tanto amor en tu gesto,
como si abrazaras a toda una tierra y sus gentes,
mientras al aire echabas el oro de tus cabellos
y tu amplia sonrisa sembraba blancas gaviotas.

Ahora sé que cumplido mi tiempo me iré,
luengos años pasarán y tú me olvidarás,
porque empeñada en la lucha por la vida estarás
Preparándote siempre con el fin de vencer.
Por aquel entonces no sabrás cuánto te amé,
tendrás una idea donde fui pero no donde estoy,
pero, cuando algún día leas estos versos,
sabrás que de ti nunca me separé.

Escucha, en las noches claras sal a tu ventana,
sal a tu patio, jardín o azotea,
si navegas por los mares o viajas en aeroplano,
alza tu mirada al cielo y mira las estrellas.
Mira, allá, hay un lucero, que titila, que parpadea,
es como un ojo que desde allí te busca y te quiere,
entonces, abre tus brazos como hoy lo hiciste
y al universo entero encierra en tu corazón.

Y si algo tienes que pedir, mi pequeña,
sangre de mi sangre, hueso de mis huesos,
pide, que estando yo inmerso en el tiempo,
con el Señor, lograré se cumpla tu deseo.



LAS MONTAÑAS

De lejos, se ven frías y azules,
de cerca, altas y escarpadas.
Mas hay otra montaña,
inconmovible y misteriosa,
que nos oprime y devora
desde la hora de nacer.

Desde el fondo de mi pena y de mi ignorancia,
montaña misteriosa, noche de los tiempos,
tus escarpas se alzan a los cielos.

Desde la oscuridad de mi dolor y lágrimas,
montaña misteriosa, atávica montaña,
tus gélidas brumas, ocultan mi destino.

Pero un día montaña,
misteriosa y profunda,
aun me lleve la vida entera,
beberé el secreto de tus entrañas,
y escalaré tus alturas.

Ese día, montaña,
montaña misteriosa,
te sumirás en mi linfa,
azolarás dentro de mi alma,
y puerta franca al futuro
serás luz de mi existencia.

Entonces…
cual crisálida dejaré mis vestiduras,
alas de Águilas Blancas desplegaré,
y remontándome a las estrellas,
en Ápex seré libre, para otra vez ser.


ENSOÑACIÓN

Yo no sé si fue acá o en otro sitio,
ni siquiera puedo decir, si fue en este mundo,
o en otros iguales,
o diferentes,
pero yo estaba allí
y Él también.

No sé de qué raza era yo,
si blanca,
negra,
o amarilla.
Tal vez verde,
tal vez azul,
quizá todas,
quizás ninguna.
Tampoco sé de qué raza era Él.
Sólo era del color que era yo.

Hablaba como yo
Con el conocimiento emanado de la esencia de las cosas.
No sé con qué clase de sonidos,
Un rumor de viento,
Un bramar de mar,
Un latido
O una explosión.
Tal vez era sólo pensamiento.

No sé si nadaba, caminaba o volaba,
no sé si flotaba en el vacío,
si pisaba una estrella,
un sol,
o el tercer planeta.
Sólo sé, que iba Él, donde iba yo.

No sé desde cuando,
quizás desde siempre,
tenía yo
asidos a cada mano las puntas del tiempo.
Pasado y futuro en mí convergían
haciéndose el presente.
Y en Él también.

Nunca supe, si tuve yo la belleza de una flor
o el duro rostro de una montaña,
si fui cascada inmensa perdida en abismo sin fin,
o nube sutil,
o mar,
o cielo.
Sólo sé que tenía el rostro de las cosas.
Y Él también.

No sé si fui niño, animal, planta o qué,
sólo sé que amaba el fondo impenetrable de las cosas
cosas enormes como todo el espacio,
cosas pequeñas, casi como la nada.
Y sentí que también las amaba Él.

Y por donde me extendí,
jamás encontré,
por donde fui,
de uno a otro confín,
siempre lo encontré a Él.

No sé si es grande
Porque siempre lo hallé en toda grandeza
O muy pequeño
Porque nunca me reduje a menos de la enesima
Parte de un neutrón.
Pero allá estaba Él.

Sabía que yo no era Él,
Pero lo sentía estar en mí:
como el fuego de la vida,
como el frío de la muerte.
Yo estaba dentro y fuera de Él
y estando en todas partes
Él estaba en mí.

Yo sabía de todo
Poco de mí
Nada de ÉL
Él sabía todo de todo
De mí y de él.
Yo no sé si fue acá o en otro sitio,
Ni siquiera puedo decir si fue en este mundo
O en otros iguales
O diferentes
Pero yo estaba allí
Y el también.


PALABRA HERIDA

La palabra está herida,
mil veces ha sido violada
sobre los tres maderos del calvario.
La palabra ha sido herida
violada,
torturada,
crucificada,
antes de…
y después de…
Y, aún así, la palabra crece,
se multiplica,
se embellece,
alumbrando los oscuros túneles del odio,
floreciendo la esperanza en raudales,
destellando en luminosos haces de amor.
Valor hermanos,
valor hermanos afligidos,
que la palabra sólo está herida,
mas nunca estará oculta,
pulverizada,
muerta,
o callada,
mientras hayan hombres que la sostengan
y mientras nuestras mujeres sigan pariendo.
Rechinen los dientes los tiranos,
rómpanse los colmillos los lobos,
que un nuevo aroma invade el mundo,
que un nuevo canto llena nuestras vidas,
es el canto a la palabra inmortal,
es el canto a la LIBERTAD.
Ser libres,
ser libres!
hermanos,
es ya ser hombres.
LIBERTAD
LIBERTAD
YO TE ADORO!



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