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teoría subutex

A la saga Vernon Subutex (libros 1, 2 y 3), de la escritora francesa Virginie Despentes, se la encuentra con facilidad entre las novedades de ficción, en las cercanías -si se trata de una estantería que no sea alfabética- de novelas urbanas relacionadas con sueños rotos y vidas desencantadas, con subculturas musicales y aire de derrota individual en un mundo sin salida y distópico. Esta serie de novelas combina con la atmósfera del viejo realismo sucio. Hace juego con los mejores libros de Charles Bukowski o de Irvine Welsh, por poner dos ejemplos bien diferentes pero que tienen algo en común con la trilogía sobre un perdedor como lo es Vernon: se habla y mucho de derrota, del final del amor y del sexo satisfactorio, y se deja en evidencia los desastres sociales provocados por el capitalismo más eficiente pueden, y deben, ser materia de la literatura de nuestro tiempo.
Al manifiesto/ensayo Teoría King Kong, obra de culto y referencia también firmada por Despentes, se lo ubica muy fácil en librerías. Ahora que salió publicado en bolsillo por Literatura Random House, suele estar en algún mostrador de novedades, bien cerca de ensayos feministas, y por qué no de otros autores de moda, como el coreano Byung-Chul Han y su contagioso libro Sociedad del cansancio. Hay un problema, sin embargo, con estas clasificaciones más o menos cerradas y previsibles, porque si bien en apariencia funcionan correctamente no sería equivocado colocar a Teoría King King entre los libros de la más radical autoficción literaria y a la saga Vernon Subutex en un borde de estantería casi ensayístico.
Paso a explicarme, o bien a tentar una teoría más o menos absurda pero con alguna posibilidad de acierto: hay una clave que aparece en la página 164 del manifiesto feminista de Despentes que deja entrever este posible corrimientos aparente de géneros literarios en la obra de la francesa: "¿Cómo se explica que en los últimos treinta años ningún hombre haya escrito un texto innovador sobre la masculinidad? Ellos que son tan locuaces y tan competentes cuando se trata de disertar sobre las mujeres, ¿cómo se explica ese silencio respecto a sí mismos? Porque sabemos que cuanto más hablan, menos dicen. Sobre lo esencial, lo que tienen realmente en la cabeza. ¿Quiźas quieren que seamos ahora nosotras las que hablemos de ellos?". El acierto de Despentes es categórico, y a la hora de ejemplificarlo puede anotarse el de cómo la literatura hip hop (por tomar algo bien lejano) se simplifica en raperas mujeres abiertamente feministas y con discursos provocadores y radicales sobre el cuerpo y la sociedad, y por otro lado raperos hombres aburridos de medirse el largo de sus rimas, la capacidad de sus hormonas y la hombría de sus barrios.
En una primera lectura, acaso un tanto descontextualizada y cándida del 'personaje' Despentes, la saga Vernon Subutex impresiona, y muy gratamente, por la capacidad de la autora -compartida con otros escritores franceses- para hablar sin tapujos de la vida cotidiana y de lo íntimo, pero sobre todo de la relación con el trabajo. Sería entonces una buena novela sobre el trabajo, o mejor dicho de su ausencia. Se la podría relacionar, sin equivocarse, con la frontalidad de Emmanuel Carrere cuando cuenta en De vidas ajenas los dramas laborales/judiciales de su cuñada (abogada, defensora de gente perjudicada por los sistemas de crédito). También con Michel Houellebecq, cuando en sus novelas se decide a contar -con precisión de cirujano- el mundo laboral/social tal cual es, o apenas exagerado para construir punzantes distopías. Parece una buena costumbre francesa la de exponer este tópico, que sería uno de los centros más perturbadores de la trilogía Vernon Subutex.
Pero la imposibilidad de acceder al mundo del trabajo, circunstancia que decide la posterior peripecia nómade del personaje y convierte a la novela en un potente on the road que dice mucho de nosotros mismos y de nuestras miserias contemporáneas, es apenas la punta del iceberg: Vernon Subutex se irá convirtiendo en otra cosa, más cercano en todo caso a un ensayo sobre la crisis de la masculinidad en la sociedad actual. Porque el descenso social de un personaje que tuvo poder y prestigio (Vernon era un melómano admirado, dueño durante años de una tienda de discos) y que termina viviendo en situación de calle, se ofrece como una derrota absolutamente masculina, narrada magistralmente por Despentes. Y hacia el final de la parte uno de la saga, por ejemplo, sucede una vuelta de tuerca provocativa: el grado máximo de precariedad de quien lo perdió todo tendría una contracara utópica en la liberación que supone salirse del sistema capitalista y dejar de tener valor como mercancía. Asoma en ese giro la densidad ensayística de la autora, que elige el terreno de la ficción para lograr un propósito riesgoso: ni más ni menos que el de ofrecer un formato alejado de todo activismo para contar algo similar a lo que narra en Teoría King Kong.
Escribe Despentes en otro fragmento de su manifiesto: "El capitalismo es una religión igualitaria, puesto que nos somete a todos  y nos lleva a todos a sentirnos atrapados, como lo están todas las mujeres". Es otra posible clave en este juego de relecturas, porque si Teoría King Kong puede leerse como un ataque fontal al pensamiento y discurso machista -con polémicos abordajes sobre el porno, la prostitución y la violación-, Vernon Subutex pone su centro aparente en el desequilibrio laboral, para luego pervertir este sentido y señalar las similitudes entre la dominación machista y la máquina insoportable del sistema capitalista.
La última resignificación viene a ser la de la propia Teoría King Kong, que siguiendo toda esta línea de interpretación deja de ser un manifiesto para ser leída como un testimonio, una novela real, autoficción pura y dura que aparenta ser un ensayo posfeminista pero que -sin ir más lejos- centra su relato en un episodio de violación que sufre Virginie en sus días y noches de punk haciendo dedo para llegar a un recital en Lyon.
Estos desplazamientos de sentido, tan visibles en las obras de Despentes, permiten lecturas más abiertas y decidimente transgénero. No hay fronteras, porque queda certificado que una novela no es necesariamente una novela, y un ensayo no es simplemente un ensayo. ¿Cuál leer de sus libros primero? Eso ya queda en el terreno del juego y de las vivencias personales. Pero si nos decidimos por un criterio cronológico, se debe empezar por Teoría King Kong.


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